El calentamiento global está abriendo nuevas
rutas comerciales por el Polo Norte antes inaccesibles, lo que ha
llevado a potencias como Estados Unidos, Canadá o Rusia a marcar su
dominio militar en una región inhóspita como el Ártico.
El
Pentágono publicó el pasado fin de semana una nueva estrategia de
Defensa en el Ártico para marcar prioridades y alianzas en una zona que
el cambio climático está abriendo a la explotación económica y donde
hasta el momento la presencia militar se reduce a discretas bases
rodeadas de hielo la mayor parte del año.
"El Ártico está en
un punto de inflexión en el que la capa de hielo está disminuyendo a una
velocidad mayor a la esperada y la actividad humana, desde
hidrocarburos, exploración mineral, pesca, transporte y turismo, está
aumentando", indica el informe del Pentágono.
Rusia, Canadá,
Estados Unidos (gracias a Alaska), Dinamarca (por Groenlandia) y Noruega
son las principales potencias árticas que se disputan los nuevos
territorios marítimos que ofrece el deshielo y que son ricos en recursos
naturales.
El secretario de Defensa estadounidense, Chuck
Hagel, viajó el pasado fin de semana a Nueva Escocia (Canadá) para
escenificar la alianza con Canadá ante la pujanza económica del Polo
Norte y presentar la estrategia del Pentágono.
Hagel recordó
que en la región se está produciendo un "cambio histórico" que
modificará los equilibrios de poder en una región hasta ahora olvidada y
que en las próximas décadas permitiría el tránsito de transporte
marítimo desde Alaska a Europa.
"Lo que antes era un desierto helado ahora está evolucionando a un océano navegable", dijo Hagel.
Admitió que "los descubrimientos han estado seguidos de conflictos,
pero debemos asegurarnos que la historia no se repite en el Ártico".
El plan del Pentágono carece de un apartado esencial: compromisos de
inversión, que sitúan a EE.UU. muy por detrás de la hegemonía de Rusia,
que está ampliando una flota de rompehielos mucho más avanzada que los
obsoletos equivalentes de la Guardia Costera estadounidense.
"Rusia está marcando su superioridad en el Ártico, tienen gran interés
económico y están preparando una estrategia y tienen visión, mientras
que Estados Unidos está confundido, no se está posicionando y tiene
dificultades por los problemas presupuestarios", dijo a Efe Heather
Conley, experta del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales
(CSIS) en el papel geopolítico del Ártico.
La Guardia Costera
ha pedido al Congreso 626 millones de euros hasta 2017 para construir un
rompehielos convencional que se sume a los otros dos de los que
dispone, uno de ellos ya obsoleto pero que ha sido puesto a punto para
seguir operativo.
Por contra, Rusia dispone de 7 de
rompehielos nucleares, el único país del mundo con navíos de este tipo
con propulsión atómica, que les permite alcanzar distancias dentro del
hielo sin parangón.
Moscú anunció este mes que prepara la
mayor flota del mundo de este tipo de navíos con capacidad de ataque, al
tiempo que ha comprometido 1.200 millones de euros para tener listo en
2017 el mayor rompehielos jamás construido, capaz de abrir paso a
cargueros por el Polo Norte durante todo el año.
Este verano,
la prensa canadiense reveló que el Gobierno de Ottawa ha invertido en
secreto más de 367.000 euros en un vehículo híbrido e invisible a
radares con capacidad de moverse en el hielo y mejorar las operaciones
militares en zonas árticas.
Tanto para Canadá como para
Estados Unidos la prioridad es asegurarse de que pueden responder a
emergencias, pero también para dejar claro su control en una zona en la
que las disputas territoriales se multiplican con el deshielo.
Tom Lawson, jefe del Estado Mayor de la Defensa Canadá, dijo el martes
en Washington que "es importante que todas las naciones árticas veamos
el Ártico como un lugar libre de competencia militar", para poner el
acento en la cooperación ante las costosas y complicadas operaciones de
emergencia que puedan surgir con la mayor actividad económica.
Pese a todo, Conley matiza que "por el momento aún no es realista
pensar que el Ártico se convierta en un nuevo Canal de Suez para el
comercio mundial de mercancías, aunque sí en exploración petrolera y de
gas" y será cada vez más importante dejar claro quién manda
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