El vencedor de las elecciones de Georgia dispuesto a mejorar las relaciones con Rusia

El filósofo Gueorgui Margvelashvili ha ganado los comicios en primera vuelta con un amplio margen respeto a sus rivales. Fuente: Reuters

El filósofo Gueorgui Margvelashvili ha ganado los comicios en primera vuelta con un amplio margen respeto a sus rivales. Fuente: Reuters

La Comisión Electoral Central de Georgia anunció que el vencedor de las elecciones presidenciales del domingo es el candidato del partido gobernante “Sueño Georgiano”, Gueorgui Margvelashvili, filósofo de formación, que hasta el inicio de la campaña electoral ha ocupado el puesto de ministro de Educación. De acuerdo con la Constitución, la investidura tendrá lugar el tercer domingo después de las elecciones. De esta forma, el 17 de noviembre en Georgia terminará la presidencia de Mijaíl Saakashvili.

Los nueve años de la presidencia de Saakashvili han sido ambivalentes: se han ido alternando éxitos destacados fracasos ensordecedores. El presidente saliente ha encontrado la fuerza para reconocer la culpa en algunos de los errores cometidos, pero entre ellos no ha incluido la guerra del 2008 en Osetia del Sur y las tensas relaciones con Rusia. 

Saakashvili también se equivocó cuando afirmó que él sería el último presidente de Rusia que hable ruso. Este anuncio iba dirigido a Moscú como un llamamiento a revisar las relaciones con Tbilisi, queriendo decir que con el tiempo la influencia de Rusia no haría más que disminuir y no habría potencial para reforzarla.

Sin embargo, el nuevo presidente de Georgia, Gueorgui Margvelashvili habla muy bien ruso. Está claro que sólo el conocimiento de la lengua no es una garantía para resolver el principal problema, la necesidad de mejorar de las relaciones con Rusia. 

El primer presidente, Zviad Gamsajurdia, y el segundo, Eduard Shevarnadze, y el tercero, Mijaíl Saakashvili, tenían un excelente nivel de ruso. Sin embargo,  desde el momento de la disolución de la Unión Soviética las relaciones entre los dos estados fueron empeorando constantemente , hasta llegar a la ruptura oficial.

Al hablar de la necesidad de mejorar radicalmente las relaciones con Rusia, Margvelashvili, como cualquier otro político georgiano, que entiende la profundidad y la urgencia del problema, todavía no ha ofrecido una receta clara para su solución. Únicamente ha hecho anuncios sobre su disposición a entablar negociaciones con Moscú a distintos niveles sobre todas las cuestiones. En realidad, estas negociaciones ya están en curso. 

En Ginebra, aunque en un formato multilateral, regularmente se realizan consultas para la prevención de la tensión en las zonas conflictivas. En Praga se llevan a cabo negociaciones bilaterales sobre cuestiones económicas y humanitarias. Es evidente que hay un progreso en las relaciones ruso-georgianas. Se ha restablecido el comercio aproximadamente en los volúmenes habituales de antes, se ha resuelto la cuestión del transporte, parece ser que en breve se va a simplificar el régimen de visados para los ciudadanos de Georgia y los ciudadanos de Rusia que deseen visitar Georgia no necesiten visado, se discuten también cuestiones relacionadas con la posibilidad de que ciudadanos georgianos obtengan educación superior en Rusia, entre otras cuestiones. 

En la propia Georgia ha aparecido una demanda para conocer la lengua rusa, un requisito que  todavía será más necesario tras la formación final del gobierno por parte del “Sueño Georgiano”. Y al parecer, déficit de profesores de lengua rusa puede agravarse. A nivel político tanto el primer ministro, Bidzina Ivanishvili, como después el ganador de las elecciones presidenciales, Gueorgui Margvelashvili, expresaron su disposición a conocer mejor las ideas integradoras de Rusia, la Unión Aduanera y el Espacio Económico Único. Y en caso de que resulten atractivas y rentables para Georgia, ¿por qué no pensar en el ingreso? 

En realidad, parece que estos anuncios son como una reverencia o un gesto que subraya una cierta posibilidad de lealtad en las circunstancias actuales hacia Moscú, mientras que las autoridades anteriores equiparaban todo lo ruso con lo diabólico y no querían oír hablar de nada. Aunque, efectivamente la política exterior georgiana no se someterá a ninguna revisión, lo que se manifestará en noviembre en la cumbre del Partenariado Occidental en Vilnius donde, puede ser que se firme Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. 

Para una mejora radical en las relaciones bilaterales y el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Georgia y la Federación de Rusia hay un problema fundamental, Moscú no se plantea ni remotamente la posibilidad de retirar el reconocimiento de la soberanía de Abjazia y de Osetia del Sur, en lo que insiste Tbilisi como condición previa. Las posiciones diametralmente opuestas en este tema no infunden optimismo. 

Las autoridades georgianas no pudieron no oír las declaraciones preelectorales de uno de los candidatos a la presidencia, Nino Burzhanadze, que puso el ejemplo de Japón. Como es sabido Tokio tiene reivindicaciones territoriales con Rusia pero no rompe las relaciones diplomáticas y es precisamente desde este nivel donde se mantienen negociaciones con Moscú sobre un tema tan delicado. Si las nuevas autoridades georgianas realmente están preocupadas por la necesidad de encontrar una salida a la situación actual, la tesis de Burzhanadze puede utilizarse como un buen consejo de un político con experiencia. 

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