Dibujado por Konstantín Máler
De hecho, la reunificación (o anexión, todo depende de la opinión política) de Crimea es en cierto modo el resultado de veinte años de relaciones entre Rusia y Estados Unidos. Descarto a Europa porque se trata de un conjunto de países unidos geográficamente, no políticamente. Hubo un tiempo en el que soñaban con una constitución, con unos Estados Unidos de Europa capaces de competir con Estados Unidos y China, pero todo eso no fue más que un sueño.
Cuando la URSS pasó al olvido quedó claro, aunque no se reconoció oficialmente, que Rusia había perdido la Guerra Fría y Estados Unidos la había ganado. Y EE UU tenía la esperanza de que la parte derrotada se comportara como le correspondía, es decir, que comenzara a jugar según las reglas del juego occidentales y fuera más receptiva con la mentalidad occidental, creciendo poco a poco pero sin recuperar jamás todo el poder del pasado. Estas expectativas no se hicieron realidad.
Rusia no fue nada receptiva ni con los valores occidentales ni con la mentalidad occidental. Y no porque siguiera presa de su pasado soviético, sino por una razón mucho más importante: las raíces de Rusia se encuentran en el cristianismo oriental, bizantino, a diferencia de Occidente, cuyas raíces nacen de Roma, del cristianismo occidental. Entre estas dos mentalidades y conjuntos de valores hay un abismo.
En segundo lugar, Rusia volvió a levantarse mucho antes de lo que se esperaba, algo a lo que contribuyeron en gran medida los altos precios del petróleo. Y en tercer lugar, muy pronto quedó claro que Rusia no pensaba comportarse como un país que hubiera sufrido una derrota. El primer indicio de ello fue el conflicto derivado de la resolución de la OTAN de bombardear Yugoslavia, a la que Rusia se opuso fuertemente. Cabe señalar que ni el Consejo de Seguridad de la ONU ni la UE dieron su consentimiento a este bombardeo. Estados Unidos decidió y Estados Unidos lo llevó a cabo diciendo a Rusia que se las apañarían sin ellos (y la separación forzada de Kosovo y Serbia, reconocida por Occidente, abrió la caja de Pandora, digan lo que digan a este respecto).
Si partimos de este acontecimiento y seguimos hacia adelante, veremos todo un conjunto de desacuerdos entre Estados Unidos y Rusia en los que Estados Unidos siempre se ha encontrado en una posición de poder. En ambas partes ha crecido la irritación: en una porque la otra no se ha comportado “como debía”, y en la otra porque la primera no la ha tenido en cuenta y la ha considerado como un país de segunda clase.
Durante todo este tiempo Estados Unidos ha intentado (y no sin éxito) expulsar a Rusia de las regiones que este país siempre había considerado parte de su ámbito de influencia: el Cáucaso y Asia Central, Oriente Próximo y Europa del Este. Rusia no ha tenido para todo ello ninguna respuesta (léase “poder”), aunque su aprovechamiento extremadamente inteligente de los errores estadounidenses le ha permitido ganar popularidad en el mundo árabe (Siria) y más allá (Irán).
La importancia geopolítica de Ucrania
Pero lo que Rusia no ha podido soportar bajo
ningún concepto ha sido el intento de Estados Unidos de ocupar su lugar en
Ucrania. Y todo este asunto no se ha debido sólo al temor de que Ucrania se
convierta en miembro de la OTAN, cuyas fuerzas armadas se colocarían en las
fronteras al suroeste de Rusia. El asunto se ha debido (y se debe) a la
convicción profundamente psicológica de que Ucrania es 'nuestra' y los
ucranianos son 'de los nuestros' (intenten imaginar por un momento que en
México tiene lugar una revolución, un nuevo líder sube al poder y este invita a
Rusia a situar allí sus fuerzas armadas a lo largo de la frontera
mexicano-estadounidense. ¿Se lo imaginan? ¿Queda claro cuáles serían las
consecuencias?).
Mientras tanto, los procesos que estaban teniendo lugar en Ucrania estaban
sacudiendo cada vez más el país. Todo comenzó con Kravchuk y continuó con
Kuchma. La llegada de Yúschenko no sólo no resultó salvadora para Ucrania, sino
que llevó al país a un absoluto caos. En las siguientes elecciones
presidenciales Yúschenko obtuvo un 5% de los votos. Está claro que la elección
de Yanukóvich era el resultado de unas elecciones en protesta por el anterior
gobierno. Con Yanukóvich el estado de Ucrania se redujo prácticamente a cero,
la corrupción alcanzó un nivel que a su lado la corrupción rusa parece cosa de
niños. El descontento popular no hizo más que crecer…
Todo esto se ha visto desde el gobierno ruso como una nueva confirmación de lo que ha estado sucediendo continuamente durante los últimos veinte años: Occidente impone sus decisiones negándose rotundamente de facto (y no en el papel) a tener en cuenta los intereses de Rusia, y en este caso en una región que durante siglos ha formado parte del llamado 'mundo ruso'.
Sólo una persona realmente limitada podría
dudar que fuera a haber una respuesta. Y hubo una respuesta. Yo no descarto que
con esto planearan volver de algún modo al estado psicológico de la Guerra
Fría. No afirmo que esto sea así, pero tampoco lo descarto: Putin ha comenzado
a jugar un papel muy visible, le han declarado “el político más influyente del
año”, “el hombre del año”, etc.
¿Y qué es Crimea? ¿Es necesario recordar que, hablando en términos estrictos,
Crimea nunca ha sido parte de Ucrania? En el presidio del Consejo Supremo que
debía aprobar la decisión de Jruschov de entregar Crimea a la República
Socialista Soviética de Ucrania hubo 13 votos a favor. Este organismo estaba
formado por 27 personas y no hubo quorum (los 14 puestos restantes
estaban ausentes). Pero no se trata de insignificancias legales.
Se trata de decidir que cualquier negociación con Occidente es inútil, que ha llegado la hora de hacer entender que no se puede jugar de ese modo con los intereses nacionales de Rusia. Y que Crimea (sin hablar de Sebastopol) pertenece a Rusia histórica y éticamente, que los habitantes de Crimea en una aplastante mayoría son partidarios de Rusia, eso está absolutamente claro. Ladecisiónestá tomada.
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Más allá se puede discutir el tema en términos
de “a favor” y “en contra”. Pero yo insisto en que este tipo de discusiones
deben estar basadas en el conocimiento y en la comprensión absoluta de cómo
eran las cosas en el pasado y de cómo son ahora.
La increíble participación de Occidente en todo lo que está sucediendo no tiene
nada que ver ni con el deseo de proteger los derechos humanos en Ucrania ni con
la preocupación por la integridad territorial de Ucrania. Todo esto está
relacionado exclusivamente con sus intereses estratégicos geopolíticos. Y las
acciones de Rusia, desde mi punto de vista, no están en absoluto fundadas en un
deseo de “proteger a los rusos, ucranianos y tártaros de Crimea”, sino en lo
mismo: en sus intereses geopolíticos y nacionales.
Vladímir Pozner es un periodista ruso de larga experiencia. En la actualidad dirige el programa 'Pozner' en el Primer Canal.
Artículo publicado originalmente en ruso en Pozner online.
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