Fuente: Reuters
Rusia y EE UU “han debatido largamente numerosas cuestiones relacionadas con la cooperación y han llegado a la conclusión de que no hay que politizar este tema”, declaraba el director del Servicio Federal de Seguridad FSB, Alexander Bórtnikov, tras el congreso internacional sobre la lucha contra el extremismo celebrado en Washington del 17 al 19 de febrero. “Es importante que seamos conscientes de la necesidad de trabajar juntos a pesar de los problemas políticos”, declaraba este.
Los medios de comunicación han dedicado atención al deseo de Rusia de unirse a la tarea de acabar con el Estado Islámico, que ocupa parte de los territorios de Siria e Irak. “Lo que está sucediendo hoy en día es un problema tan serio que debemos unirnos”, asegura Bórtnikov.
Sin embargo, los expertos señalan que la lucha conjunta contra el terrorismo a día de hoy está pasando por una profunda crisis. La cooperación se ha reducido a la mínima expresión, aunque los gobiernos de ambos países se muestran realmente preocupados por el rápido crecimiento del Estado Islámico.
Por qué el Estado Islámico es peligroso para Rusia
A primera vista podría parecer que esta formación islamista no supone por ahora una amenaza directa para Rusia. “Para el Estado Islámico es más importante extender su influencia sobre los países de Oriente Próximo que no tienen un régimen político determinado o son regímenes débiles”, comenta a RBTH Leonid Isáiev, experto orientalista y profesor del departamento de Ciencias Políticas de la Escuela Superior de Economía.
No obstante, la amenaza del Estado Islámico para Rusia es real. En sus filas luchan miles de yihadistas procedentes de países de la antigua URSS: de Rusia, Asia Central y el Cáucaso Sur. “Estos musulmanes se impregnan de una ideología radical, reciben formación militar y después vuelven a su país”, aclara a RBTH Dmitri Súslov, director adjunto del Centro de Investigación Integral e Internacional de la Escuela Superior de Economía.
Qué impide el trabajo conjunto
El problema consiste en que para Moscú y Washington resulta complicado llegar a un acuerdo incluso respecto a la lucha contra una amenaza común. Existen varias razones de ello.
La primera razón tiene que ver con la diferencia de estrategias. “La política estadounidense en Oriente Próximo no es lo suficiente sistemática. Después de sus fracasos intentando acabar con Al-Qaeda en Irak, EE UU trasladó su objetivo a Libia, después abandonó esta tarea también a medias y se entrometió en el conflicto sirio”, aclara Leonid Isáiev.
Además, los estadounidenses apuestan por “implementar la democracia” en estos países e intervienen activamente en los asuntos internos. La estrategia rusa para la lucha contra el terrorismo, por el contrario, se basa en el apoyo a los regímenes existentes independientemente del estado del país en cuestión y en el principio del respeto de la soberanía nacional.
La segunda razón que dificulta la lucha conjunta contra los terroristas en Oriente Próximo es la reticencia de Washington a aceptar a Moscú como socio. “La lógica de confrontación les obliga a valorar cualquier colaboración como algo indeseable y a sopesar largamente si esta colaboración es realmente necesaria.
Además, ambas partes valoran de forma distinta las causas de la aparición de la amenaza terrorista, - comenta Dmitri Súslov. “Mucha gente en Rusia opina que la aparición del Estado Islámico es en gran medida responsabilidad de EE UU y de la política que estos han promovido en Siria: una repetición de la historia de los años 80, cuando EE UU apoyó a los muyahidines afganos en su lucha contra la URSS”.
Otro obstáculo para la lucha conjunta contra el terrorismo es la división de la región en zonas de influencia, una tendencia retomada recientemente. “La competencia convierte el trabajo conjunto en una tarea sencillamente imposible y beneficia a las organizaciones radicales”, opina Leonid Isáiev.
La esperanza sigue viva
Según Dmitri Súslov, las declaraciones de Bórtnikov sobre la posible cooperación entre los servicios especiales demuestran que Washington y Moscú son conscientes de que los terroristas son los únicos que salen ganando a causa de esta falta de comprensión mutua.
“Este es el primer signo que demuestra que estamos entrando en una fase de “confrontación más madura”, en la que las diferencias sobre algunas cuestiones (Ucrania) no impiden a las partes iniciar un diálogo sobre otros problemas e incluso cooperar de forma selectiva”, comenta el experto.
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