Petrovich salió de la cabeza de Andréi Bilzho hacia una página de papel para convertirse en un icono de la risa y la cultura rusa de los llamados "locos" 90. Bilzho, psiquiatra de carrera, introdujo a Petrovich en la armadura del patrón de comportamiento del homo soviéticus, le proporcionó una mortal lanza de franqueza al límite de la estupidez y lo envió al nuevo y rapaz mundo del capital oligarca. Él mismo comenzó de esta manera a liderar la excéntrica crónica describiendo los logros de su Don Quijote y publicándolos diariamente en las páginas de los periódicos de tirada nacional como el "Kommersant" y posteriormente el "Izvestia".
Después de dos décadas de observaciones el Dr. Bilzho publicó varios álbumes de Petrovich, abrió una red de restaurantes alla soviética en Rusia, la República Checa e Italia. En Venecia se levantó un monumento a su héroe de papel. Nos encontramos con el Dr. Bilzho en el interior del Museo de arte moderno, que en ese mismo momento se llenaba con las piezas de la exposición: grandes y coloridas pinturas, pantallas de plasma con animaciones y sujetadores de diseño. Gran parte de la retrospectiva muestra trabajos desconocidos y poco importantes del autor. Crean ese ambiente favorable para el nacimiento, vida, lucha y andanzas por las que es famoso Petrovich.
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