Relanzamiento de las relaciones España-Rusia

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia. Fuente: PhotoXpress

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia. Fuente: PhotoXpress

Tras un cierto distanciamiento por el escudo antimisiles, Moscú y Madrid acercan posiciones en diversos asuntos de interés común.

En el Consejo de Ministros celebrado el pasado 4 de octubre, el Gobierno español autorizó la firma del acuerdo con la Federación de Rusia sobre protección mutua de información clasificada, con objeto de regular su transmisión, manejo, registro, almacenamiento y destrucción, así como el contenido del apartado especial de seguridad que deben incluir los contratos que impliquen transferencia o generación de este tipo de información.

En el campo de la defensa y el armamento, los contratos de fabricación, montaje o suministro implican a menudo el uso compartido de dispositivos o procedimientos confidenciales. Por ello, es necesario establecer normas con arreglo a las cuales los estados puedan compartir sin riesgo esas informaciones clasificadas, así como el regular las visitas que impliquen el acceso a dicha información, reseñando los datos que deben constar en la preceptiva solicitud.

El presidente de la Duma, Alexéi Pushkov, se reunió ayer con José Manuel García-Margallo, ministro de Asuntos Exteriores en el Congreso de los Diputados. El motivo de la visita era potenciar las relaciones bilaterales entre ambos países. También se reunió con los presidentes del Congreso y del Senado, Jesús Posada Moreno y Pío García-Escudero Márquez, respectivamente.

Con independencia de la importancia relativa de este acuerdo, similar a los suscritos por España con decenas de estados aliados y amigos, lo más relevante es que su futura firma parece indicar un cambio de ciclo en las relaciones bilaterales, después del periodo dorado 2009-2011 y del aparente distanciamiento tras el anuncio en 2012 de la instalación en territorio español de parte del escudo antimisiles de la OTAN, al que el Kremlin se opone con vehemencia. 

El despegue de las relaciones: de 2009 a 2011

Con la breve guerra entre Rusia y Georgia en agosto de 2008 las relaciones de la Federación con Occidente parecieron tocar fondo. Sin embargo, son muchos los intereses compartidos, por lo que las aguas no tardaron en volver a su cauce y en tan solo un año el diálogo político entre Moscú y las principales capitales europeas se había restaurado. A ello también contribuyó la “puesta a cero” de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, impulsada por la llegada a la presidencia de Obama en enero de 2009.

España fue uno de los primeros países en reanudar las relaciones con Rusia, hasta el punto de que ya en marzo de 2009, coincidiendo con la visita oficial del presidente Medvédev a Madrid, se suscribió una “Declaración de Asociación Estratégica” con un amplio programa de cooperación en la esfera de la política, la economía y el comercio, la defensa, la ciencia y tecnología, la educación y cultura, y la sociedad civil. En el ámbito de la seguridad se mencionaban intereses comunes como la lucha contra el terrorismo, la proliferación nuclear, el crimen organizado y el tráfico de drogas.

En la estela de ese acuerdo, Rusia y España programaron la celebración en 2011 del llamado Año Dual, en el que se desarrollaron unas 700 actividades en ambos países aunque casi todas de carácter cultural.

Dado que en ese mismo año comenzaron las revueltas del mundo árabe, y se produjeron expropiaciones de activos españoles en diversos países suramericanos, se dieron entonces unos tímidos primeros pasos para una mayor implicación de las corporaciones españolas de la energía en el mercado ruso, dónde la seguridad geopolítica y jurídica es mucho mayor que la de las zonas mencionadas. 

El escudo antimisiles y la crisis de 2012

A pesar de todo, a la finalización del Año Dual tanto el desarrollo real de la asociación estratégica como el nivel  de intercambios económicos y comerciales estaban muy por debajo de su potencial. Parecía que la lejanía geográfica, que en cierto modo facilita la relación bilateral por la ausencia de controversias, suponía también una barrera insalvable para la materialización de las iniciativas de cooperación, tanto en el ámbito gubernamental como en el de la sociedad civil.

Esa era la situación a principios de octubre de 2012 cuando se produjo el anuncio del acuerdo de España con Estados Unidos para la instalación de parte del escudo antimisiles de la OTAN en la base de utilización conjunta de Rota. En concreto, se trata de cuatro destructores dotados del sistema de combate AEGIS y de misiles Standard capaces de abatir un misil balístico en vuelo, y que desde España operarán en todo el Mediterráneo.

La noticia sorprendió al gobierno ruso, que fue avisado tan solo un día antes de que se hiciese pública, y motivó que las tensiones entre Rusia y la OTAN se trasladasen a la relación bilateral con España, hasta el punto de motivar una protesta formal y una cierta paralización de la cooperación.

Si bien es cierto que el gobierno español condujo las negociaciones con EE UU con la máxima discreción, por lo que era imposible avisar a Moscú con más anticipación, también resultaba evidente la importancia que Rusia otorga a los planes estadounidenses de defensa antimisil, ya que considera que en realidad están dirigidos a reducir la capacidad disuasoria de su arsenal nuclear, en lugar de a hacer frente a una supuesta amenaza procedente de Irán.   

Conclusiones: ¿un nuevo resurgir de las relaciones?

El hecho es que la supuesta tensión entre Moscú y Madrid era producto más de factores del entorno que de las inexistentes discrepancias en la relación bilateral, por lo que era previsible que resurgiesen los ejemplos de cooperación en cuestiones de interés común.

Así por ejemplo, resultó muy llamativo el acuerdo alcanzado también en octubre de 2012, durante la celebración del salón Euronaval, entre la corporación estatal Rosoboronexport (que controla todas las exportaciones de la industria rusa de defensa) y la empresa española de construcción naval Navantia (también de capital público), por el cual diversos sistemas rusos de armas pasarán a integrarse en las plataformas que la compañía española diseña para el mercado internacional, en especial pensando en Suramérica.

La ventaja es que el producto final es más competitivo en el precio e integra sistemas conocidos y valorados por muchos países de la región, como por ejemplo Venezuela, que son usuarios habituales del armamento ruso. En la actual situación de crisis económica, esa búsqueda de sinergias puede compensar a las empresas de la caída del mercado interno, de ahí la importancia del acuerdo para Navantia.

La conclusión es que los intereses comunes entre Rusia y España superan, con mucho, cualquier controversia que pueda surgir en el marco multilateral de las relaciones de Moscú con la OTAN o la Unión Europea, por lo que cabe prever que en el futuro asistiremos a muchas más iniciativas de mutuo interés.

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