Los 30 tripulantes del rompehielos "Arctic
Sunrise" de Greenpeace son trasladados desde la prisión preventiva del
puerto ártico de Múrmansk, donde se encuentran desde hace más de un mes,
a una cárcel en San Petersburgo.
"Los treinta detenidos tras
una protesta pacífica contra la extracción de petróleo son trasladados
desde la prisión preventiva de Múrmansk a una cárcel en San
Petersburgo", informó hoy Jalimat Tekéyeva, portavoz de la filial rusa
de Greenpeace.
La representante de la organización ecologista
agregó que "los abogados desconocen los motivos" del traslado de los
activistas a la segunda ciudad rusa, según informan las agencias
locales.
En un comunicado, el director de Greenpeace
Internacional, Kumi Naidoo, explicó que, "a diferencia de Múrmansk, en
San Petersburgo no hay noche polar en invierno", y "para las familias y
los funcionarios consulares será más fácil visitar a los detenidos".
"Pero no hay garantía de que las condiciones en la nueva prisión sea
mejores que en Múrmansk. De hecho, pueden ser peores. No hay ninguna
justificación para mantener a 'los treinta' árticos en una penitenciaría
durante un día más", apuntó.
Según Naidoo, "los detenidos no
deberían estar en la cárcel, deben ser libres para reunirse con su
familia y comenzar una nueva vida".
"Son presos de conciencia que actuaron con el fin de protegernos a todos nosotros y deben ser libres", insistió.
Varios de los detenidos se habían quejado ya en sendas cartas de las
bajas temperaturas en sus celdas y expresado su temor por la salud de
los activistas procedentes de países cálidos como Argentina, Brasil o
Turquía.
El primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, abordó
hoy la situación de los activistas con su colega ruso, Dmitri Medvédev,
a quien preguntó si es posible "un gesto humanitario" en relación con
el tripulante francés del "Arctic Sunrise".
"He transmitido mi
inquietud a Rusia. No tengo intención de dar lecciones a Rusia", dijo
Ayrault, quien recordó que Rusia es parte de innumerables convenciones
internacionales.
En respuesta, Medvédev aseguró que Rusia "no
puede respaldar actividades que puedan causar daño al entorno natural y
son peligrosas para el ser humano".
Medvédev, que se refería
al intento de los activistas de Greenpeace de asaltar la plataforma
Prirazlómnaya del gigante energético ruso Gazprom en el mar de Bárents,
comparó las plataformas flotantes con "bidones de pólvora".
"Eso deben tenerlo en cuento todos, incluido los que se preocupan por el
estado de la ecología. E incluso partiendo de las motivaciones y
convicciones más plausibles, nadie tiene derecho a violar la ley en
relación con la explotación de dichas infraestructuras", dijo.
La pasada semana, el Comité de Instrucción de Rusia (CIR) rebajó de
"piratería" a "gamberrismo" los cargos contra los 28 activistas de
Greenpeace, más un cámara y un fotógrafo independientes que viajaban en
el "Arctic Sunrise", que fue apresado el 19 de septiembre por
guardacostas rusos.
El portavoz del CIR, Vladímir Markin,
explicó que la parte 2 del artículo 213 del código penal ruso podría
suponer para el infractor una pena de hasta siete años de cárcel,
mientras el cargo de piratería (227) es castigado con quince años.
Seguidamente, Greenpeace aseguró que recurriría la nueva acusación,
aduciendo que "es tan absurda como la de piratería, ya que los
activistas no cometieron ningún acto que violara gravemente el orden
público".
Los tripulantes del "Arctic Sunrise" proceden de
Rusia, EEUU, Argentina, Reino Unido, Canadá, Italia, Ucrania, Nueva
Zelanda, Holanda, Dinamarca, Australia, Brasil, República Checa,
Polonia, Turquía, Finlandia, Suecia y Francia.
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