El presidente ruso, Vladímir Putin, alertó
hoy sobre el riesgo de una revolución en Rusia, en víspera del
aniversario del estallido de las protestas populares en Ucrania, adonde
llegará esta noche el vicepresidente de EEUU, Joe Biden.
"Para
nosotros es una lección y una advertencia y haremos todo lo posible
para que eso nunca ocurra en Rusia", dijo Putin durante la reunión del
Consejo ruso de Seguridad.
Aunque no aludió expresamente a
Ucrania, Putin destacó "las trágicas consecuencias de la ola de las
llamadas revoluciones de color", término utilizado por el Kremlin para
definir movimientos de protesta como la Revolución de las Rosas en
Georgia, la Naranja y el Euromaidán en Ucrania, o las "primaveras" en
países árabes como Egipto y Túnez.
"En el mundo actual, el
extremismo se utiliza como instrumento de geopolítica y reparto de
esferas de influencia", dijo Putin, que acusó a EEUU de instigar las
multitudinarias protestas antigubernamentales contra el fraude electoral
de finales de 2011 en Rusia.
"Qué conmociones han vivido y
viven los pueblos de los países que fueron sometidos a esos
irresponsables experimentos de soterrada y, en ocasiones, burda y
flagrante injerencia en sus vidas", destacó.
Con respecto al
movimiento de protesta que nació en Kiev el 21 de noviembre de 2013
después de que el Gobierno renunciara a asociarse con la Unión Europea,
Putin lo considera un "golpe de Estado" que contó con la connivencia de
la Unión Europea y Estados Unidos.
Putin opinó que los
llamados "valores comunes europeos y occidentales", que describió como
"palabras generales" sobre democracia, "no dan derecho a genocidios y a
golpes de Estado".
Precisamente, coincidiendo con el
aniversario, Biden visita Kiev, donde se reunirá mañana con el
presidente ucraniano, Petró Poroshenko, y con el primer ministro, Arseni
Yatseniuk.
Con respecto a Rusia, advirtió sobre las
"irreversibles" consecuencias de la propagación de las ideas extremistas
para un país multinacional, por lo que llamó a "erradicar" cualquier
brote extremista que puede provocar un conflicto étnico, social o
religioso.
"Los llamamientos a revertir violentamente el orden
establecido son muestras directas de pensamiento antipopular y de
extremismo. Al defender la libertad de elección, de asociación y de
manifestación, uno no puede olvidar la responsabilidad por sus palabras y
acciones", dijo.
Pero negó que la lucha contra el extremismo
signifique la persecución de la oposición, ya que Rusia "es un país
democrático" en el que "los ciudadanos pueden expresar su opinión" y
"tienen derecho a estar en la oposición".
Por otra parte,
Rusia advirtió hoy contra el suministro de armamento letal a Ucrania por
parte de Estados Unidos, horas antes de la llegada de Biden a Kiev.
"Considero que Estados Unidos es uno de los iniciadores del conflicto
que tiene lugar en territorio de Ucrania y, si van a vender allí
armamento, entonces el conflicto se expandirá", abundó Nikolái
Pátrushev, jefe del Consejo de Seguridad de Rusia.
Durante una
sesión del Senado norteamericano, Anthony Blinken, asesor para política
exterior del presidente, Barack Obama, propuso "reforzar la capacidad
de las fuerzas ucranianas, incluso con equipos letales de defensa".
En opinión de Blinken, quien opta al puesto de subsecretario de
Estado, ese sería un factor que obligaría a Rusia a "pensárselo dos
veces" y dejar de interferir en Ucrania.
"Es una grave señal.
Sería una directa violación de los acuerdos alcanzados, inclusive con la
participación de EEUU. Me refiero a la Declaración de Ginebra del 17 de
abril", replicó Alexandr Lukashévich, portavoz de la Cancillería rusa,
en rueda de prensa.
Lukashévich recordó que en Ginebra se
acordó impulsar el pronto inicio de un diálogo nacional en Ucrania y el
urgente cese de las acciones militares, que prosiguen pese a la
declaración de alto el fuego del pasado 5 de septiembre.
El
diplomático ruso advirtió de que "se puede tratar de un cambio de los
principios que guían la política de la Administración (norteamericana)
con respecto al conflicto en el sureste de Ucrania".
"Entonces
podremos hablar de un grave factor desestabilizador que puede influir
seriamente en el equilibrio de fuerzas en esta región", agregó.
Hasta ahora, la Casa Blanca ha rechazado todos los llamamientos de
Kiev a suministrarle armamento para poder sofocar la sublevación
prorrusa armada en las regiones orientales de Donetsk y Lugansk, incluso
cuando en septiembre Poroshenko dijo en el Congreso estadounidense que
"la guerra no se gana con mantas".
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