El 18 de julio se cumplen 80 años del inicio de la Guerra Civil Española. Este conflicto dejó un país destruido, un dictador en el poder y un alto número de víctimas. Los historiadores no se ponen de acuerdo. Paul Preston apunta que fueron más de 300.000 muertos en el frente de batalla y 200.000 por la represión de ambos bandos, 150.000 de los sublevados y 50.000 de los republicanos.
La política de no intervención de las democracias europeas, que temían más una revolución obrera que al fascismo, fue una de las muchas causas que debilitaron a la República española. El gobierno legítimo apenas contó con el apoyo de los voluntarios internacionales de las Brigadas Internacionales, México y de la URSS comandada por Stalin.
Además, la Unión Soviética se mostró solidaria y acogió a miles de niños enviados al exilio. Cuatro expediciones acogieron cerca de 3.000 entre 1937 y 1938, ante el avance de las tropas franquistas. La mayoría procedía del País Vasco, Asturias y Cantabria. En la actualidad siguen vivos alrededor de 84 de aquellos niños. Muchos se quedaron en Rusia, otros volvieron a una España que ya no reconocían y hubo incluso algunos que emigraron a Cuba.
El vasco Luis Luque, uno de aquellos niños, recuerda: “Nos mandaron en un barco desde Santurce hasta Francia en un barco de carga y después llegamos, en nueve diez días, a Leningrado. En unos días empezaron a repartir a los españoles por diferentes ciudades.”.
La exposición que se celebra estos días en Moscú se centra en el golpe militar fascista y en la evacuación de los niños a Rusia, así como en la participación de las Brigadas Internacionales y del rol que jugó la URSS en el conflicto. Cuenta con fotografías, dibujos, documentos inéditos y artefactos únicos. Está organizada por el entusiasta Andréi Kirpíchnikov que mantiene un sitio web llamado "Pequeñas Historias" donde recopila historias personales y objetos de aquellos niños. Ahora ha decidido montar su primera exposición en soporte físico.
Andréi explica al periodista Ricardo Marquina que una de las motivaciones ha sido el deseo de “contar la historia a sus hijos. En los manuales resulta aburrida y hay que contarla de manera más moderna, mediante las redes sociales y variedad de recursos”. Este intento por no olvidar, por mantener la memoria viva, no está exenta de problemas. “El estalinismo borraba datos y cambiaba la historia pero me asombra también que en España la cantidad de cosas que se pueden encontrar sobre el franquismo pero no sobre los republicanos”, explica.
A la inauguración de la muestra asistieron algunos supervivientes e hijos de los exiliados. María Teresa Casero Cabal es hija de padre español y madre rusa. Recuerda que cuando sus padres quisieron salir de la URSS tuvieron que casarse para conseguir un documento que acreditase su salida.
Algunos historiadores consideran que la Guerra Civil fue un prólogo de la Segunda Guerra Mundial, pero Kirpíchnikov va más allá. “La guerra en España es parte de la historia de mi país. ¿Por qué es actual todavía? No solo porque nos guste mirar al pasado. Fue un conflicto en el que al final vencieron los valores republicanos. Todavía hoy seguimos utilizando en Rusia la frase 'No pasarán”, declaró A. K al diario Komsomólskaia Pravda.
La muestra cuenta con el apoyo del Instituto Cervantes, la Embajada de España en Rusia, el Centro de España en Moscú, que agrupa a los niños de la guerra y sus hijos y se podrá ver hasta mediados de agosto.
Fragmento de la película El Espejo de Andréi Tarkovski en la que se recuerda la evacuación de los Niños de la Guerra.
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