Los cosacos rusos han erigido un busto del
presidente ruso, Vladímir Putin, como emperador romano, con túnica y
armadura, a las afueras de San Petersburgo, antigua capital zarista.
Los cosacos, que querían agradecer así al jefe del Kremlin la anexión
de la antaño península ucraniana de Crimea en marzo del pasado año,
colocaron el busto en su nuevo hutor (poblado), cerca de la localidad de
Agalatovo, indicaron medios locales.
La estatua muestra a
Putin con semblante serio y ataviado con túnica y armadura romana,
además de llevar una medalla al pecho con el águila bicéfala rusa,
símbolo nacional.
Al elegir la imagen de un emperador romano,
los cosacos querían expresar su deseo de que Putin, en el poder desde
1999, sea el jefe del Estado ruso de manera vitalicia.
Según
reconocieron los autores de la iniciativa, el busto es provisional y
será sustituido en un futuro por otro de bronce y dos veces más grande.
Los cosacos, que intentan recuperar la identidad e influencia perdida
durante la Unión Soviética, recibieron desde un principio el respaldo
de Putin, que ha legitimado sus actividades desde el punto de vista
legal.
Los tropas cosacas fueron desmanteladas después de la
revolución bolchevique de octubre de 1917 y víctimas de una brutal
persecución, por lo que muchos tuvieron que exiliarse en el exterior,
aunque regresaron tras la muerte de Stalin en 1953.
Los
activistas de derechos humanos acusan a los cosacos de perseguir a las
minorías étnicas en las regiones meridionales rusas y de expulsarles por
la fuerza sin que dispongan de autorización para ello.
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