El acuerdo fue enmendado en 1972 para
permitir a los países firmantes, entre ellos Bolivia, continuar durante
otros 25 años con el cultivo de la hoja de coca para su masticado.
El país andino se acogió a esta cláusula, que también exigía la
prohibición del masticado de coca expirados los 25 años en 2001, pero la
incumplió una vez terminado el plazo.
La Paz denunció la
Convención en 2011 aunque volvió a sumarse al tratado el pasado 10 de
febrero con una excepción que le permite el masticado y el uso medicinal
de la hoja de la coca, planta que también se usa para producir cocaína,
que se aplica sólo en su territorio.
Rusia, no obstante,
considera que esta salvedad entra en contradicción con el objetivo de la
Convención, al considerar que abre las puertas al incremento del
tráfico de la cocaína.
"Hay que prestar mucha atención a este
problema, toda vez que también afecta a ciudadanos rusos", dijo
Zmeyevski en alusión al crecimiento del turismo ruso a países de América
Latina.
El masticado de la hoja de coca, también conocido en
Bolivia como "acullico", es una arraigada costumbre de los indígenas
andinos que está recogida en la Constitución de país como patrimonio
cultural.
Bolivia es el tercer productor mundial de hoja de
coca y cocaína, tras Colombia y Perú, y el mayor proveedor para el Cono
Sur, según la ONU.
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