Éxitos y fracasos de la gira asiática de Putin

Dibujado por Serguéi Elkin

Dibujado por Serguéi Elkin

Tras la cumbre del G20 se ha señalado una nueva vuelta del diálogo entre Moscú y los países europeos respecto a la cuestión ucraniana. Al mismo tiempo Rusia ha demostrado que está interesada en colaborar con sus socios de los BRICS y que apuesta por China como aliado estratégico.

El presidente ruso, Vladímir Putin, ha asistido en noviembre a dos importantes eventos internacionales: la cumbre de APEC en China y la del G20 en Australia. Si bien en Pekín todo transcurrió de forma tranquila, el líder ruso volvió un día antes de que finalizaran todos los eventos de la cumbre en Bisbarne. La temprana partida de Putin daba motivos a los medios de comunicación para hablar del creciente aislamiento de Rusia y de un cisma en el Grupo de los Veinte.

No obstante, en su última rueda de prensa  el presidente ruso declaró que los periodistas han exagerado las tensiones durante la cumbre. “He leído la prensa local y otros medios de comunicación y he notado una gran exageración de la situación, la realidad y el mundo virtual de los medios de comunicación en este caso van por caminos muy distintos”, declaraba Putin.

Según la prensa oficialista del Kremlin, la partida temprana del mandatario ruso se conocía incluso antes del inicio de la cumbre. El primer día el presidente celebró todas las reuniones y negociaciones importantes para él, tras lo cual declaró que “el lunes tenía que trabajar” y se marchó saltándose únicamente eventos del protocolo, así como algunos encuentros a los que seguramente no habría sido invitado, como por ejemplo el debate sobre Ucrania.

Pese a la sensacionalista promesa en los medios de comunicación del primer ministro australiano, Tony Abbott de soltar una buena reprimenda al presidente ruso, el propio Putin se expresó acerca de la cumbre en Brisbane en clave más positiva, señalando “exclusivamente una situación de buena disposición hacia el trabajo”.

“Hemos discutido de manera muy constructiva no sólo los temas para los que nos habíamos reunido, sino también algunas cuestiones más complejas, relacionadas con el derribo del Boeing de Malaysia Airlines, de forma más concreta y eficaz. Les aseguro que nuestra conversación transcurrió no sólo dentro de los límites de la decencia, sino además en términos muy benévolos”, declaraba Vladímir Putin a RIA Novosti tras su vuelta a Moscú. 

El debate sobre Ucrania no se pudo evitar

En Brisbane Putin celebró varias reuniones con líderes occidentales, en particular con la canciller de Alemania, Angela Merkel. Se sabe poco del transcurso y del contenido de las negociaciones, aunque su resultado puede estar relacionado con la retórica más comedida de dos importantes líderes europeos: el presidente de Francia, François Hollande y la alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini, además de la propia Angela Merkel.

Todos ellos han declarado que es hora de iniciar unas conversaciones con Rusia sobre el futuro de Ucrania y sobre el restablecimiento de las relaciones ruso-europeas. Otra muestra de ello es que el Consejo de la UE se ha negado a endurecer las sanciones contra Rusia, limitándose a una lista negra de miembros del gobierno de las repúblicas no reconocidas del sureste de Ucrania.

Además, poco después de la cumbre voló a Moscú el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier. Este confirmó la fidelidad de Berlín a los acuerdos de Minsk, que prevén contactos directos entre Kiev y los separatistas. El Kremlin, según el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, también apuesta por este formato para la regulación.

Al mismo tiempo, los expertos han constatado una postura de Bruselas más flexible. “Los europeos no desisten en su opinión de que Rusia sigue siendo una parte del conflicto en Ucrania. Sin embargo, su postura se está volviendo más flexible en cuanto a la cuestión de la responsabilidad de Ucrania en los acontecimientos sucedidos en Donbass, así como en el despliegue de una catástrofe humanitaria en la región y en el fracaso del proceso de negociaciones con Moscú”, comenta el socio gestor de la agencia analítica Política Exterior, Andréi Sushentsov.

El giro de Rusia hacia el este continúa

No obstante, Moscú continúa sintiendo la presión de las sanciones e intenta compensar el empeoramiento de sus relaciones con los países de Occidente mediante el refuerzo de sus vínculos con los países asiáticos y los miembros de los BRICS. Con ellos Putin habló en Brisbane acerca de que la reforma del Fondo Monetario Internacional proclamada por el G20 en 2010 y que fracasó por culpa de la reticencia del Congreso de EE UU a ratificarla. Una vez más los líderes de los BRICS confirmaron que en 2016 comenzará a operar el Banco de Desarrollo de los BRICS.

Según Dmitri Súslov, miembro del grupo de expertos del Club Valdái, los países emergentes consideran que las sanciones introducidas contra Rusia son un abuso de autoridad por parte de Occidente y no hacen más que acelerar la creación de estructuras e instituciones alternativas.

Durante las cumbres de Pekín y Brisbane, Putin habló también de la creación de unas relaciones radicalmente nuevas en el terreno internacional, ante todo en el ámbito de la gestión global. “El G20 actual está pensado como un formato de responsabilidad colectiva sobre una institución de regulación económica global: el FMI. Y en este sentido no ha demostrado ser útil. Como consecuencia de ello han surgido otras dos superficies de regulación global: el APEC, construido por China, y los BRICS. Rusia participa activamente en ambas superficies”, comenta a un corresponsal de RBTH el profesor del departamento de teoría política del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú Kririll Koktysh. 

En las cumbres de Asia Vladímir Putin también hizo un sondeo acerca de las posibilidades y las ventajas que aportaría la dinamización del factor oriental de la política exterior rusa. Un acontecimiento significativo en este sentido fue la firma en Pekín de un nuevo e importante acuerdo sobre suministro de gas ruso a China.

“A finales de año el gobierno presentará un programa de desarrollo económico y de infraestructuras en Rusia, - comenta Andréi Sushentsov. – Este programa prevé la realización de una serie de proyectos de infraestructuras dirigidos a la ampliación de las posibilidades del tránsito de productos por las líneas de ferrocarriles del Transiberiano y Baikal-Amur.  Por lo tanto, es comprensible que Vladímir Putin se interese en Pekín por las perspectivas del desarrollo de la economía asiática”.

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