En determinado países de Latinoamérica la dura confrontación entre el gobierno y los narcotraficantes se lleva dando ya más de medio siglo. Se trata de una lucha en la que es poco factible una victoria de las fuerzas del orden, pero cada triunfo representa un rayo de esperanza para la salud de potenciales toxicómanos y para la lucha global contra el crimen organizado.
Los ingresos procedentes de actividades delictivas por venta de cocaína no permanecen en el país de producción, sino que acompañan al estupefaciente a los países de consumo: EE UU, Europa y Rusia. Esta última colabora activamente con los gobiernos de los países de la zona para ponerle fin al proceso en su etapa inicial. Cabe destacar que dicha política, cuyo papel principal es desempeñado por helicópteros, está dando sus frutos.
El narcotráfico cuenta con considerables recursos económicos y humanos, es móvil y la lucha contra él es imposible sin los medios adecuados, sobre todo en las zonas montañosas de difícil acceso, para lo cual se utilizan los helicópteros de fabricación rusa. Estos garantizan la movilidad de las tropas y su cobertura de fuego en lugares donde no es posible utilizar aviones.
La compañía Helicópteros de Rusia ha relatado en qué operaciones especiales de gran envergadura llevabas a cabo en países latinoamericanos han tomado parte helicópteros rusos en los últimos tres años.
La zona del VRAEM (Valle del Río Apurímac, Ene y Mantaro) en Perú, debido a su clima húmedo y lluvioso, se convirtió en el lugar perfecto para plantar coca y no tardó en transformarse en una enorme plantación, al mismo tiempo que en un refugio para los terroristas de Sendero Luminoso. Tras la detención en 1992 del que había sido el líder de los senderistas desde 1960, Abimael Guzmán, los milicianos se atrincheraron en la selva y empezaron a proporcionar seguridad a los narcotraficantes que, a su vez, financiaban estas organizaciones criminales, tal y como ocurría en la vecina Colombia.
Desde 2012, Perú ha dejado de hacerle sombra a Colombia para convertirse en el principal productor de cocaína del mundo. Asimismo, la zona del VRAEM, que tanto dolor de cabeza provoca al gobierno peruano, se ha vuelto literalmente el nuevo foco de narcotráfico de Latinoamérica.
Las hojas de coca que crecen en la región del VRAEM se elaboran en laboratorios poco profesionales que se encuentran ocultos cerca de las plantaciones. Luego se exportan a los países vecinos con aviones ligeros que despegan de pistas de aterrizaje improvisadas secretas ubicadas en la misma selva.
Uno de los objetivos principales del gobierno de la región del VRAEM es la destrucción de dichas pistas de aterrizaje y de toda la infraestructura perteneciente a los terroristas y narcotraficantes, pues ello tendría un efecto directo en la situación financiera de la banda del Sendero Luminoso.
Para llevar a cabo esta difícil tarea, el expresidente de Perú, Ollanta Humala, ha elegido personalmente a los integrantes para una nueva fuerza híbrida de operaciones especiales a partir del departamento antiterrorista de la Policía Nacional de Perú. Además, también formará parte de este grupo el contingente de fuerzas especiales. El gobierno planea atribuir un papel especial a los helicópteros en la lucha antiterrorista.
Perú adquirió seis helicópteros rusos Mi-171SH en 2010, que llegaron al país en 2011 y que desde 2012 han estado participando activamente para resolver el problema de los terroristas.
Los helicópteros rusos ayudaron a trasladar de manera rápida y efectiva a las fuerzas híbridas, además de proporcionar cobertura desde el aire a las tropas terrestres. Las fuerzas del gobierno enviaban al Mi-171SH a los lugares de difícil acceso de la zona del VRAEM, lo más cerca posible del presunto lugar donde se refugiaban los senderistas. A continuación, durante unos días, las tropas se desplazaban a pie por la selva para liquidar los objetivos previstos (normalmente campamentos de rebeldes o plantaciones).
Durante las operaciones “Albergue”, “Nuevo Horizonte” y “Ocaso Rojo” conducidas en 2012-2013, las fuerzas gubernamentales descubrieron y destruyeron algunos campamentos terroristas de la zona del VRAEM, capturaron 16 senderistas, liberaron 11 niños que los criminales preparaban para cometer actos terroristas, y también liquidaron a casi toda la cúpula del Sendero Luminoso, debilitando considerablemente a la organización terrorista.
El mayor triunfo de estas operaciones es su velocidad y factor sorpresa, gracias a lo cual las fuerzas gubernamentales peruanas de la zona del VRAEM han podido no solo eliminar campamentos rebeldes, sino conseguir sus documentos más importantes: planes, mapas del lugar, códigos, etc., lo cual ha hecho que la supresión definitiva de los senderistas sea tan solo una cuestión de tiempo y de algunos helicópteros adicionales. Con vistas a reforzar la lucha contra el terrorismo y llevarla a término, los dirigentes peruanos han decidido contar con más helicópteros con los que transportar a las tropas por toda la zona del VRAEM, estrechando así el perímetro a los terroristas y cortándoles el paso para una posible huida.
Tras haber realizado una serie de operaciones exitosas con la participación de los helicópteros rusos Mi-171SH, Mi-25 y Mi-35 con los que cuentan las fuerzas aéreas peruanas, Perú ha vuelto a optar por los rusos Mi-171SH de transporte militar. A finales de 2013, Perú y Rusia acordaron la compra de una partida adicional de 24 helicópteros Mi-171SH. El contrato se cumplió a principios de 2016.
En enero de 2016, el Mi-171 de los infantes mexicanos de marina tomó parte en la captura y entrega del criminal más peligroso del mundo a la prisión más inexpugnable de México: Altiplano. Su nombre era el Chapo y era el jefe del cartel de Sinaloa.
En junio de 2013, el Mi-35 de las fuerzas áreas brasileñas capturó a 200 kilómetros de la ciudad de Porto Bello (en la frontera con Bolivia) un avión ligero que no respondía. El Mi-35 obligó a aterrizar al infractor en el aeropuerto más cercano. La tripulación del avión quedó en libertad tras explicar los hechos acontecidos. Estas operaciones son comunes para la escuadrilla de helicópteros que patrulla la Amazonia occidental. Las fuerzas aéreas brasileñas emplean el Mi-35 en sus tareas de captura de aviones de baja velocidad en los que viajan frecuentemente los narcotraficantes para transportar su carga ilegal.
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