Justificó su decisión por los planes de la
Justicia británica de estudiar la causa a puerta cerrada, algo a lo que
se opone el diputado ultranacionalista ruso.
"No queda claro
cómo uno se puede defender y rebatir argumentos que nadie hará públicos,
ni quién valorará la credibilidad de hechos secretos en esas
condiciones, cuando ni yo ni la sociedad tendrán conocimiento de ellos",
dijo.
Agregó que no tiene idea de "cómo se puede jugar con
cartas boca arriba mientras tu rival, que es el Ministerio de Exteriores
británico, juega con las cartas boca abajo".
Dijo que los
materiales del expediente presentados por la policía británica con
respecto al asesinato de Litvinenko tienen como objetivo acusar a Rusia
de homicidio y terrorismo con el uso de materiales radiactivos.
"Litvinenko no es (León) Trotski, no es de un nivel como para que los
servicios secretos le persigan por todo el mundo con un piolet en las
manos", dijo Lugovói en alusión al asesinato en 1940 en México del
revolucionario ruso por el español Ramón Mercader.
El Gobierno
británico pidió a finales de febrero al juez que tramita el caso que
autorice mantener en secreto la información sobre Litvinenko.
La Fiscalía británica señala a Lugovói, también antiguo espía ruso, como
el principal sospechoso del asesinato de Litvinenko, caso que causó en
su momento un gran revuelo internacional, y exige su extradición.
En 2011, el entonces presidente ruso, Dmitri Medvédev, aseguró al
primer ministro del Reino Unido, David Cameron, que Rusia nunca
extraditará a un ciudadano nacional, ya que lo prohíbe la Constitución.
El 1 de noviembre de 2006, tras reunirse con Lugovói, Litvinenko cayó
enfermo y fue ingresado en un hospital de Londres, donde murió el día
23 de ese mismo mes, debido a las altas dosis en su organismo de polonio
210, una sustancia radiactiva.
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