El presidente ruso, Vladímir Putin, adelantará las elecciones presidenciales debido a la crisis económica y a la imposibilidad de aplazar indefinidamente la adopción de medidas impopulares, aseguró a Efe el economista y opositor al Kremlin Vladímir Mílov.
"Todo apunta a que Putin adelantará las elecciones de 2018 debido a la difícil situación económica. Las cosas están empeorando y el descontento social aumenta. Pero hasta entonces no tocará nada para no irritar a los electores", dijo a Efe Mílov.
Elegido en marzo de 2012 para un mandato de seis años, Putin podrá presentarse a la reelección una única vez más, según la Constitución, y en caso de victoria permanecerá en el Kremlin hasta 2024.
"Quiere resistir hasta las presidenciales. Cree que las cosas mejorarán por si mismas. Subirá el petróleo, se levantarán las sanciones y cambiarán los gobiernos en EE. UU., Alemania y Francia. El 'brexit' (salida del Reino Unido de la Unión Europea) sería la primera señal. Pero la realidad es que no hay ni un solo factor que augure una nueva fase de crecimiento", apunta.
Mílov, fundador del partido Opción Democrática, advierte que ya no es suficiente con congelar el gasto presupuestario y destaca que esta es la primera vez que el Gobierno ruso ni siquiera se molesta en redactar un plan anticrisis para salir de la recesión.
"Siempre ha habido programas para superar la crisis, aunque fueran malos. Se aprobaban leyes para estimular el crecimiento. Ahora, simplemente esperan y a la gente le irrita que el Gobierno no tenga respuesta para los problemas", resalta.
Precisamente, una de las medidas que Putin se resiste a adoptar antes de las elecciones presidenciales es el aumento de la edad de jubilación, que es promovida por los sectores más liberales del Gobierno y por los empresarios, pero que es muy impopular entre los rusos.
Mílov también cree que las cifras de popularidad de Putin de casi el 90 % son relativas y que el filón que supuso la anexión de Crimea, que coincidió con la fase más aguda de la recesión, "ya está agotado".
"Putin tiene un apoyo fijo del 10-15 %, según los sondeos del Instituto Levada. El resto es variable y depende de la coyuntura, que en este caso es muy mala. La ilusión se terminó en 2008. Desde entonces, todo han sido golpes de realidad", dice.
Todo dependerá de las elecciones parlamentarias del 18 de septiembre, en las que augura un mal resultado para el partido del Kremlin, Rusia Unida (RU), pese a las primarias que organizó con el fin de mejorar su dañada imagen.
"Cuanto peor sean los resultados de Rusia Unida, más posibilidades habrá de que Putin adelante las presidenciales. El problema para el Kremlin es que en la sociedad rusa hay una gran demanda de cambio", señala.
Según las últimas encuestas, el apoyo de RU ronda en estos momentos el 44 %, con lo que su resultado electoral dentro de un mes podría ser el peor de su historia.
"El partido tiene un grave problema de imagen. Está alejado de la realidad. Se le identifica con la burocracia y la mafia. Los alcaldes y dirigentes regionales gobiernan durante 20 años y se reparten los beneficios entre sus amigos y familiares. La gente está harta de ellos", apunta.
Los expertos electorales del Kremlin admiten que "lograr más del 40 % de los votos por listas de partidos ya sería un buen resultado, y más del 45 %, muy bueno".
Es por ese motivo por lo que, en su opinión, las autoridades y su máquina de propaganda "están intentando acallar todo lo que tenga que ver con las elecciones".
"Les conviene que la participación sea baja y que la gente se quede en sus dachas (casa de campo). Por eso adelantaron las elecciones de diciembre a septiembre. Ese mes en Rusia aún es parte del verano y la gente no va a votar", destaca.
Vaticina que si la participación electoral es mayor del 60 %, el oficialismo tendrá problemas muy serios, aunque les favorece el hecho de que muchos políticos opositores hayan despreciado los comicios.
"RU tiene una base electoral. Tiene garantizada la lealtad de aquellos que trabajan para el Estado: militares, profesores y el personal sanitario. Sumado a la falsificación, cuentan con el apoyo de un 20 % del electorado", sostiene.
Mílov descarta una repetición de las protestas contra el fraude de 2011, las mayores desde la caída de la URSS, aunque cree que si el resultado de Rusia Unida es malo, los partidos opositores "perderán el miedo y serán más exigentes con el poder".
"El Gobierno se verá obligado a dialogar. Ya no podrá tomar decisiones unilaterales. Se desbloqueará el sistema de toma de decisiones. Pero que no esperen una revolución. En Rusia todos los cambios son lentos. Será sólo una primera muestra de debilidad", asegura.
Por eso mismo, pese a las dudosas credenciales democráticas de Rusia, se opone al boicot de las elecciones, ya que considera que el Kremlin "se alimenta de la pasividad de la oposición y de la inacción del pueblo".
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