Las potencias occidentales del Consejo de
Seguridad de la ONU acusaron hoy a Rusia de estar detrás de los últimos
movimientos en el este de Ucrania, mientras que Moscú advirtió de que si
Kiev cumple su ultimátum e interviene contra los separatistas puede
desatarse una guerra civil.
"En solo unas horas, las cosas
pueden dar un giro negativo irreversible", aseguró el embajador ruso,
Vitaly Churkin, durante la reunión de urgencia celebrada por el máximo
órgano de decisión de las Naciones Unidas en la noche del domingo.
Churkin negó que Rusia esté detrás de la ocupación de edificios
gubernamentales en el este de Ucrania y aseguró que su único interés es
lograr calmar la situación.
"Algunos, incluidos en esta sala,
no quieren ver las verdaderas razones de lo que pasa en Ucrania y están
constantemente buscando la mano de Rusia detrás de lo que está
ocurriendo. Ya basta", clamó el embajador del Kremlin.
Churkin
llamó a Estados Unidos y a las potencias europeas a usar su influencia
sobre Kiev para evitar que cumpla con su amenaza de utilizar al Ejército
en las próximas horas contra los sublevados que no depongan las armas.
Según Moscú, que insiste en que lo que ocurre en la región son
simples protestas ciudadanas, corresponde a Occidente hacer algo para
"evitar una guerra civil en Ucrania".
Del otro lado, EE.UU.,
Francia y el Reino Unido acusaron a Rusia de repetir en Ucrania oriental
la estrategia empleada en Crimea y de organizar las últimas acciones
inventándose una inestabilidad inexistente.
"Esto no son
manifestaciones ni protestas, son acciones militares", aseguró la
embajadora estadounidense, Samantha Power, quien llamó la atención sobre
cómo los supuestos "ciudadanos preocupados" de Sloviansk y otras
ciudades están equipados "exactamente como las tropas de elite que
ocuparon Crimea".
"Muchas de las unidades que hemos visto fueron equipadas con chalecos antibalas y uniformes de camuflaje", afirmó.
"Sabemos quién estás detrás de esto, ya que la única entidad en el
área capaz de estas acciones coordinadas de forma profesional es Rusia",
afirmó la embajadora estadounidense.
En esa línea, el
embajador británico, Mark Lyall Grant, resumió la situación diciendo que
grupos "profesionales, bien armados y bien equipados" están ejecutando
"operaciones bien coordinadas" en la zona.
Se trata de un
esquema "demasiado familiar" que "apunta claramente hacia Rusia", añadió
Lyall Grant, quien acusó a Moscú de usar "pretextos manufacturados"
para su "postura agresiva".
Mientras, el embajador francés,
Gérard Araud, recordó la presencia de tropas rusas junto a la frontera
ucraniana y cómo Rusia intenta asfixiar económicamente a su vecino al
"aumentar brutalmente" el precio del gas que le vende y bloquear la
entrada de mercancías a su territorio.
En la sesión intervino
también el representante permanente de Ucrania, Yuriy Sergeyev, quien
fue más allá y aseguró que lo que está sucediendo en el este del país es
"una operación terrorista a gran escala orquestada por Rusia".
Sergeyev garantizó que su Gobierno no dejará que se repita lo sucedido
en Crimea y reiteró que está dispuesto a responder por la fuerza este
mismo lunes si los sublevados no dan marcha atrás.
En el
acalorado debate, China volvió a mantenerse al margen, limitándose a
señalar su preocupación por la situación y haciendo un llamamiento a la
calma.
La reunión del Consejo de Seguridad fue la décima
mantenida por el órgano para tratar la crisis ucraniana y se celebró en
esta ocasión a petición rusa.
El encuentro se convocó con poco
más de tres horas de antelación, después de que militantes prorrusos se
hicieron con el control total de Slaviansk, en el sureste de Ucrania, y
rechazaron una operación policial lanzada por el Gobierno de Kiev para
restaurar el orden en la ciudad de cerca de 120.000 habitantes.
Durante los choques, al menos un oficial del Servicio de Seguridad de
Ucrania murió y otros cinco efectivos resultaron heridos en un tiroteo
con las milicias prorrusas, unos hechos que han hecho saltar todas las
alarmas en la comunidad internacional.
En este sentido, el
secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Políticos, el
argentino Óscar Fernández-Taranco, avisó durante el debate de que la
situación en Ucrania "es más explosiva que nunca" y la posibilidad de
que un empeoramiento del conflicto contagie la inestabilidad a toda la
región.
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