El secretario general saliente de la OTAN,
Anders Fogh Rasmussen, que desde mañana será sustituido por el noruego
Jens Stoltenberg, ha mostrado en su mandato un pragmatismo que le ha
servido para encarrilar la salida de las tropas de combate de
Afganistán, sin poder esquivar no obstante fricciones con Rusia.
El ex primer ministro danés Rasmussen (2001-2009) deja una OTAN a
punto de completar la salida de su misión de combate ISAF de Afganistán a
finales de este año, cuando dejará en manos de las fuerzas afganas la
totalidad de la seguridad del país, como muestra de cumplimiento de uno
de sus principales objetivos.
En cambio, tras cinco años al
frente de la organización, reconoce que su salida coincide también con
un momento de grandes desafíos para la Alianza Atlántica, entre ellos
las relaciones con Rusia, muy deterioradas por el papel adoptado por
Moscú en la crisis ucraniana, dijo a Efe durante una entrevista el
pasado viernes en que se despidió del organismo.
Cuando llegó
al cargo, Rasmussen se enfrentó al reto de acabar de normalizar unas
relaciones con Rusia recientemente restablecidas tras el conflicto en el
Cáucaso en agosto de 2008.
Otros retos para la Alianza son
sus perspectivas de ampliación y el gasto que los países miembros
dediquen al sector de la defensa, un esfuerzo que Rasmussen ha
solicitado encarecidamente para reforzar las capacidades aliadas pero
que por el momento no llega en global al 2 % del PIB establecido como
meta.
Su sucesor Stoltenberg, que como él fue primer ministro
en su país, Noruega, llega en un momento que el mismo Rasmussen, en
declaraciones a Efe, definió como "un momento difícil en el que nuestros
valores y nuestra voluntad se están poniendo a prueba".
Rasmussen llegó a la Alianza con fama de ser un hábil negociador y un
político pragmático que había demostrado fidelidad al entonces
presidente de Estados Unidos George W. Bush cuando estuvo al frente del
Gobierno de su país.
En esa época trató de amplificar en lo
posible sus lazos con EEUU y le respaldó en el envío de tropas a Irak, a
pesar de la ausencia de un mandato de la ONU para ello y las quejas de
la oposición danesa, que lo tildaron de arrogante y poco propenso al
diálogo.
Otro momento polémico al que se enfrentó en su
carrera política anterior a la Alianza fue la llamada "crisis de las
caricaturas" de 2005, cuando la publicación en un diario danés de unas
viñetas de Mahoma causó un conflicto con el mundo islámico, la mayor
crisis diplomática vivida en Dinamarca desde la Segunda Guerra Mundial.
Entonces, Rasmussen se erigió en defensor de la libertad de expresión y se negó a disculparse.
Rasmussen tenía ya entonces claras aspiraciones internacionales
después de convertirse en líder histórico de su partido con tres
mandatos seguidos.
Nacido en 1953 en una familia campesina de
Jutlandia, ya le llamaban "primer ministro" en la escuela, y ése era
siempre su papel en una versión del "Monopoly" que inventó con sus
hermanos.
A los 17 años ingresó en las Juventudes Liberales, a los 25 era diputado y a los 32 alcanzó la vicepresidencia del partido.
Como ministro de Impuestos y de Economía tuvo un caso de errores
contables que le hizo dimitir en 1992, pero salió ganando al ser elegido
portavoz parlamentario, hasta que en 1998 tuvo vía libre hacia el
liderazgo de su partido.
Inspirado en el nuevo laborismo del
británico Tony Blair, Rasmussen llevó al Partido Liberal al centro y,
asumiendo parte del ideario socialdemócrata, logró en 2001 la primera
mayoría absoluta de la derecha desde 1929 en Dinamarca, que mantuvo tres
legislaturas seguidas.
Rasmussen defendió una política de
inmigración férrea, la modernización del Estado del Bienestar y la
congelación fiscal con el apoyo del ultraderechista Partido Popular
Danés, mostrando un pragmatismo que algunos llamaron oportunismo.
Se ganó reputación internacional como hábil negociador en la
presidencia danesa de la Unión Europea (UE) en 2002, que culminó con la
ampliación a 25 países; de ahí que su nombre destacara para un alto
cargo en Bruselas.
Primer jefe de Gobierno en criticar
públicamente la política colaboracionista danesa con los nazis, unas
declaraciones a favor del matrimonio entre homosexuales le valieron en
2004 el premio anual de la Asociación de Gays de Dinamarca.
Rasmussen está casado y tiene tres hijos.
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