Rusia se clasificó brillantemente para el
Mundial de Brasil tras dejar en la cuneta a la gran favorita de su
grupo, la Portugal de Cristiano Ronaldo, éxito que supone la redención
de su seleccionador, el italiano Fabio Capello.
Capello, que
logró grandes éxitos al frente de diferentes clubes a lo largo de su
carrera (Milán, Real Madrid, Roma), tenía una espina clavada, ya que
dimitió como seleccionador inglés en febrero de 2012 debido a un
conflicto por la capitanía de John Terry, lo que le impidió dirigir a
los inventores del fútbol en la pasada Eurocopa.
Pues a fe que
se la quitó, ya que los rusos redondearon una magnífica fase de
clasificación, que encarrilaron con la victoria sobre los portugueses en
Moscú (1-0), con lo que hicieron olvidar el fiasco ante Eslovenia en la
repesca del Mundial de Sudáfrica con el holandés Guus Hiddink en el
banquillo.
Con el lema "El motor del futbolista está en la
cabeza, no en las piernas", Capello se propuso cambiar la endeble
mentalidad del fútbol ruso y para ello lo primero que hizo fue
deshacerse de vacas sagradas como Arshavin, Pavlychenko, Pogrebnyak y
Zyriánov.
Rusia no disputa un Mundial desde el de Japón y
Corea en 2002, cuando no superó ni siquiera la primera fase, por lo que
la clasificación para Brasil era el objetivo número uno, pero Capello
también fue contratado para forjar una nueva generación de futbolistas
con vistas al Mundial que Rusia organizará en 2018.
Con ese
objetivo en mente, Capello entregó los galones del equipo a jóvenes como
Alexandr Kokorin (Dinamo), la nueva estrella del equipo, a futbolistas
grises como Glushakov (Spartak) y a jugadores hasta ahora marginados por
la selección como Fayzulin (Zenit) o Samédov (Lokomotiv).
Kokorin, de 22 años, es un jugador muy completo, ya que sin ser un
dechado de técnica, maneja bien las dos piernas, tiene instinto goleador
y puede jugar tanto de delantero centro, como de 10 o incluso en la
banda.
Entre los veteranos, únicamente conserva el puesto el
delantero Alexandr Kerzhakov, que parece vivir una segunda juventud a
sus 31 años, y Shirókov, un jugador vital para el equipo por su
personalidad.
La Rusia de Capello es un equipo muy seguro en
defensa, que apenas arriesga el balón, y que cimenta su estabilidad en
la compenetración de sus centrales -Ignashévich y los hermanos
Berezutsky- y la seguridad de su portero Ígor Akinféev, titular
indiscutible desde 2005.
A lo que Capello aún no ha podido
encontrar una solución es a la falta de gol del equipo eslavo, ya que
Kokorin es el único capaz de superar con su talento las defensas
rivales, y mucho depende de las llegadas desde atrás de Shirókov y de
las jugadas por banda del fino Samédov.
A decir verdad, Rusia y
su antecesora, la Unión Soviética, ha logrado sus mayores éxitos en las
Eurocopas -campeón en 1960 y finalista en 1964, 1972 y 1988- y no en la
Copa Mundial, en la que únicamente fue cuarta en Inglaterra 66.
El éxito más reciente del equipo ruso fue la Eurocopa de Austria y
Suiza en 2008, en la que derrotaron en los cuartos de final a Holanda
(3-1) en un gran partido de Arshavin, pero a la postre cayeron en las
semifinales ante España (3-0), la campeona continental.
La
generación de Arshavin, que pese a su innegable talento no llegó a
triunfar en el fútbol inglés, ha sido sustituida por la de Kokorin, que
incluye también al madridista Denís Chéryshev, que milita ahora en el
Sevilla y que ya ha sido convocado por Capello para el equipo nacional.
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