La estatua de Lenin derribada por
manifestantes radicales en el centro de Kiev hace cinco días continúa
hoy tirada en el suelo, donde poco a poco es reducida a pedazos a golpes
de martillo.
El monumento al fundador de la Unión Soviética
yace desde el pasado día 8 junto al alto pedestal que lo sostenía, en el
bulevar central de la Plaza de Besarabia, no lejos del centro
neurálgico de las protestas opositoras, la Plaza de la Independencia.
Las autoridades de la capital no han mandado a recoger la estatua de
cuarcita roja del mandatario comunista, que en cambio es rodeada por
decenas de opositores o simples curiosos en busca de un recuerdo en
forma de piedra.
Allí, Boris y Vitali, dos hombres de mediana
edad, la golpean sin cesar con sendos martillos y punzones para hacer
saltar pedazos de piedra que luego reparten entre quien los quiera, en
medio de las palabras de aprobación de los asistentes.
La
estatua no tiene rostro, ya que la cabeza desapareció poco después de
que un grupo de activistas opositores, con la ayuda de unos cables de
acero, lograra hacerla caer de su pedestal.
Tampoco se
distinguen ya apenas los brazos, y la figura de Lenin es irreconocible,
convertida en un tronco informe de color rojizo, el mismo de la piedra
con que se construyó el Mausoleo que guarda en la Plaza Roja de Moscú el
cuerpo embalsamado del dirigente bolchevique.
Hace unos días
se supo que algunos fragmentos de la estatua fueron puestos a la venta
en varias páginas web ucranianas a unos 6,25 dólares el kilogramo como
precio de partida.
"Vendemos un fragmento del último Lenin de
Kiev. El precio de los fragmentos de Lenin dependen del peso y de la
parte del cuerpo de la que se trate. La mano cuesta 1.000 grivnas (120
dólares), un trozo del brazo son 750 (90 dólares)", rezaba uno de los
anuncios, que señalaba que la cabeza no tenía precio.
Sin
embargo, una vez arrancadas las mejores piezas, los pedazos que hacen
saltar Boris y Vitali a golpes de martillo son repartidos gratuitamente
entre los paseantes que lo deseen.
La estatua, obra del
escultor Serguéi Merkúrov, se encontraba en la Plaza de Besarabia desde
diciembre de 1946 y, tras su derribo, la Policía abrió un caso penal por
disturbios masivos, pero nadie ha sido detenido.
La acción
vandálica fue condenada por algunos dirigentes opositores, y desde el
escenario montado en la Plaza de la Independencia, la popular cantante
Ruslana, ganadora de Eurovisión 2004 y activista de las actuales
protestas pidió a la gente "abstenerse de acciones incivilizadas".
"La estatua de Lenin no resuelve nada y su derribo lo único que hace
es complicar las negociaciones con otras fuerzas políticas", dijo la
artista poco después del hecho.
El revuelo de personas
alrededor de la estatua caída no es más que una parte de las numerosas
"actividades" que llenan las calles del centro de Kiev y su Plaza de la
Independencia en el fragor del ambiente revolucionario que envuelve a
las protestas opositoras.
Por toda la avenida Kreschatik, la
principal de Kiev y que lleva a la plaza, el Euromaidán, como es
conocida, es constante el paso de personas con banderas nacionales,
europeas o de los partidos opositores.
En el Maidán, la
actividad es frenética entre las cada vez más numerosas tiendas de
campaña instaladas, con personas transportando leña para las hogueras,
voluntarios con la cruz roja sanitaria repartiendo medicinas o haciendo
curas a quien lo necesite, y "babushkas" (abuelas) repartiendo comida y
bocadillos.
También son constantes las actuaciones musicales,
desde cantantes folk o pop en el gran escenario con la leyenda "Por una
Ucrania europea", hasta un gaitero solitario que toca mientras a su lado
marcha una procesión de fieles precedidos por la figura de una virgen e
iconos religiosos.
Hombres y mujeres de todas las edades se
reúnen en torno a las hogueras para beber té, aliviados por la subida de
las temperaturas registrada en las últimas horas hasta los 0 grados, y
nadie parece tener prisa por irse, al menos hasta que logren su
objetivo: acercarse a Europa y la renuncia del Gobierno.
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