Los 5 mayores desafíos de la política exterior rusa en 2015

¿Cómo responderá Rusia a los retos globales? Fuente: AP

¿Cómo responderá Rusia a los retos globales? Fuente: AP

El 2014 fue un año tumultuoso, que ningún experto fue capaz de predecir. Aunque sea fútil especular con los eventos que tendrán lugar a lo largo del año, está claro que los desafíos que ennumeramos tendrán un impacto en el desarrollo de los acontecimientos.

Desafío 1: La nueva dirección de la política exterior de los EE UU

El primer desafío tiene que ver con la naturaleza de la política exterior de los EE UU tras la elección de un Congreso controlado por los republicanos en noviembre de 2014. ¿Coincidirá la opinión de los republicanos con la de la administración demócrata en los temas clave? Vale la pena recordar que, durante la era de la guerra fría, el consenso bipartito en una Unión Soviética dividida fue uno de los principales ingredientes del éxito estadounidense.

Si en 2015 la amarga rivalidad entre los republicanos y los demócratas no se torna en compromiso, los competidores externos del país respirarán más tranquilos. De hecho, 2015 será un momento crítico para el presidente Barack Obama y su lugar en los anales de la política exterior de los EE UU. Antes de su metamorfosis final en un pato cojo político, el año que comienza será su última oportunidad para corregir su extendida imagen de presidente ineficaz.

Desafío 2: La respuesta de Rusia a la crisis económica

El segundo desafío a considerar es por qué estrategia optará el presidente ruso, Vladímir Putin, como respuesta a la crisis económica en la que se sumerge la nación. ¿Buscará “congelar” el conflicto en Ucrania o participará activamente en una regulación diplomática con Occidente? ¿O quizás, en vistas de la imposibilidad de tratar con sus socios europeos y estadounidenses, arriesgará todo persiguiendo una solución militar radical?

En la actualidad existe un claro deseo de seguir la primera vía, pero el futuro empeoramiento de la situación económica y una mayor desestabilización política interna, además de la presión de las sanciones, podrían alterar los cálculos políticos del Kremlin.

Desafío 3: La política exterior de China

El tercer aspecto está relacionado con la naturaleza de la política exterior de China. En 2014 Xi Jinping dio muestra de unas intenciones ambivalentes, dejando claro que su país estaba enfrentándose a numerosas restricciones debido a la política exterior heredada de Deng Xiaoping, pero continuando su trabajo por normalizar las relaciones con sus vecinos más disgustados, incluido Japón.

La más importante muestra de la seriedad de las intenciones de Pekín en materia de política exterior en 2015 podría ser el papel que desempeñe en el rescate de la economía rusa. Si la severidad de la crisis requiere realmente de su asistencia (una asistencia que varios políticos chinos ya han confirmado que están dispuestos a ofrecer), esto implicaría un enorme cambio en el orden mundial comparable en escala con el fin de la guerra fría.

Desafío 4: La unidad europea

El cuarto desafío que habrá que afrontar es si Europa mantendrá su unidad (al menos por el bien de las apariencias) respecto a Ucrania o si la decepción con los EE UU y entre los países miembros de la Unión, combinada con los persistentes esfuerzos diplomáticos de Rusia, creará con el tiempo divisiones entre los europeos.

Mucho dependerá del estado de la economía, de acontecimientos políticos (como las elecciones generales británicas en mayo de 2015) y del resultado de las negociaciones con EE UU sobre la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP por sus siglas en inglés). La publicación de los resultados finales de la investigación acerca del derribo del vuelo MH17 de Malaysia Airlines también podría influir considerablemente en la unidad europea.

Desafío 5: La incertidumbre respecto al Estado Islámico

La quinta y última cuestión (aunque la lista podría ser mucho más larga) es cómo evolucionará la situación del Estado Islámico, si se logrará evitar que esta organización expanda su ámbito geográfico y, lo más importante, si se logra evitar la creación de una nueva estructura terrorista similar a al-Qaeda con un potencial de destrucción todavía mayor. Hay que tener en cuenta que al-Qaeda alcanzó su mayor influencia cuando las principales potencias mundiales, entre ellas Rusia y China, se aliaron en la lucha contra el terrorismo.

Uno para todos, todos para uno

Mientras la política mundial entra en una nueva fase de confrontación, este tipo de relaciones quedan apartadas. Esto podría provocar un efecto multiplicador maligno, agravando problemas independientes (desde la expansión del fundamentalismo islámico hasta la pandemia del Ébola) que podrían evitarse en el caso de una búsqueda de puntos de encuentro.

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Artículo abreviado, publicado originalmente en Russia Direct.       

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