El mausoleo, que acoge al fundador de la
Unión Soviética desde hace 89 años, cerró sus puertas a mediados de
septiembre de 2012, pero no para los habituales retoques de la momia,
sino para salvar un monumento que cuenta cada vez con menos partidarios.
Debido a su creciente permeabilidad ante la lluvia y la nieve, el
edificio se había inclinado peligrosamente sobre una de sus esquinas, lo
que afectó a su revestimiento exterior y condujo a una "gravísima
deformación".
El interior del edificio se inundó, la erosión
amenazaba su homogeneidad e incluso las dos letras "N" de la palabra
"LENIN" inscrita sobre la entrada estaban a punto de caerse.
Con la excepción de los 1.360 días durante la Segunda Guerra Mundial en
la que el cuerpo embalsamado de Lenin fue evacuado a Siberia, el
mausoleo nunca había estado cerrado más de 2-3 meses.
En
principio, el monumento únicamente debía estar en obras hasta el 31 de
diciembre, pero los ingenieros diagnosticaron que su estado era mucho
más grave de lo previsto, aunque los arquitectos oficiales siempre se
han negado a mencionar la palabra reconstrucción.
En esta
ocasión, han sido ocho meses, en los que los turistas rusos y
extranjeros no han podido hacer cola en el empedrado de la plaza Roja
para ver a la momia, que compite en fama con la de Mao Zedong o las de
los faraones egipcios.
Curiosamente, pese a los trabajos de
restauración la momia no se ausentó ni un minuto de su habitual lugar de
residencia a los pies de los muros rojos del Kremlin, ya que las obras
no llegaron a alcanzar la sala donde se encuentra desde su momificación.
A partir del 15 de mayo el renovado mausoleo volverá a recibir
visitas, según el portavoz del Servicio de Seguridad del Kremlin,
Serguéi Deviátov.
Durante estos ocho meses los trabajos de
restauración se han centrado primero en recuperar la estabilidad de la
construcción, para lo que se han perforado 350 agujeros que fueron
rellenados con cemento armado que harán las veces de pilares del
monumento.
La base de adoquines sobre la que se encuentra el
mausoleo data del siglo XIX y es muy irregular, por lo que los
ingenieros no tuvieron más alternativa que reforzar el fundamento del
mausoleo.
Además, se recuperó la impermeabilidad del inmueble
cerrando las grietas que el paso del tiempo abrió entre las losetas de
mármol y el granito, y se restauró el sistema de iluminación del
edificio.
El monumento, que incluye unas tribunas sobre las
que los dirigentes soviéticos presidían los desfiles militares en la
plaza, únicamente había sido sometido a reformas para renovar la grada
exterior en 1973.
Mientras el mausoleo resiste a duras penas
el paso del tiempo, cada vez son más los rusos que abogan por enterrar
el cuerpo de Vladímir Ilich Uliánov "Lenin" (1870-1924) en un cementerio
como el resto de los mortales.
Según una reciente encuesta
del Fondo de Opinión Pública, un 61 por ciento de los rusos es
partidario de que Lenin descanse bajo tierra en un camposanto, un 5 por
ciento más que hace un año; mientras un 25 por ciento quiere que siga en
su sitio.
"Fui miembro del partido y recuerdo que Lenin
abogaba por que todos fuéramos iguales. Entonces, ¿por qué se encuentra
en condiciones diferentes al resto? Él, en el mausoleo, y nosotros,
aquí", comentó a Efe Arseni, de 60 años y residente en Voronezh.
En su opinión, "Lenin debe ser enterrado, como todos nosotros, los ortodoxos".
Katia, una turista serbia de 33 años, confesó que le gustaría ver la
momia de Lenin, pese a que muchos lo consideran un "culto anacrónico".
"Sería interesante ver a Lenin, pero creo que sería mejor sacarlo de
la plaza Roja. Momias como la de Lenin y Mao son monumentos diferentes.
De alguna manera, el mausoleo no compagina con la Iglesia de San Basilio
y el (centro comercial) GUM", indicó.
El líder ruso, Vladímir
Putin, ha asegurado que Lenin yacerá en el mausoleo hasta que una
mayoría clara de rusos manifieste públicamente lo contrario, para evitar
una división de la sociedad.
Aunque Lenin no dejó testamento,
su viuda, Nadezhda Krúpskaya, se opuso a la exposición del cuerpo de su
marido y dijo que el líder bolchevique había expresado su deseo de
descansar junto a su madre y hermano en el cementerio Vólkovskoye de San
Petersburgo.
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