Bolivia se ha convertido en la punta de lanza
de los intereses de Rusia en la región andina, desde el ámbito de la
defensa, con intercambios de misiones militares y ventas de armamento,
al de la energía, de manos de la ofensiva lanzada en este país por los
gigantes rusos de los hidrocarburos.
En una edición
suramericana del "Gran juego" por el dominio de recursos naturales, en
la que sólo países como Francia, Brasil o China podrían hacerle sombra,
Rusia ha consolidado su posición en Bolivia, pieza clave en el tablero
regional por sus importantes reservas de gas y su posición en el corazón
del continente.
El viaje a Moscú, anunciado para este mes de
noviembre, de una delegación militar boliviana, con varios proyectos de
compra de armas, es la otra cara de la moneda del interés ruso en
Bolivia, donde son varias las potencias (China y Francia, por ejemplo)
que tratan de llenar el hueco de influencias dejado por décadas de
presencia de EEUU, ahora el enemigo exterior número uno.
Esta
delegación estudiará en Moscú la posible adquisición de helicópteros
rusos equipados con radares para la lucha contra el narcotráfico, los
M-17, versátiles para operar tanto en zonas de montaña como en llanuras y
selvas, y susceptibles de ser empleados en operaciones militares.
Tales aeronaves sustituirían a las que había proporcionado la oficina
antinarcóticos de la embajada de Estados Unidos, NAS, en retirada de
Bolivia.
La intención boliviana de adquirir armamento ruso ya
la manifestó el propio presidente Evo Morales cuando a principios de
julio pasado se reunió con su homólogo ruso, Vladímir Putin, en Moscú,
en el marco del Foro de los Países Exportadores de Gas.
En agosto, una misión militar encabezada por el general ruso Oleg Salyukov visitó La Paz para concretar ese interés.
La delegación de militares bolivianos que ahora viajará a Moscú
completa estos contactos con opción a compra, que podría incluir, además
de los helicópteros, el sistema de misiles tierra-aire tipo Iglá-S.
Los Iglá son capaces de derribar un F-16 con sólo 13 segundos de
activación y pueden trastocar el equilibrio de defensa andino.
El partido oficialista boliviano, el Movimiento Al Socialismo (MAS), ya
ha anunciado que en el presupuesto general de 2014 habrá dinero para la
compra de armamento, alusión directa a un mercado, el ruso, dispuesto a
conceder sustanciosos créditos.
En una carta publicada
recientemente en el diario local "La Razón", el embajador ruso en La
Paz, Alexéi Sazónov, uno de los artífices de esta nueva era de
relaciones, recordó que la cooperación militar es "uno de los
instrumentos" de la política exterior de Moscú.
Bolivia,
refirió Sazónov, "es un país pacifista, pero necesita armas y equipo
militar para fortalecer la defensa de su territorio".
Sobre
los recelos estadounidenses, dijo que "no hay ningún vínculo entre el
desarrollo de la cooperación técnico-militar entre Rusia y Bolivia, y
las relaciones ruso-estadounidenses", pero subrayó que Moscú y La Paz
"no necesitan consejos de un tercer Estado" para impulsar esta
cooperación.
Si esta apertura militar boliviana a Rusia ha
podido despertar la preocupación en Washington, mayor atención ha
levantado sin duda el avance energético en este país de los gigantes
petroleros y gasíferos rusos, considerados también por Moscú como parte
indispensable de su política exterior.
La mejor muestra de la
ofensiva rusa en Bolivia la constituyó el acuerdo firmado a principios
de agosto entre el gigante petrolero Gazprom y la francesa Total con la
estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) para la
exploración y perforación de pozos, con una inversión de 130 millones de
dólares y una duración de 40 años.
El área a explorar, denominado Bloque Azero, abarca 785.625 hectáreas en los departamentos de Santa Cruz y Chuquisaca.
Tras este acuerdo, otro gigante ruso, la petrolera estatal Rosneft,
manifestó el pasado 22 de agosto su deseo de participar en otros
proyectos de exploración y desarrollo de hidrocarburos en Bolivia. En el
primer trimestre de 2014 se definirá la estrategia al respecto.
Esta imparable actividad rusa llegó a alertar al principal operador
europeo en este sector de la economía boliviana, Francia, que no ocultó
su alarma cuando, durante el citado Foro de los Países Exportadores de
Gas de Moscú, el 1 y 2 de julio, Evo Morales ofreció carta blanca a las
empresas rusas, en público y quizá con excesivo entusiasmo, para trazar
el plan nacional energético de Bolivia.
Finalmente, y tras
momentos de tensión que coincidieron con el episodio de la prohibición
de varios países europeos, entre ellos Francia, para que el avión de Evo
Morales sobrevolara su territorio el 2 de julio, se reafirmó el acuerdo
entre Gazprom y Total con el Gobierno boliviano para acometer la
exploración y explotación del bloque Azero.
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