La oposición ucraniana, que se ha adueñado de las calles de Kiev desde hace diez días para vengar su "sueño roto" de acercarse a la Unión Europea (UE), libra ya una batalla preelectoral buscando el adelanto de las elecciones presidenciales de 2015.
Las protestas populares comenzaron el 21 de noviembre, cuando el presidente Víktor Yanukóvich echó un jarro de agua fría a los europeístas al anunciar que Ucrania no firmaría un Acuerdo de Asociación con la UE, negociado durante años y que supondría un paso de gigante hacia la futura integración.
Pero arreciaron desde que el viernes pasado concluyó en Vilna la cumbre entre la UE y los países de la Asociación Oriental -seis repúblicas ex sovieticas, entre ellas Ucrania- sin consumarse el que iba a ser el principal punto de la agenda, la firma del acuerdo con Kiev.
Al igual que las protestas y el número de manifestantes -que el domingo llegaron al medio millón de personas, según los cálculos de la oposición- también han ido creciendo en intensidad las exigencias de dimisión de Yanukóvich y su Gobierno, y los llamamientos a celebrar comicios presidenciales y parlamentarios.
Que en la calle se libra algo más que la eterna dicotomía Unión Europea-Rusia en la polarizada sociedad ucraniana lo expresó ayer el propio presidente ruso, Vladímir Putin.
Pero el jefe del Kremlin, virtual ganador en la pugna con Bruselas por la influencia sobre Ucrania, vio agriarse su victoria por el estallido de unas protestas ahora "descontroladas", según reconoció el primer ministro ucraniano, Nikolái Azárov.
En Armenia, otro de los países de la Asociación Oriental montada por Bruselas para propagar su ideario al Este, Putin dijo que las acciones de protesta "tienen poco que ver con las relaciones entre Ucrania y la UE", y en cambio obedecen a intereses de quienes "quieren agitar los procesos políticos internos".
"Se trata de una acción bien planeada de antemano" con la vista puesta en las elecciones presidenciales de 2015, afirmó el presidente ruso.
Demagogia o no, entre las decenas de miles de personas que se manifiestan estos días en Kiev resuenan con fuerza, en la plaza de la Independencia, las arengas de quienes serían los principales contendientes de Yanukóvich en unos comicios presidenciales.
Uno de ellos es Vitali Klitschkó, el campeón de boxeo de 42 años que encabeza el partido UDAR, un acrónimo que en ruso y ucraniano significa GOLPE, y que en el último año se ha perfilado como una alternativa real a Yanukóvich.
Su fama de proeuropeo y luchador anticorrupción ha traspasado las fronteras y ayer, el ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, anunció en una entrevista que había propuesto a Klitschkó "recibirlo en París" como representante de la oposición ucraniana para conocer lo que está pasando.
Y dijo de él que después de haber sido campeón de boxeo "construyó su fortuna con sus puños", es decir, que "es incorruptible" y además "cree en la democracia".
Otro dirigente opositor cuya voz resuena estos días en los mítines que se desarrollan casi sin interrupción en el "Euromaidán" (como se conoce a la asamblea popular europeísta en la plaza de la Independencia) es Arseni Yatseniuk, líder del grupo parlamentario "Batkivschina" (Patria), que encabeza desde la cárcel la exprimera ministra Yulia Timoshenko.
Yatseniuk, abogado y economista de 39 años, exministro de Exteriores y de Economía y expresidente de la Rada (parlamento), entre otros cargos, es uno de los políticos de la oposición más poderosos.
Las encuestas también le sitúan en la carrera presidencial, al igual que a Klitschkó.
Igualmente, crece en popularidad Oleg Tiagnibok, de 45 años, el más controvertido de los líderes opositores, quien encabeza el nacionalista "Sloboda" (Libertad).
Miembros de su movimiento fueron quienes tomaron el pasado domingo el edificio del Ayuntamiento de Kiev, y en los últimos días ha repetido que "la revolución ha comenzado en Ucrania".
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