Los acuerdos alcanzados el sábado en Ginebra
entre los ministros de Exteriores ruso y estadounidense, Serguéi Lavrov y
John Kerry, para destruir el arsenal químico de Siria son vistos en
Rusia como un éxito de su diplomacia, pero Moscú aún desconfía de las
intenciones finales de Washington en la crisis siria.
Políticos y analistas rusos han saludado la victoria que para Rusia ha
supuesto parar -aunque sea temporalmente- la posibilidad de un ataque
militar contra Siria por parte de una coalición liderada por EEUU, pero
no tienen garantías de que la administración estadounidense haya
abandonado la idea de derrocar al régimen de Bachar Al Asad, aliado de
Moscú.
Los ministros acordaron en Ginebra que Damasco tendrá
que entregar en el plazo de una semana la información sobre su arsenal
químico, que en noviembre los inspectores de Naciones Unidas deberán
estar en el terreno y que las armas deberán ser destruidas para mediados
de 2014.
Pero, como señaló hoy el diputado y presidente del
comité de Exteriores de la Duma (cámara baja parlamentaria) rusa, Alexéi
Pushkov, "la principal cuestión es si (a los acuerdos) se les puede dar
diferentes significados", si puede haber "interpretaciones distintas e
incluso opuestas en Rusia y EEUU. Ya hemos visto eso antes".
Ello porque "las negociaciones de Ginebra no han respondido a cómo puede
evolucionar la crisis siria, si EEUU apoyará o no a los rebeldes o si
tratará de derrocar al régimen de Bachar Al Asad".
Y advirtió de que "si eso ocurre, los acuerdos no tendrán valor mucho tiempo".
La misma opinión comparte el analista Alexéi Makarkin, primer
vicepresidente del Centro de Política Tecnológica, quien cree que el
pacto logrado no significa que EEUU deje de intentar el derrocamiento de
Al Asad.
"Por supuesto, Rusia ha tenido una gran victoria
diplomática, y muchos lo reconocen ahora. Pero sería un error asumir que
este éxito elimina completamente el riesgo de una escalada en el
conflicto sirio", afirma.
"Los americanos han aceptado
esperar, pero no han abandonado la idea de hacer caer al régimen de Al
Asad, y eso, para Washington, es más una cuestión de imagen que de
política", agrega Makarkin, citado por la agencia de noticias Interfax.
El propio Obama dejó claro inmediatamente después de anunciarse el
acuerdo que EEUU no se fiará solo de la palabra de Rusia y del
presidente sirio y que deja abiertas todas las opciones.
El
mandatario de la Casa Blanca lo justificó una vez más en que el plan
para el desmantelamiento de las armas químicas del régimen sirio surgió
"a raíz de la amenaza creíble de una acción militar por parte de EEUU".
Algo que el ministro de Exteriores ruso, Lavrov, se encargó de
precisar anoche, cuando reveló en una entrevista con la televisión rusa
que la idea de poner las armas químicas bajo control internacional "no
comenzó hace una semana, sino en Los Cabos (México), donde los
presidentes de Rusia y EEUU se reunieron durante la cumbre del G20", en
noviembre del pasado año.
Segun Lavrov, en esa reunión, "ambas
partes expresaron su gran preocupación acerca de que la gente
equivocada se hiciera con las armas químicas que tenía Siria -según
nuestra información y la de EEUU- en el contexto de una guerra civil que
se estaba haciendo cada día más violenta".
"Y por ello, los
presidentes acordaron intercambiar regularmente opiniones e información
acerca de la situación de los depósitos de armas químicas del gobierno
sirio", agregó.
Lavrov señaló que Rusia estuvo trabajando con
los sirios "para saber hasta qué punto los arsenales estaban seguros" y
reveló que "la parte americana, y ahora podemos decirlo abiertamente,
también contactó al gobierno sirio más de una vez para ponerse al día
con esa información".
El ministro reiteró la posición rusa de
que no fue el régimen de Al Asad quien empleó arma químicas el 21 de
agosto cerca de Damasco, matando a 1400 personas, sino que ese episodio
fue "fabricado" para provocar una intervención exterior.
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