Medvédev calificó la planta de papel
"Baikalski" como una de las páginas más oscuras de la industria
nacional, en alusión a los residuos tóxicos vertidos durante casi medio
siglo en el lago.
Al mismo tiempo, aseguró a representantes
locales del partido del Kremlin, Rusia Unida, que su Gobierno no desea
que el cierre únicamente alegre a los ecologistas, ya que los residentes
en la zona se quedarán sin puesto de trabajo.
"Nuestra misión
es dar carpetazo a este asunto de forma que nadie pierda y todos salgan
ganando, tanto la naturaleza como las personas", dijo.
Por
ello, adelantó que se destinarán más de 40.000 millones de rublos (en
torno a los mil millones de euros) para el desarrollo de una zona
económica especial de tipo turístico-recreativo en torno al Baikal, el
lago más profundo de nuestro planeta.
Según ese programa, el
dinero se destinará principalmente a la creación de empleo y a la
regeneración de la zona contaminada por los residuos de la planta.
"Todas las decisiones al respecto ya han sido tomadas por el
Ejecutivo", aseguró, y expresó su deseo de que en el desarrollo de esas
medidas participe también la gente de Irkutsk.
Greenpeace, que
había pedido reiteradamente a la UNESCO que declarara al lago bajo
amenaza, saludó la noticia y descartó que el cierre de la planta pueda
provocar una crisis social en la región, debido al gran potencial
turístico del Baikal.
"Sobre el cierre se habla ya hace mucho
tiempo, pero la planta sigue operando. Como mostró la auditoría, el
problema no se solucionará con la modernización de las instalaciones o
el inicio de una nueva producción", señaló Arkadi Ivanov, representante
de Greenpeace en la capital rusa.
El ecologista resaltó que la
planta no es rentable y que su tecnología y equipos son obsoletos, lo
que la convierte en altamente contaminante, por lo que debe ser
clausurada en un plazo de uno o dos años.
En 2010 el entonces
primer ministro y ahora presidente ruso, Vladímir Putin, ordenó equipar
la planta de celulosa con un ciclo cerrado de agua para evitar que
contaminara el ecosistema de la zona.
La planta, cuyo 49 % de
acciones pertenece al Estado, reanudó en 2010 la producción industrial
de celulosa y el vertido de residuos en el Baikal, pese a la oposición
de los ecologistas.
La planta, que producía anualmente 200.000
toneladas de celulosa y 12.000 de papel, había sido cerrada en octubre
de 2008 por contaminar el lago.
Según Greenpeace, la fábrica
carece de sistemas de purificación y ha arrojado directamente sus
residuos al santuario ecológico del lago durante décadas con la
connivencia de las autoridades locales.
La planta ha
contaminado de forma irreversible una superficie de al menos 200
kilómetros cuadrados del lago con toneladas de dioxina, fenol y
derivados del sulfuro, entre otras sustancias nocivas.
Con más
de 25 millones de años y una profundidad máxima de casi dos mil metros,
el Baikal alberga cerca de dos mil especies animales y supera con
creces el volumen conjunto de agua de los cinco Grandes Lagos de Estados
Unidos y Canadá.
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