El joven murió la madrugada del pasado día
19, cuando él y su hermano Dzhokhar, ambos de origen chechén, eran
perseguidos por las fuerzas de seguridad en la localidad de Watertown,
cerca de Boston, como sospechosos de poner las bombas que causaron la
muerte de tres personas y heridas a más de 280.
Detenido
después Dzhokhar, herido, sigue ingresado en un hospital de Boston desde
el viernes pasado y evoluciona favorablemente, según el último informe
médico.
El menor de los hermanos ha admitido ya a las
autoridades que los dos colocaron y detonaron las bombas, y de los
interrogatorios que le hicieron los investigadores han concluido que
actuaron solos, por motivos religiosos y movidos por el rechazo a las
guerras de EEUU en Irak y Afganistán.
Dzhokhar ha sido acusado
formalmente de cargos que incluyen el "uso de armas de destrucción
masiva" contra personas y que podrían acarrearle la pena de muerte o
prisión de por vida.
En su huida de las autoridades cuando se
descubrió su implicación en los atentados los Tsarnaev mataron
presuntamente el jueves a un policía universitario, Sean Collier, en
cuya memoria se celebrará hoy un servicio en el Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT).
La calle Boylston de Boston, el sitio
donde explotaron las bombas fabricadas por los hermanos con ollas de
presión, reabrió hoy al público.
Entretanto, un fondo creado
en beneficio de las víctimas de los atentados ha recaudado ya unos 20
millones de dólares con donaciones de más de 50.000 personas, según
anunció ayer el alcalde de Boston, Thomas Menino.
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