Los restos del Boeing-777 siniestrado en el
este de Ucrania son vigilados por un aguerrido grupo de rebeldes
dirigidos por el comandante "Ugriumi", que significa "El Sombrío".
"Me llaman El Sombrío porque me siento mal cuando pasan varios días
sin que vuele por los aires un tanque o un blindado de las fuerzas
ucranianas", aseguró a Efe el insurgente entre las risas de sus
subalternos.
El guerrillero reconoce que él no es oriundo del
Donbass, sino de la región de Jersón y que se enroló en las filas de la
milicia de la autoproclamada república popular de Donetsk para combatir a
la "Junta de Kiev", como a él le gusta llamar al nuevo Gobierno.
"Mientras respire, seguiré quemando tanques y blindados ucranianos
con sus comandantes dentro, como ocurrió en Krasni Limán. Sí, yo quemé
el blindado con el jefe del batallón. Lo hice yo y estoy orgulloso de
ello. Yo le pediría a Kiev que envíe más generales y coroneles", asegura
ufano.
"Ugriumi" mantiene a raya a todo aquel que se acerca a
la zona cero del siniestro del avión malasio que se estrelló tras ser
derribado por un misil cerca de la pequeña aldea de Grabovo, sean
socorristas, expertos internacionales o periodistas.
"No fotografíen los caras. Quedan avisados. Al que vea enfocando los rostros le rompo la cámara", advierte.
El campo donde yacen aún más de un centenar de cadáveres es
'territorio comanche' para todos, con la excepción de los miembros del
Ministerio para Situaciones de Emergencia.
"Ustedes consideran
que esta fue una tragedia. Pues sí, fue una gran tragedia. Murieron
casi 300 personas. Y todos ustedes vinieron. Pero, ¿dónde estaban
ustedes cuando bombardearon Slaviansk con armamento prohibido?", dijo.
El rebelde acusa a la prensa occidental de ocultar los desmanes de
las fuerzas gubernamentales, como "la orden de ejecutar milicianos
heridos, refugiados y niños" y "destruir una ciudad tras otra" en las
regiones rebeldes de Donetsk y Lugansk.
"¿Por qué no vinieron
ustedes antes a hacernos las mismas preguntas cuando en las ciudades no
se podía respirar por la cantidad de cadáveres que había en las calles,
cuando la Junta enterraba a sus propios soldados con tractores y después
decía que habían desaparecido?", subraya.
Pese a su fama de
huraño, disfruta departiendo con la prensa, a la que le gusta aleccionar
con frases lapidarias como: "Los (norte)americanos y europeos harían
bien en dejar en paz a los eslavos".
"La última vez llegamos
hasta Berlín. Así que, mejor que no nos provoquen. En Europa sólo
Alemania puede hacernos frente y eso que ahora no disponen de un
Ejército potente", proclamó.
Y no quiere ni oír hablar de un posible cese de las hostilidades hasta la victoria final sobre las fuerzas gubernamentales.
"No habrá ningún alto el fuego. Mientras haya muchos como yo, no
habrá ningún cese de los combates. Sólo la completa eliminación y
capitulación de la Junta de Kiev y, después, ¡a comparecer ante los
tribunales!", dijo.
Su buen humor cambia, una vez que la
caravana de la OSCE llega a la zona, momento que aprovecha para
sustituir el fusil Kaláshnikov con una ametralladora y una caja de
munición de gran calibre.
Se coloca desafiante delante de los
coches de la OSCE, les impide el paso y les obliga a inspeccionar el
lugar a pie por la ruta marcada por los rebeldes.
Poco importa
que el jefe de la misión de la OSCE, el suizo Alex Hug, ponga cara de
pocos amigos y le amenace con quejarse ante los dirigentes separatistas.
Únicamente, les deja visitar a un ilustre vecino de Grabovo,
Alexandr, el campesino que fue testigo de excepción de la catástrofe, ya
que el avión cayó a escasos metros de su casa.
Siente una
profunda desconfianza ante todo lo occidental y lo demuestra al insistir
a los periodistas que preguntemos a los inspectores de la OSCE cuál es
su rango militar.
"Ese seguro que es un Mayor o un coronel", asegura, y señala a varios miembros del grupo.
Y es que ese fue el motivo por el que los rebeldes retuvieron en
varias ocasiones durante los últimos meses a inspectores de la OSCE,
bajo la acusación de que espiaban para la OTAN.
En cuanto a
las sospechas occidentales sobre el derribo del avión a manos de los
rebeldes, las tacha de "completa tontería" y "mentira podrida".
"Los rebeldes no disponemos de armamento para derribar un avión que
volaba a tanta altura. Es una burda provocación del Gobierno, de la
Junta de Kiev. Están dispuestos a cualquier cosa, incluso a traicionar a
su pueblo con tal de dejarnos en mal lugar", subraya.
"Ugriumi" espera que "Estados Unidos y Europa abran finalmente los ojos y sepan la verdad sobre el Gobierno de Kiev".
"Se necesitarían cien hombres como tú para sostener esta
ametralladora", asegura, cuando un reportero norteamericano le pide que
le deje sostener el arma para que le hagan una foto de recuerdo.
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: