El brutal asesinato del líder de la
oposición liberal rusa, Boris Nemtsov, férreo adversario de la
injerencia rusa en Ucrania y uno de los mayores críticos de Kremlin, ha
puesto en jaque al presidente ruso, Vladímir Putin, sometido ya a
fuertes presiones de gran parte de la comunidad internacional.
"Se hará todo por que los organizadores y autores materiales de este
artero y cínico asesinato reciban su merecido castigo", escribió Putin
en su mensaje de condolencia a la madre del político, asesinado de
cuatro balazos por la espalda a escasos metros de la Plaza Roja de
Moscú.
El jefe del Kremlin destacó que Nemtsov "dejó su huella
en la historia de Rusia, en la política y la vida social", un discurso
muy diferente de las palabras de su portavoz, Dmitri Peskov, poco
después de que se perpetrara el asesinato.
"Si comparamos con
la popularidad de Putin, Borís Nemtsov era poco más que un ciudadano
corriente", había dicho Peskov, tras recalcar que el opositor no
representaba ninguna amenaza en el plano político para el jefe del
Kremlin y que su asesinato tenía todos los visos de una provocación.
Entre ambos mensajes, la comunidad internacional condenó de manera
unánime el asesinato de Nemtsov y exigió a Rusia una investigación
rápida e independiente para llevar a los culpables ante la Justicia.
Nemtsov fue una de las principales voces en Rusia que denunció la
intervención de soldados rusos en el este de Ucrania y, según el
presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, tenía previsto aportar pruebas
convincentes de dicha injerencia, que Moscú niega a rajatabla.
De ahí que su asesinato fortalecerá, sin duda, las posturas de los
países que demandan una política de sanciones más dura contra Rusia por
su papel en la crisis ucraniana.
En el plano interno, la
trágica desaparición de Nemtsov, "uno de los políticos más talentosos
del período de las reformas democráticas", según el primer ministro
ruso, Dmitri Medvédev, podría llevar a la cohesión de la fragmentada
oposición liberal.
Ninguno de los correligionarios de Nemtsov
apuntó su dedo acusador contra el Kremlin, pero muchos achacaron su
asesinato al clima de odio e intolerancia hacia la disidencia y al
patrioterismo que fomentan los medios rusos con la anuencia de las
autoridades.
Los opositores, a una sola voz, denunciaron que el asesinato de Nemtsov fue por motivos políticos.
"En el país se ha creado una demanda de maldad, de odio, de
agresión", dijo el padre de las privatizaciones rusas, Anatoli Chubáis,
compañero de Nemtsov en el Gobierno ruso de la época de Boris Yeltsin,
en la segunda mitad de los pasados años noventa.
Chubais, que
acudió a depositar flores al lugar en el que fue asesinado Nemtsov, se
mostró perplejo por los comentarios de algunos políticos acerca de que
el opositor pudo haber sido asesinado por sus propios compañeros, como
apuntó el líder ultranacionalista, Vladímir Yirinovski.
"Es
hora de que todos nosotros, autoridades, liberales, nacionalistas,
conservadores, nos detengamos a pensar adónde llevamos a Rusia", añadió.
El Ayuntamiento de Moscú, que a primera hora de hoy se había negado a
autorizar una marcha en memoria de Nemtsov para mañana domingo por el
centro de la capital, concedió finalmente su permiso, pese a que la
petición no estaba dentro de los plazos reglamentarios.
El
Kremlin ordenó la creación de un grupo especial para investigar el
asesinato del líder opositor, apremiado por la gravedad que reviste el
caso.
El asesinato de Nemtsov es el tercero de un destacado
dirigente liberal ruso en los últimos 16 años; en noviembre de 1998, un
asesino a sueldo acabó con la vida de la diputada Galina Starovóitova, y
en 2003, el diputado Serguéi Yushenkov corrió la misma suerte.
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