El bailarín español Ígor Yebra triunfa esta
semana en el Palacio del Kremlin con dos espectáculos, "El Corsario" y
"Romeo y Julieta", ambos con coreografía de Yuri Grigórovich, legendario
director del Teatro Bolshói.
"Es un honor y un orgullo. Una
de las primeras veces que bailé en Rusia fue precisamente en el Kremlin.
Y que después de tanto tiempo me inviten otra vez...Trabajar en este
recinto es algo mágico", dijo hoy Yebra a Efe tras terminar uno de los
ensayos en el Kremlin.
Yebra, estrella del II Festival
Internacional de Ballet del Palacio del Kremlin, tiene una relación
especial con Rusia, ya que en 2006 fue el primer extranjero en
interpretar "Iván el Terrible" de Grigórovich.
"Conociendo el
alma rusa, que ellos son muy suyos y muy particulares, el que acepten a
un extranjero y que le dejen bailar en su territorio y encima unas obras
de su repertorio, realmente es algo increíble", señaló.
El
español, bailarín estrella de la Ópera Nacional de Burdeos, reconoce que
es "ilógico" haberse planteado hacer dos grandes ballets tras menos de
dos semanas de ensayos y con un sólo día de descanso entre los
espectáculos "casi al final de mi carrera".
"Es bastante duro y
bastante complejo ya que ha habido que ensayar los dos ballets al mismo
tiempo con dos bailarinas totalmente diferentes, y si los ballets de
Grigorovich se caracterizan por algo es por el protagonismo que da al
hombre y la fuerza que implica al bailarín en su interpretación",
confesó.
Con todo, recuerda que toda su carrera siempre ha
sido "atípica" y "fuera de lo normal", ya que empezó a bailar con 13
años y a los 14 ya era profesional en la compañía de Víctor Ullate.
En opinión de Yebra, al placer que supone bailar en Rusia, "donde
mejor se conserva el ballet clásico", se añade la magia del Kremlin, "el
escenario para ballet más grande del mundo".
"No creo
equivocarme lo más mínimo, ya que es dos veces más grande que los
mayores escenarios de Europa. El Palacio tiene un aforo de unas 6.000
localidades, pero es que la caja escénica es una auténtica barbaridad",
subrayó.
Y añade: "Te puedes imaginar lo que significa
físicamente y llenar todo ese espacio no sólo con la danza, sino también
con la interpretación".
"Cuando hacía 'Iván el Terrible'
estaba al lado de donde vivió y donde está enterrado el zar. El Kremlin
es un lugar mágico y especial, lleno de historia. Recordemos todos los
congresos del partido que se celebraron en la época soviética", indica.
En relación con el ballet "Romeo y Julieta", que interpretará una vez
más mañana, tras protagonizar seis versiones diferentes a lo largo de
su carrera, Yebra describe el espectáculo como "complejo".
"Es
un espectáculo donde la emoción está a flor de piel. Acabas totalmente
vacío y destruido, ya que es un drama y una tragedia actual. Es un
ballet que te gusta interpretar. Empecé a bailar precisamente por este
lado interpretativo", señaló.
Aunque sean malos tiempos para
la lírica y el ballet, Yebra considera que no se puede renunciar a la
cultura, aunque en tiempos de crisis haya otras prioridades como ayudar a
los más desfavorecidos.
"No podemos dejar la cultura, los
ideales, los sueños, ya que es lo que nos hacer ser mejores personas.
Tenemos que defender esto a muerte. Si dejamos que la cultura caiga, eso
es como matar el sentimiento dentro de las personas", apunta.
El artista bilbaíno, de 39 años, llama a aprender de países como Rusia,
"que lo han pasado muy mal, pero que han mantenido la cultura" y "fuera
de Moscú y San Petersburgo, los bailarines trabajan por poco dinero,
pero con una gran ilusión".
"Lo más importante es que la gente
que haya pagado su entrada pase un momento maravilloso. Yo tengo la
suerte de hacer lo que amo y ver realizado mi sueño de pequeño. Todo lo
demás es subjetivo", asegura, en relación con la magnífica acogida que
tuvo este lunes "El Corsario".
Tras el maratón moscovita,
Yebra no tendrá tiempo para tomarse un respiro, ya que el viernes
protagonizará "Apolo" en la Ópera de Burdeos, tras lo que iniciará una
gira por Francia con el espectáculo "Carmen" al frente de una compañía
rusa.
Yebra, que reside en Burdeos, abrió hace unos años una
escuela de ballet en Bilbao, aunque debido a su apretada agenda, la
dirige a distancia.
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