Rusia apuesta por el G20

Dibujado por Konstantín Máler

Dibujado por Konstantín Máler

Este fin de semana se celebra en Brisbane, Australia, el próximo encuentro de los países del G20. Los tumultuosos acontecimientos en Ucrania, la desaparición del G8 y las duras declaraciones contra Rusia en el límite de la decencia del país que ostenta la presidencia del G20, Australia, nos obligan a mirar este encuentro del G20 a través del prisma de este conflicto.

A pesar de toda la relevancia que pueda haber tenido la crisis ucraniana, para la política global este no es más que un episodio del proceso de establecimiento de un nuevo orden mundial. Y el G20 es capaz de desempeñar en todo esto un papel muy importante.

Este foro internacional está recibiendo una gran atención durante los últimos años. A diferencia de las instituciones tradicionales, que se adaptan con dificultad a los vertiginosos cambios del panorama internacional, el G20 es una estructura nueva, creada precisamente para hacer frente a los desafíos de la modernidad.

No posee una legitimidad universal como la ONU, por supuesto, no se basa en una constitución formal ni en criterios de membresía. Sin embargo, su composición es bastante representativa, ya que los estados que lo forman no son solamente influyentes y poderosos económicamente, sino también enormemente diferentes entre ellos, no están unidos por un solo tipo de cultura o ideología.

El año pasado la presidencia del G20 estuvo en manos de Rusia, y todo el mundo estará de acuerdo con que Moscú cumplió satisfactoriamente con su tarea. El punto culminante fue el encuentro de los líderes en San Petersburgo. En este encuentro, según quedó claro poco después de la asamblea, tuvieron lugar importantes consultas que permitieron evitar una nueva guerra en Oriente Próximo y encontrar una solución elegante a la cuestión de las armas químicas de Bashar al Asad. Vladímir Putin jugó un papel muy importante en ello.

Ahora, sin embargo, los acontecimientos de hace un año parecen formar parte de un pasado lejano. La crisis ucraniana ha sacudido la política mundial y Rusia, que debía encabezar el G8, ha sido destituida de esta organización y apartada del foro.

Evidentemente, durante la cumbre en Australia habrá grandes tensiones. Algunos países intentarán mostrar su rechazo hacia Rusia y otros comenzarán a insistir en la necesidad de llevar a cabo acciones conjuntas para estimular la economía mundial, así como en la importancia de no permitir pasos que lleven a la recesión económica.

Sea como sea, el G20 está más cerca que el resto de las organizaciones de convertirse en el prototipo de los nuevos órganos de administración global. Rusia deberá prestar al G20 una atención prioritaria, ya que este es un formato en el que Moscú nunca estará sola.

Seguir trabajando en una configuración basada en Occidente como hasta ahora es una opción poco eficaz. Podemos debatir sobre por qué ha llegado a pasar esto, pero Rusia no tiene ningún apoyo en Occidente ahora mismo. El G8 dejó de existir formalmente debido a la anexión de Crimea, pero en realidad Rusia llevaba mucho tiempo contemplándose en esta organización como un elemento ajeno.

La experiencia del Consejo Rusia – OTAN, e incluso de la OSCE (a pesar de la gran heterogeneidad y la utilidad de esta organización) ha creado una imagen disyuntiva: Rusia por un lado y los demás por otro.

En el G20 esto no puede suceder. La acalorada discusión sobre Siria en septiembre de 2013 puso de manifiesto un cisma en el que una mitad estaba a favor de Estados Unidos y la otra mitad estaba a favor de Rusia.

La presencia en el grupo de países altamente influyentes que no siguen a pies juntillas la doctrina de Washington (especialmente los BRICS, aunque no sólo ellos), da la posibilidad de maniobrar, de crear coaliciones.

Rusia está interesada en que el G20, que en su momento surgió como una plataforma para discusiones sobre economía global, extienda oficialmente el ámbito de sus intereses a la política. Porque la política hoy en día ejerce una influencia decisiva sobre la economía. Y, de todos modos, por ahora no existe un conjunto de países más equilibrado que el G20 ni parece que vaya a aparecer pronto.

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Artículo publicado originalmente en ruso en Rossíyskaya Gazeta.

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