A los detractores del acuerdo les preocupa que Teherán haya salvaguardado su derecho a seguir adelante con el programa nuclear. Fuente: Iorsch
En esencia, el sexteto
escogió en Ginebra el menor de dos males. Después de todo, tampoco había mucho
donde elegir: un Irán que seguiría enriqueciendo uranio bajo el control de la
comunidad internacional o uno que lo haría de manera incontrolada.
El debate se centra en quién ha salido beneficiado del documento firmado: Occidente
o Irán.
A los detractores del acuerdo les preocupa que Teherán haya salvaguardado su
derecho a seguir adelante con el programa nuclear. En opinión de los expertos
de Israel, Irán podría enriquecer uranio del 3,5% al 90% en 36 días si así lo
desease con las 18 mil centrifugadoras que tendrá el próximo año.
La exactitud de estos cálculos, por cierto, ha sido confirmada por el Instituto
del Radio V. G. Jlopin de San Petersburgo. Según sus especialistas, para
enriquecer uranio del 3-4% hasta el nivel armamentístico del 90-96%, se sigue
el mismo procedimiento en las mismas centrifugadoras. Una vez alcanzada la
tecnología necesaria para el enriquecimiento de uranio al 20% —nivel al que ya han
llegado los científicos iraníes—, la obtención de uranio para fines
militares es solo una cuestión tecnológica y depende del número de
centrifugadoras, de su rendimiento y del tiempo de actividad.
Llegados a este punto. ¿Por qué ha promovido EEUU este acuerdo en contra de la
opinión de sus aliados estratégicos, Israel y Arabia Saudita? Su
secretario de Estado, John Kerry, y el ministro de Asuntos Exteriores ruso,
Serguéi Lavrov, se reunieron tanto en solitario como con el resto de miembros
del sexteto para persuadirlos de que los argumentos objetados por la parte
israelí carecen de fundamento.
Hay varias razones para esto. Moscú está convencido de que hoy Teherán carece
de medios de distribución de cargas nucleares. Pero la razón principal por
la que Rusia y EEUU decidieron impulsar el acuerdo fue la
fuerte convicción de los ministros de ambos países de que la comunidad
internacional será capaz de controlar el programa nuclear iraní y evitar que adquiera
tintes militares.
En este sentido, cabe mencionar algunas de las ventajas políticas que han
obtenido a cambio tanto Rusia como EEUU. Por ejemplo, a los estadounidenses les
interesa la colaboración con Irán en la cuestión afgana y, según algunas
fuentes, incluso se está planteando en secreto un acuerdo para el traslado de
cargas militares estadounidenses a través del territorio de la
república islámica.
Por otra parte, los expertos rusos no descartan que, si se normaliza su relación, Teherán se convierta en el futuro socio estratégico de Washington en la región, en sustitución de Arabia Saudita. Por su parte, con este acuerdo entre el sexteto e Irán, Rusia obtiene un nuevo argumento en contra del despliegue de sistemas de defensa antimisiles en Europa. Sin la amenaza iraní, su despliegue no tendría sentido.
El acuerdo entre Irán y el sexteto, en cuya elaboración Rusia ha jugado un
papel clave, ejercerá también un efecto positivo en las relaciones entre Moscú
y Teherán, además de devolver la confianza entre ambos países, debilitada tras
la negativa moscovita a suministrar misiles antiaéreos S-300 a la república
islámica. Asimismo, la supresión de las sanciones augura el cierre de contratos
muy ventajosos para las empresas rusas en Irán.
Por último, surge la posibilidad de acordar una fecha para la celebración de
otra importante conferencia internacional a fin de regular la
situación en Siria, la cual tendrá lugar el 22 de enero de 2014 en Ginebra.
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