El magnate ruso Mijaíl Jodorkovski, quien
será indultado en breve por el Kremlin, cayó en desgracia hace 10 años
por desafiar al presidente Vladímir Putin, que no dudó en desatar toda
su ira contra el otrora hombre más rico de Rusia.
Son pocos
los que dudan de que Jodorkovski nunca habría sido represaliado de no
ser por su decisión de financiar a la oposición política al Kremlin,
osadía que le costó 14 años de prisión y la expropiación de la mayor
petrolera de Rusia, Yukos.
Como consecuencia, el
multimillonario se ha pasado los últimos diez años de su vida encerrado
en una prisión de la remota región siberiana de Chitá, fronteriza con
China y Mongolia.
Jodorkovski, como muchos otros emprendedores
empresarios judíos rusos, forjó su fortuna en los turbulentos años de
la privatización postsoviética, aprovechando el vacío legal existente
durante la era "yeltsiniana" (1991-2000).
En vísperas del
cambio de milenio (1999), el empresario ruso decidió legalizar las
operaciones de Yukos, que se convirtió así en la compañía más
transparente de Rusia a ojos de las auditoras occidentales.
Antes de su detención en 2003, Jodorkovski era una de las personas más
influyentes del país, mientras Yukos era la mayor petrolera privada rusa
y el principal suministrador de petróleo a China.
Según
partidarios y detractores, en ese preciso momento el oligarca se creyó
intocable, hasta el punto de que en una reunión con Putin le echó en
cara la rampante corrupción existente en el Gobierno.
Jodorkovski nació en 1963 en Moscú en el seno de una familia de
ingenieros e inició su carrera empresarial en 1987, en plena
"Perestroika", al fundar con unos amigos una compañía de compraventa de
ordenadores y luego de importación-exportación, negocio que le reportó
sus primeros beneficios.
En 1991 fundó el grupo bancario
Menatep, uno de los primeros bancos privados del país, que se expandió
rápidamente al serle asignada la gestión de fondos de compensación a las
víctimas de la catástrofe nuclear de Chernóbil.
Con todo,
Jodorkovski fraguó su fortuna al comprar a precio de saldo masivas
participaciones ("vouchers" repartidos entre la población) en las
empresas estatales soviéticas recién privatizadas, lo que le permitió
adquirir la petrolera Yukos por 350 millones de dólares.
Su
meteórica carrera parecía imparable, incluso después de que Putin
asumiera el cargo de primer ministro en el verano de 1999 y la
presidencia al año siguiente.
No obstante, Jodorkovski hizo
oídos sordos a los avisos enviados desde el Kremlin y comenzó a
financiar a partidos opositores liberales como Yábloko, el único que se
opuso desde el principio a la guerra de Chechenia.
En octubre
de 2003, en vísperas de las elecciones parlamentarias, Jodorkovski fue
detenido por una unidad especial de los servicios secretos cuando se
encontraba en su avión privado en el aeropuerto de la ciudad siberiana
de Novosibirsk.
Durante el proceso judicial, Jodorkovski
defendió su inocencia y acusó al Kremlin de lanzar una campaña de acoso y
derribo contra su persona para poder "saquear" libremente la petrolera
Yukos, ahora expropiada y en manos de la estatal Rosneft.
Finalmente, el 31 de mayo de 2005 fue condenado a nueve años de prisión
por nueve delitos estipulados en seis artículos del Código Penal de
Rusia, junto con el ex director financiero de Yukos, Platón Lébedev.
En octubre, fue trasladado a una penitenciaría a 7.000 kilómetros de
Moscú, donde ha estado varias veces en celdas de castigo, entre otras
cosas por escribir artículos en la prensa contra Putin, y ha
protagonizado dos huelgas de hambre.
En febrero de 2007 la
Fiscalía General presentó nuevos cargos en su contra por presunto robo
de crudo a su propia petrolera, en 1998-2003, por valor de unos 35.000
millones de dólares, y por blanqueo del dinero obtenido.
Por
ello, en diciembre de 2010 fue sentenciado a otros seis años de cárcel,
lo que aumentaban a 13 años y medio el total de su condena.
En
diciembre de 2011, Jodorkovski vio reducida su pena en dos años, por lo
que debería salir en libertad el 25 de octubre de 2014, diez años
después de su detención.
Hasta ahora se había negado a pedir
el indulto por cuestión de principios al considerar que esto sería
interpretado por el Kremlin como un reconocimiento de culpa.
Amnistía Internacional y la oposición liberal rusa consideran preso
político a Jodorkovski, que ha perdido casi la totalidad de sus 15.000
millones de dólares de fortuna.
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