El virus Ébola tiene una partícula vírica en forma de varilla (virión) envuelta en una membrana tomada de la célula anfitriona. Contiene proteínas superficiales, que permiten al virus infectar nuevas células, y material genético. El material genético se encuentra enfundado en la partícula vírica junto con las proteínas que lo replican. En este modelo, las proteínas virales aparecen en tonos marrón y las moléculas tomadas por el virus de la célula anfitriona en tonos grises.
A principios de agosto Rusia envió dos destacados virólogos a Guinea para ayudar en la lucha contra la reciente epidemia.
El principal experto en infecciones de Rusia, Víktor Maléev, y un empleado del Centro de Investigación en Virología, Mijaíl Shelkanov, están trabajando ya en la capital de Guinea, Conakri, en estrecho contacto con los expertos locales.
El foco de la epidemia se encuentra, con toda probabilidad, en la selva de África occidental y ya se ha extendido a tres países: Guinea, Liberia y Sierra Leona.
Según los datos disponibles el 4 de agosto, han muerto 889 infectados por el virus. La mortalidad constituye aproximadamente el 50 %, bastante por debajo de las anteriores epidemias, donde la mortalidad alcanzó el 90 %.
Aparte de los países mencionados, se han registrado casos en Nigeria y en Hong Kong.
Mientras tanto, debido al número de infectados —los últimos datos apuntan a cerca de 1.800 personas—, este brote se puede considerar ya el más intenso desde el descubrimiento del virus en 1976.
De momento no existe una vacuna para el Ébola, por lo que algunos investigadores temen que el virus pueda utilizarse como arma biológica.
En Rusia, desde que se estudia el virus, han muerto dos personas: en 1996 y en 2004. Ambas como resultado de un descuido en la manipulación de las muestras del virus en laboratorio.
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