La pasada semana empezó con la decisión de la
UE sobre el levantamiento del embargo de armas a los rebeldes sirios y
concluyó el viernes con el anuncio de Moscú acerca del suministro de más
de diez aviones de combate MiG-29MM2 al régimen del presidente sirio,
Bachar al Asad.
Al mismo tempo, mientras Francia y Reino Unido
están dispuestos a ayudar con algo más que palabras a la oposición
armada siria, Moscú no se queda atrás, al menos en el terreno de las
intenciones, y sostiene que enviará a Damasco sistemas de misiles
antiaéreos S-300 para contener un eventual ataque aéreo contra Siria.
La decisión de los Veintisiete no sentó bien en Rusia, empeñada en
convocar una conferencia internacional de paz para Siria, aunque no en
las condiciones que exigen para acudir a la cita la opositora Coalición
Nacional Siria y algunos de sus aliados occidentales y del golfo
Pérsico, que reclaman la renuncia previa de Asad.
"Esta lógica
no ayuda a los esfuerzos que se están tomando, entre otros por nuestro
país, para la solución política del conflicto, incluida la convocatoria
de la conferencia internacional" propuesta por Moscú y Washington, dijo a
la agencia Interfax el embajador de Rusia ante la UE, Vladímir Chizhov.
La Unión Europea, que desplazará a Rusia al presidente de la Comisión
Europea, José Manuel Durao Barroso; el presidente del Consejo Europeo,
Herman Van Rompuy, y la responsable de la política exterior europea,
Catherine Ashton, también llega a Yekaterimburgo preocupada por el cariz
que está tomando el conflicto sirio.
El líder del régimen
sirio, en una entrevista emitida el pasado jueves por la televisión
libanesa Al Manar, aseguraba que su país ya había recibido un primer
cargamento de misiles S-300 procedentes de Rusia.
Sus
polémicas declaraciones, sin embargo, no han tenido respuesta alguna por
parte de las autoridades rusas, que pasados cuatro días ni han
confirmado ni desmentido las palabras de su aliado, aunque con toda
seguridad deberán hacerlo durante la cumbre que arranca mañana, al menos
de puertas para dentro.
De cara a la opinión pública, Rusia
ha defendido los suministros de armas a Damasco con el argumento de que
se trata de ventas a autoridades legítimas.
El viceministro de
Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, dejó claro que los S-300 son un
"factor de contención" de cara a una eventual intervención militar
exterior en el país árabe.
Al mismo tiempo, varias fuentes
próximas a la industria militar rusa han descartado que los S-300 estén
ya en Siria, aunque precisando que la activación de ataques aéreos
contra el país árabe o el establecimiento de una zona de exclusión aérea
sobre Siria podría agilizar el envío de los misiles al régimen de Asad.
Aunque el conflicto sirio ha irrumpido con fuerza en la agenda de la
cumbre, son fundamentalmente los temas económicos los que definen las
relaciones entre los dos gigantes del continente europeo.
Tres
son los asuntos que más interesan a Rusia en sus relaciones con la
UE:la exención de visados, el Acuerdo Marco de Asociación y la
cooperación en el ámbito de la energía.
Avanzada la
negociación sobre la liberalización de los visados, en las otros dos
cuestiones bilaterales apenas se han limado las diferencias en los
últimos años.
La negociación del nuevo tratado llamado a
sustituir al actual acuerdo de asociación y cooperación empezó en 2008 y
se encuentra congelada desde hace varios años por las diferencias en el
ámbito de la energía y la entrada de Rusia en la Organización Mundial
del Comercio.
"Espero que podamos volver al formato de rondas de negociación a partir de otoño", apuntó Chizhov al respecto.
Las relaciones energéticas (Rusia es el principal suministrador de
energía a la UE) son el principal escollo entre Moscú y Bruselas después
de que la Unión adoptara el Tercer Paquete Energético, un marco legal
que fuerza la separación patrimonial de las actividades de producción,
transporte y comercialización de energía.
Moscú insiste en que
dicho marco legal es lesivo para sus intereses y se muestra totalmente
en contra de diversificar el negocio de su gigante de gas natural
Gazprom, tal y como le exige la UE para poder operar en su territorio.
Los derechos humanos también estarán en la agenda, así como la
movilidad de los ciudadanos rusos y europeos y las negociaciones de un
acuerdo de liberalización de visados, las cuales "están cerca de su
conclusión", según fuentes comunitarias pero no tanto según Rusia.
"La última ronda de negociaciones de este asunto (la exención de
visados) mostró que los países miembros de la UE necesitan más tiempo
para alcanzar un consenso", dijo el embajador de Rusia en Bruselas.
El entendimiento entre Rusia y la UE se manifestará en la cumbre con
la previsible firma de un acuerdo para luchar contra sustancias
utilizadas en la fabricación ilícita de estupefacientes.
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