Dibujado por Niyaz Karim
Para muchos ciudadanos estadounidenses, tanto Kirguistán (donde vivieron los Tsarnáev durante un largo tiempo) como Chechenia están ‘por allí, por Rusia’. Se sobreentiende que el grado de comprensión de la élite es algo mayor.
Sin embargo, la administración de Obama carece de paranoicos que se dediquen a abrir el debate sobre la citada ‘huella rusa’. Debemos esperar que las llamadas de Putin al presidente de los Estados Unidos para ofrecerle ayuda en la investigación también permitan entablar un diálogo más sustancial que el que despiertan las histerias propagandísticas sobre huérfanos rusos maltratados.
Por cierto que, en 2011, precisamente a petición de los servicios de inteligencia de la Federación de Rusia, el FBI interrogó al hermano mayor de Tamerlan sobre asuntos relacionados con los extremistas y no vieron en él indicios de criminalidad.
Sin embargo, a pesar su aplicación en el boxeo, no le concedieron la ciudadanía para que pudiera participar en el equipo olímpico de los EE UU. Parece que los mismos investigadores del FBI han caído en el mito sobre ‘la lucha por la libertad chechena’ (no en vano los Tsarnaev recibieron la condición de refugiados en los Estados Unidos) y sobre los ‘procedimientos’ rusos empleados en la lucha contra el terrorismo islamista, lo que les ha llevado a mostrar una condescendencia políticamente correcta que se ha traducido en negligencia delictiva.
Es lamentable que Moscú y Washington declinaran recientemente una serie de acuerdos bilaterales que, de un modo u otro, habrían podido mejorar el nivel de confianza mutua en la citada lucha antiterrorista.
Mientras tanto, el frente islamista mundial no ha desaparecido y la yihad contra la civilización cristiana no se detiene. Y, al fin y al cabo, Rusia no deja de ser una parte de esta civilización o, para ser más exactos, diremos que la mayoría de sus regiones.
La historia de los hermanos Tsarnaev tiene muchos giros y líneas argumentales que ya se han descrito e interpretado detalladamente con anterioridad. No está del todo claro qué papel concreto desempeña esta historia en la citada yihad, pero las posibles conclusiones que puedan extraer las autoridades de EE UU y Rusia de ella son tanto o más interesantes.
Probablemente, la operación de captura de los Tsarnaev ha sido la primera que se ha retransmitido en directo y con una fuerte ayuda de las redes sociales (los Tsarnaev tenían cuenta en la red VKontakte (una importante red social rusa similar a Facebook) y en Twitter). Cámaras de seguridad por todos los rincones; un estricto toque de queda que convirtió la ciudad, sin más preámbulos, en un desierto; helicópteros equipados con cámaras térmicas; un robot empleado para acercarse cautelosamente al terrorista armado y que levantó la lona impermeable tras la que se escondía; escuchas telefónicas a nivel global; apertura y análisis operativo de cuentas en las redes sociales...
Por otro lado, hay que destacar la petición de ayuda a los ciudadanos por parte de la policía y la respuesta positiva de estos, que ayudó a identificar a los terroristas en esas mismas redes. El volumen de gastos y el nivel de soporte tecnológico de las fuerzas policiales de la mayor democracia del mundo es impresionante. También lo es el paso inmediato de un estado de aparente libertad absoluta al estado de guerra.
Probablemente, en el futuro, los servicios de inteligencia de muchos países tratarán de reforzar la supervisión de las redes sociales. La visita de Tamerlán Tsarnaev a sitios web de carácter extremista no pasaron desapercibidos; al parecer, los servicios de inteligencia conocían sus intereses, su relación con ciertos cursos de predicadores radicales islamistas; sabían que había realizado una visita a Daguestán con objetivos desconocidos en la primera mitad de 2012. Pero no adoptaron ninguna medida. Es posible que pronto aprendan a corregir este tipo de errores.
Las mismas redes sociales formarán parte de la identificación ciudadana como medio para determinar sus costumbres, sus opiniones y su estilo de vida en interés de las autoridades. Quienes contratan miran ya con desconfianza a aquellas personas que no participan en las redes sociales, e investigan a través de sus cuentas a quienes sí lo hacen. Previsiblemente, en el futuro, quienes decidan abstenerse de las relaciones virtuales entrarán a formar parte de los grupos marginales. Se iniciará una ‘selección natural’ en función de la adhesión o no a determinados modelos de comportamiento considerados seguros. Estas tendencias comenzarán a desarrollarse al principio en occidente y, más adelante, llegarán hasta nosotros.
La elección definitiva entre la seguridad y las libertades personales de la humanidad ya está hecha. Y, desde el 11 de septiembre de 2001, esta elección no ha hecho más que consolidarse de manera gradual. Los islamistas van mordiendo trozo a trozo el mundo al que declaran la guerra. La verdad es que la nueva realidad está lejos de ser ideal. Con ayuda de la tecnología moderna, se está elaborando la respuesta de una civilización que se empeña en moldear y controlar el comportamiento de las personas con ayuda de la religión.
Hoy en día, los servicios de inteligencia rusos ya han valorado las posibilidades que ofrecen las redes sociales y están aumentando progresivamente su actividad en ellas. En teoría, el siguiente paso sería ajustar el nivel de competencia y los equipos tecnológicos de la policía a las exigencias de la época actual; en particular, no solo con el objetivo de eliminar a los terroristas, sino también de capturarlos vivos.
Sin embargo, en el país eslavo no se podrá alcanzar una solución integral a las cuestiones antiterroristas sin afrontar antes una reforma política a fondo de muchas instituciones estatales que se han quedado rezagadas. De lo contrario, este Estado podría experimentar una evolución hacia lo que se conoce como failed state o Estado fallido.
Con el aumento de las nuevas medidas de control del comportamiento, el estilo de vida y, en general, el pensamiento de los ciudadanos, solo aquellos que no se desvíen del modelo de comportamiento reconocido (principalmente por las autoridades) como ‘seguro’ podrán saborear plenamente los frutos de la libertad de elección, de acción, de expresión y de palabra.
Después del canje de ‘libertades personales a cambio de seguridad’, es altamente probable que se proponga un canje de ‘otras libertades personales a cambio de prosperidad’; y esto en un contexto en que la ilusión de libertad y opinión propia se traspasará, en gran medida, al espacio de expresión virtual (digamos que un me gusta sustituirá el activismo social de la calle). Acciones como la de los hermanos Tsarnaev solo consiguen acelerar el proceso. Prepárense para el nacimiento de este maravilloso nuevo mundo.
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