El presidente electo ucraniano, Petró
Poroshenko, aseguró que ha acordado con el jefe del Kremlin, Vladímir
Putin, que un emisario ruso viajará a Kiev para abordar los primeros
pasos para el arreglo del conflicto en el este de Ucrania.
"A
Ucrania vendrá un representante ruso con el que discutiremos los
primeros pasos para el arreglo de la situación y el plan que yo he
presentado como presidente y que contempla una serie de pasos por parte
de la Federación Rusa y otros por parte de Ucrania", dijo Poroshenko a
la prensa.
Putin y Poroshenko, quien adelantó que las
negociaciones comenzarán este mismo domingo, se reunieron hoy por
primera vez desde las elecciones presidenciales en Ucrania en el marco
de la conmemoración del 70 aniversario del desembarco de Normandía, en
Francia.
El líder ucraniano, que jura su cargo mañana, aseguró
que, aunque sea aún prematuro, existen "bastantes posibilidades" de
implementar el plan de arreglo pacífico del conflicto en el este,
escenario de combates entre las fuerzas gubernamentales y los rebeldes
prorrusos.
"Hemos acordado no desvelar, a petición de todas
las partes involucradas en las negociaciones, las diferentes vías" de
negociación, dijo.
A su vez, expresó su confianza en recibir
"en breve" el reconocimiento ruso de los resultados de los comicios
presidenciales del 25 de mayo pasado, en los que fue vencedor.
En el encuentro con Putin, "el estado de ánimo era muy tenso (...),
aunque es bueno que el diálogo haya comenzado", confesó Poroshenko,
quien añadió que la tensión se notó especialmente "en la reacción (de
Putin) al plantear una pregunta sobre Crimea", anexionada por Rusia en
marzo pasado.
Ucrania, agregó, se propone "lograr de manera insistente los objetivos que se ha planteado".
Reconoció que el primer contacto con el líder ruso tuvo lugar en
presencia del presidente francés, Francoise Hollande, y la canciller
alemana, Angela Merkel, y gracias a la activa mediación el presidente de
EEUU, Barack Obama.
Poroshenko se ha mostrado dispuesto a
declarar una amplia amnistía para aquellos milicianos prorrusos que no
hayan cometido delitos de sangre, pero ha descartado hasta ahora
cualquier negociación con los líderes separatistas, a los que tacha de
"bandidos, terroristas y asesinos".
También está dispuesto a tomar medidas de descentralización y reconocer el estatus regional de la lengua rusa (hablada mayoritariamente en el sureste), pero se opone a la federalización del país, como demanda el Kremlin.
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