El propio Kudrin no descartó en el mismo
programa su vuelta al poder: "Me cuesta decir cuándo podría suceder. Si
hablamos de volver al servicio público, dependerá de las decisiones que
tomen el Estado y el Gobierno para seguir adelante. Entonces, por
supuesto que estaré listo para arrimar el hombro".
Eso sí, el
exministro lo tiene tan claro como lo tenía en 2011, cuando dejó en
evidencia al entonces presidente al decir, nada menos que en Estados
Unidos, que no seguiría en un Gobierno dirigido por Medvédev tras la
vuelta de Putin al Kremlin.
"Aceptaré (la propuesta de Putin)
cuando termine la política de las medidas a medias. Y eso no va a pasar
con el actual primer ministro, y es algo que dejé claro cuando solicité
mi dimisión", reiteró Kudrin ayer al diario ruso "Izvestia".
El hombre que dirigió durante doce años las finanzas rusas, desde la
llegada del presidente al poder en 2000 hasta finales de 2011, alabado
como uno de los mejores expertos financieros por Putin durante su
intervención el pasado jueves en televisión, parece la mejor baza del
Kremlin ante los malos augurios económicos.
Para sorpresa de
muchos, Putin polemizó abiertamente y ante todo el país con Kudrin sobre
la política económica y reconoció que ha ofrecido al extitular de
Finanzas volver al poder.
"Vago, no quiere trabajar", lamentó
el jefe de Estado con una cómplice sonrisa, para dejar claro que él sí
quiere que Kudrin vuelva a su lado.
El exministro no dudó en
aseverar, en una clara alusión al Ejecutivo de Medvédev, que "el sistema
de medidas y reformas a medias no va a funcionar" y subrayó que la
economía rusa debe apostar por la diversificación para dejar atrás su
dependencia de los recursos energéticos.
"Debe haber un
programa, y no tenemos ninguno para situar el país lejos de la
dependencia del petróleo. No estoy listo para dirigir procesos por
inercia, sino para hacer políticas reales", dijo.
Y mientras
Putin parecía tender una mano a su Gobierno al esgrimir la mala
coyuntura de la economía mundial, Kudrin cargó con dureza contra ese
Ejecutivo y también contra la política social, basada en las
subvenciones y el crecimiento de los salarios, impulsada desde siempre
por el presidente.
"Los principales factores para la
ralentización han sido este año internos porque los externos los
sentimos a través de los precios del petróleo y éstos se han mantenido.
Así que tenemos un bajo ritmo de crecimiento con precios de petróleo
altos. Esto no pasaba otros años", subrayó.
Apenas unos
minutos después de que Putin y Kudrin escenificaran sus diferencias ante
todo el país, expertos y veteranos políticos apuntaron al extitular de
Finanzas como futuro primer ministro, a pesar de que el propio
presidente descartó poco antes cambios en el Gobierno.
El
presidente ruso llegó al poder en un momento de caos y pobreza y sabe
bien que su hegemonía está casi garantizada siempre que marche bien la
economía de un país que en parte gracias a la estabilidad que le ha dado
con mano de hierro, pero sobre todo por los altos precios del petróleo,
ha levantado el vuelo durante sus doce años en el poder.
Con
Europa enfangada en graves problemas económicos y sin ver la luz al
final del túnel, Putin no podía evitar presumir hasta ahora de unos
datos macroeconómicos que hacen suspirar de envidia a muchos de sus
homólogos europeos: crecimiento del PIB y de los salarios, superávit
presupuestario, deuda pública casi testimonial.
La buena
marcha de la economía y la constante mejora del nivel de vida de una
importante parte de los rusos han empequeñecido, de momento, las
demandas democratizadoras de la clase media que ha crecido al calor de
la prosperidad de las grandes ciudades.
La clave del éxito de
Putin es su aura de "presidente de los obreros y jubilados", como lo
llamó sin tapujos la periodista que dirigió el pasado jueves "La
conversación televisiva con el pueblo", el programa en directo en el que
Putin respondió a preguntas de ciudadanos y también de algunos
opositores tolerados.
El "presidente de los jubilados", que ha
creado un régimen paternalista que subvenciona a muchos de sus
votantes, aguanta bien las picaduras de los activistas de derechos
humanos y sus protectores occidentales, pero lleva bastante peor las
malas noticias económicas porque la abundancia es el sustento de su
poder.
Por eso y por la creciente impopularidad del actual
primer ministro son tantos los expertos y analistas políticos que sitúan
a Kudrin como una alternativa.
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