El viceprimer ministro ruso, Igor Shuvalov,
anunció hoy la adhesión de su país como miembro fundador del nuevo Banco
Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB), una iniciativa de
China que algunos analistas ven como un contrapeso al Banco Mundial (BM)
y al Banco Asiático de Desarrollo (BAD).
Shuvalov confirmó la
entrada de Rusia durante su participación en el Foro de Boao, una
conferencia económica que se celebra esta semana en la isla meridional
china de Hainan con la presencia de jefes de Estado y Gobierno de 15
países, entre ellos el presidente chino Xi Jinping.
El
Gobierno ruso hizo este anuncio un día después de que otro país de las
llamadas potencias emergentes, Brasil, también confirmara su
participación en el banco, con el que China quiere financiar proyectos
de transporte y otras infraestructuras en el continente asiático.
El AIIB contará con un capital inicial de 100.000 millones de dólares
para poner en marcha proyectos energéticos, de transporte y de
telecomunicaciones en Asia mediante la concesión de créditos o
garantías.
Naciones europeas como Francia, Italia, Alemania,
Reino Unido y España también se han unido en los últimos días al AIIB,
mientras que potencias como EEUU y Japón, que han dominado durante
décadas las estructuras del BM y el BAD, respectivamente, se han
mostrado reticentes a negociar una posible entrada.
Hasta el
momento el AIIB tiene 38 miembros fundadores, en su mayoría países
asiáticos (incluidos algunos que mostraron muchas dudas iniciales ante
la nueva institución, como Corea del Sur e Indonesia), y negocia la
posible adhesión en breve de economías como Australia, Canadá, Holanda,
Bélgica o Taiwán.
Hasta el próximo día 31 de marzo, los países
que soliciten participar en el banco pueden hacerlo en calidad de
miembros fundadores, lo que les dará derecho a intervenir en la
negociación de las normas de la Institución, aún por fijar.
Pekín ha asegurado durante meses que el AIIB, nacido oficialmente en
octubre del pasado año, será complementario a las instituciones
financieras transnacionales ya existentes, no una "amenaza" al Banco
Mundial, en el que Pekín siempre ha pedido mayor influencia del voto de
las potencias emergentes.
Pese a las llamadas a la
tranquilidad de China, hasta la prensa oficial de este país ha
calificado al banco inversor como "un desafío para Bretton Woods", en
referencia a los acuerdos que dieron nacimiento en 1944 al BM y el Fondo
Monetario Internacional.
Con el AIIB, China busca por otro
lado sacar mayor rentabilidad a su reserva de divisas (la mayor del
mundo, con más de 3,9 billones de dólares), así como avanzar en la
internacionalización de su moneda, el yuan, frente a otras como el dólar
o el euro.
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