¿Quién irá como representante de la oposición siria a Ginebra?

Fuente: Reuters

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Se trata de uno de los grandes interrogantes de cara a la próxima conferencia de paz internacional. A día de hoy no está claro quién representará a la oposición, entre otras cuestiones porque Occidente no ha decidido si apoyará o no al islam político.

La conferencia de paz internacional sobre Siria comenzará el 23 de noviembre en Ginebra, según informó la semana pasada el secretario general de la Liga Árabe, Nabil el Araby, que trató esta cuestión con el enviado especial de la ONU y de la Liga Árabe Lajdar Brahimi. 

Pero en realidad, la fecha fijada no está confirmada todavía. Araby no está autorizado a hacer este tipo de declaraciones, ya que son prerrogativa de la ONU. En segundo lugar, a día de hoy no queda claro quién representará a la oposición siria. Por último, Occidente todavía tendrá que decidir si está dispuesto a apoyar al “islam político”, contrario a Bashar el-Asad. Y este es, quizás, el problema principal. 

En una intervención ante la prensa, Nabil el Araby subrayó que “antes de que comience la conferencia (…) todavía hay que superar numerosos obstáculos y celebrar una serie de eventos”. Por su parte, el enviado especial de la ONU y de la Liga Árabe para Siria, Lajdar Brahimi, vuelve a recordar que “la conferencia no podrá celebrarse sin la participación de la oposición, que representa a la mayoría de los sirios contrarios al gobierno”. 

Según el acuerdo entre Moscú y Washington, conseguir que la oposición participe en las negociaciones es tarea de Estados Unidos, aunque este es un asunto bastante delicado.

La cuestión principal es quién representará a los oponentes de Bashar al-Asad en la conferencia Ginebra 2. La lucha principal gira alrededor de esta cuestión. El movimiento de la oposición, tanto dentro de Siria como en las filas emigradas de la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria, está atravesando una crisis evidente. 

El brazo militar de la coalición ha perdido a sus dos miembros principales y, por consiguiente, su influencia en el desarrollo de los acontecimientos en Siria se ve mermada.

A finales de septiembre once agrupaciones islamistas de Siria, algunas de las cuales son muy cercanas a Al-Qaeda, declararon que no reconocían el poder de la coalición y llamaron a todas las agrupaciones en la oposición a unirse en el marco del islamismo y en base a las leyes de la sharía. 

Por otro lado, en Siria se están produciendo duros enfrentamientos entre distintas agrupaciones de islamistas, en particular entre la agrupación Estado Islámico de Irak y el Levante, considerada parte de Al-Qaeda, y otras agrupaciones de menor envergadura. Al mismo tiempo, según información reciente aparecida en el periódico británico The Independent, una delegación del Ejército de Liberación Sirio, que también representa a la oposición armada, ha llegado a Damasco y ha sido recibida por altos cargos del gobierno sirio. 

Es evidente lo complicado que supone crear un frente unido, que funcione como una sola parte en las negociaciones, a partir de agrupaciones de distinta naturaleza. 

Otra pieza del rompecabezas que Estados Unidos debe resolver es la postura de Damasco.

Según declaró en una entrevista para La Voz de Rusia el embajador de Siria en la Federación, Riad Jaddad, los grupos yihadistas “para nosotros no son una parte de las negociaciones. Nosotros no queremos tener nada que ver con los terroristas en el proceso de negociaciones… Queremos negociar con la llamada oposición nacional, cuyos miembros no han tomado las armas ni han iniciado la matanza y la masacre en el país, escucharemos a la oposición que opina que es necesario mantener la integridad del país”. 

En estas negociaciones con los representantes del Ejército de Liberación Sirio en Damasco se debatió sobre el comienzo del diálogo. La delegación puso cuatro condiciones: el inicio de un diálogo nacional, garantías de inviolabilidad de la propiedad de todas las partes implicadas en el conflicto, finalización y condena de los conflictos interreligiosos y étnicos y un trabajo conjunto en el proyecto de una Siria democrática en la que impere la ley. 

Es importante que Damasco entre en contacto con aquellos que han luchado contra él, aunque poniéndose en contra de los yihadistas, ya que de este modo contribuye de forma patente al posterior cisma en la oposición y consolida a sus partidarios, que lucharán por él como líder de un estado laico y no como representante de la familia de los Asad o de la élite alauí. 

Por último, Bashar el-Asad obligará a Occidente a escoger públicamente entre las agrupaciones cercanas a Al-Qaeda, partidarias del “islam político”, que han marcado la pauta durante los 30 meses de guerra en Siria y las escasas fuerzas de los “nacionalistas laicos” con los que Asad está dispuesto a pactar. La primera opción otorga a Asad el derecho a no acudir a Ginebra y a culpar del fracaso de la conferencia tanto a Occidente como a sus oponentes políticos. En caso, por supuesto, de que se decidan por una opción tan exótica como esta. 

En este complicado contexto, el 22 de octubre comenzó en Londres un encuentro internacional entre 11 países en el que se trata la preparación de la conferencia de paz para Siria en Ginebra, según informó el viernes el ministro de Asuntos Exteriores británico, William Hague. En este encuentro participarán delegaciones de Gran Bretaña, Egipto, Francia, Alemania, Italia, Jordania, Catar, Arabia Saudí, Turquía, Emiratos Árabes Unidos y Estados Unidos. Estos países forman el núcleo de los “Amigos de Siria”. Según Hague, en el encuentro también se espera la presencia de una coalición nacional siria. Parece que hay mucho de qué hablar.

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