El profesor, miembro del Comité de Meteoritos
de la Academia de Ciencias de Rusia (ACR), destacó la importancia de
los hallazgos para el estudio del cuerpo astral.
"Ahora
contamos ya con cerca de un kilogramo de material, que permitirá
realizar todo tipo de análisis y estudios", dijo Grojovski.
El
mismo día de la caída del meteorito, una expedición organizada por la
UFU halló en las proximidades de un cráter en el lago helado de
Chebarkul 53 pequeños fragmentos, de entre 2 y 7 milímetros.
A
partir de ese escaso material los científicos establecieron que se
trataba de un meteorito rocoso de la clase de las condritas ordinarias,
con un contenido de hierro de cerca del 10 por ciento, como la mayoría
de los que caen sobre la Tierra.
Los nuevos fragmentos fueron
hallados en una zona alejada del lago de Chebarkul, lo que, según
Grojovski, demuestra que se produjo una "lluvia rocosa meteorítica" como
consecuencia de la fragmentación del cuerpo celeste en la atmósfera.
"Numerosos centros científicos nos han solicitado muestras del
material, peticiones que satisfaremos en la medida de lo posible. No
somos egoístas", añadió.
El meteorito de Chebarkul es el mayor
que ha caído sobre la Tierra desde 1908, cuando se registró la caída
del bólido de Tunguska, en Siberia.
Según la NASA, el
meteorito tenía una masa de hasta 10.000 toneladas y un tamaño de hasta
17 metros, y su desintegración en la atmósfera liberó una energía
equivalente a 500 kilotones, treinta veces la potencia de la bomba
atómica arrojada en 1945 sobre la ciudad japonesa de Nagasaki.
En la región rusa de Cheliábinsk, donde cayó el meteorito, más de 1.500
personas resultaron heridas, en su gran mayoría debido a la rotura de
cristales provocada por la onda expansiva.
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