El ministro ruso de Asuntos Exteriores,
Serguéi Lavrov, se declaró ayer "especialmente indignado" por el insulto
proferido por su homólogo ucraniano, Andréi Deshitsa, al presidente de
Rusia, Vladímir Putin.
El jefe de la diplomacia ucraniana se
sumó ayer a los manifestantes que habían atacado la embajada rusa en
Kiev, en una ofensiva canción en la que llamaron "cara de polla" al
presidente ruso.
"Me ha indignado especialmente que, junto a
los que protestaban frente a la embajada rusa, el ministro interino de
Exteriores ucraniano Andréi Deshitsa, (...) se permitió una
declaraciones que se salen del marco de los códigos de comportamiento",
lamentó Lavrov en declaraciones a los periodistas rusos.
Agregó que no sabe "cómo podrá relacionarse a partir de ahora" con ellos
el ministro ucraniano, que anoche se acercó a la embajada rusa en Kiev
para aplacar los ánimos de las personas que habían arrojado adoquines,
paquetes explosivos y un cóctel molotov contra la legación de Moscú.
"Entiendo que tiene de quién aprender, ya que aquellos que apoyan a
las autoridades ucranianas actuales en Washington tampoco se cortan a la
hora de lanzar alguna palabra soez. Pero, en cualquier caso, un
diplomático como Deshitsa debe elegir las palabras", recalcó Lavrov.
El propio Deshitsa justificó su insulto a Putin al decir que era la
única manera de salvaguardar la embajada rusa y lograr que los
manifestantes más radicales dejaran de atacar el edificio.
La
manifestación para protestar por el apoyo de Moscú a los separatistas
del sureste de Ucrania se convirtió anoche en un ataque contra la sede
de la embajada rusa.
Los asistentes volcaron los automóviles
diplomáticos aparcados frente a la legación y lograron descolgar la
bandera rusa que ondeaba en el edificio, en medio de la pasividad de las
fuerzas antidisturbios que se encontraban en las inmediaciones.
La mayoría de los congregados, que exigían el "fin de la injerencia
de Rusia en los asuntos internos de Ucrania", se dispersó pasada la
medianoche.
Ayer, al menos 54 soldados ucranianos murieron a
manos de los rebeldes prorrusos, 49 de ellos tras ser derribado un avión
militar, en la jornada más negra para las fuerzas gubernamentales desde
el inicio hace dos meses de la operación antiterrorista en el sureste
del país.
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