Entre el gentío que desde hace días llena la
plaza de la Independencia de Kiev para protestar contra el Gobierno del
presidente ucraniano, Víctor Yanukóvich, los estudiantes universitarios
se han convertido en la fuerza de vanguardia de las manifestaciones
populares.
Antes de que las fuerzas antidisturbios sacaran a
porrazos hace casi una semana a los manifestantes que pasaban la noche
en la Plaza de la Independencia, ahora conocida como Euromaidán (maidán
es plaza en ucraniano), los estudiantes ya habían empezado a organizarse
contra la decisión de Yanukóvich de dar la espalda a Europa.
Junto a las centenares de tiendas de campaña instaladas por toda la
plaza bajo banderas políticas que van desde los partidos de la oposición
hasta las que enarbolan ultranacionalistas y radicales, los estudiantes
han montado sus propios campamentos donde organizan el reparto de
comida, guardias en la cocina y turnos de seguridad.
Sofía
Borisko, estudiante de la Universidad Tarás Shevchenko de la capital, no
conoce la historia del Movimiento 15-M español, pero aún sin saberlo,
sus compañeros y ella comparten el hartazgo con la clase política
acomodada en el poder que prendió, hace dos años y medio, la llama de la
protesta en la madrileña Puerta del Sol.
Los estudiantes
ucranianos no quieren ni oír hablar del respaldo de los partidos
políticos ni de sus fondos y colectas para mantener la protesta.
"Estamos en contra de todo el sistema político que hay en Ucrania.
Queremos cambiar las reglas de juego y sabemos que estos líderes de la
oposición no traerán nada nuevo cuando lleguen al poder. No quieren
cambiar nada, solo quieren ocupar el lugar de los que están ahora", dijo
Borisko a Efe.
Sin atender a los mítines de la oposición
desde el escenario principal del Euromaidán, estudiantes de todas las
universidades de Kiev y también de otras regiones de Ucrania celebran
asambleas para exponer cómo quieren que sea su país en el futuro.
Luchan contra un sistema que creen corrupto y postsoviético, y fijan su vista en la sociedad europea.
"Queremos vivir como viven en Europa. Creo que en Europa, al menos,
se respetan los derechos humanos. Y como todo se aprecia en la
comparación, estamos seguros de que queremos la integración" con la
Unión Europea, asegura esta joven estudiante de Economía.
Por
cuarto día consecutivo, los estudiantes se despiertan junto a otras
miles de personas en el centro de Kiev tras pasar otra gélida noche en
la calle.
Lo tienen todo para vivir durante semanas, desde el
reparto interrumpido de comida y bebidas calientes, ropa de abrigo y
mantas, hasta puntos de atención médica, hogueras para calentarse,
lugares para charlar, e incluso una biblioteca.
La mañana es
el único momento del día en el que no suena la música o las incendiaras
proclamas de los oradores de los partidos opositores en el Euromaidán.
El bello centro histórico de Kiev ahuyenta el sueño envuelto en el
humo de al menos un centenar de hogueras encendidas en barriles,
papeleras o sencillamente sobre el suelo.
El olor del humo se
extiende más allá de las barricadas que rodean toda la plaza para
impedir el acceso a los antidisturbios, pero el calor del fuego no es
suficiente para calentar a todo el mundo.
Muchos se refugian
en la Casa de los Sindicatos, situada en la misma plaza, y en el
Ayuntamiento de Kiev, ambos tomados el domingo pasado y convertidos en
cuarteles generales de la oposición al Gobierno,
Oculto el sol
cuando apenas son las cinco de la tarde, los más frioleros empiezan a
fluir hacia el edificio de la administración municipal de Kiev,
enclavado en la principal calle de la ciudad a unos cientos de metros de
la Plaza de la Independencia.
El Euromaidán se ha instalado
en los pasillos de su planta baja y también en su majestuosa sala de las
columnas, convertida en un campamento que reproduce casi al cien por
cien la Plaza de la Independencia.
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