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La hispanista rusa Tatiana Pigariova considera que ambas capitales tienen mucho en común y así lo explico en la pasada edición de Liber 2013, celebrada en Madrid.
Para Tatiana Pigariova, hispanista rusa y gran
conocedora de Madrid y Moscú, ambas ciudades tienen mucho en común. Es parte de
las conclusiones que saca a raíz de su experiencia como escritora de dos guías
de viaje sobre las dos capitales (Autobiografía
de Moscú y Autobiografía de Madrid,
editadas por Laertes y Afiche –en Rusia-, respectivamente). Ella las defiende
como guías “inteligentes” y dotadas por una cuarta dimensión, la que Pigariova
les otorga a base de historias y anécdotas, las que cuentan su psicología. He
aquí algunos de los puntos que destacó la escritora desde el stand de Libros de
Moscú en Liber 2013:
- El rojo de ambas ciudades, que está tanto
en el nombre y color de la plaza más famosa de Rusia, como en la Plaza más
céntrica de Madrid, la Mayor, vestida del mismo tono. Pigariova también destaca
los capirotes que cierran las torres del foro madrileño, muy presente en la
arquitectura rusa.
- La circunvalación de Metro, un recorrido que
empieza y acaba en el mismo punto, un círculo útil y muy poco común en el
transporte bajo tierra de otras urbes europeas. También las dos ciudades,
tienen museos dedicados a su suburbano, ambos grandes desconocidos, fantasmas
que apenas nadie pisa.
- El agua. Y aquí Pigariova es generosa con el
Manzanares, que queda lejos, muy lejos del caudaloso y enorme Moscova. Para
ella, ambos ríos fueron vitales para la formación de las ciudades que bañan.
- Añoranza del mar. Las dos capitales carecen de costa,
pero no de ganas. Tanto Madrid como Moscú, señala la escritora, tuvieron en su
día planes para acariciar los océanos por medio de canales, dos planes
soterrados en su momento por la historia y sus dictadores.
- Napoleón y los incendios, responsables a
fuerza de cañonazos y de fuego de la reconstrucción de las nuevas ciudades.
- Sus feas catedrales. La moscovita de San Salvador y la
castiza Almudena.
- Sus brújulas presentes en el kilómetro cero. Por la parte rusa, la orientación está en las cúpulas de la catedral de
San Basilio, el símbolo de Moscú en el corazón de su capital. Vistas desde el
aire indican los cuatro puntos cardinales. En Madrid, por su parte, la placa de
la Puerta del Sol, en el centro de la capital, señaliza el lugar desde el que
arrancan los caminos de España.
- El barroquismo adaptado a las peculiaridades rusa y española del Hotel Moscú (reedificado copiando el original) y el edificio de la Plaza de España.
- El caos y desorden que impera en ellas, un rasgo que las
hace al tiempo acogedoras, “onmívoras” (señala la autora de las guías) y lugar
de todos.
- Eclecticismo: romanticismo, neoclásico, modernismo,
barroco… aparecen sin orden ni concierto en las dos capitales.
- La asimetría por miedo. Tanto la Puerta de
Alcalá como el Hotel Moskvá son desiguales. ¿La razón? El miedo a repreguntar a
las máximas autoridades responsables, Carlos III y Stalin, cuál les parecía más
apropiada.
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Presencia
en Liber
El stand de Moscú en la feria también contó con la
presencia de Andréi Gelásimov, autor de libros como Dioses de EstepaoEl anillo del lobo blanco. El escritor
habló sobre su novela Sed, “una
historia sobre la guerra que terminó pero que no pasó”, señaló. El ejemplar
estará pronto en español y cuenta con una versión en cine.
Desde este espacio, también se hizo eco de la labor
del Instituto Cervantes como editor de libros gracias a su acuerdo con la
Biblioteca Federal de Literatura Extranjera de Moscú. Entre sus novedades, una
colección de poesía rusa basada en los motivos españoles del siglo XX; Los
rusos en España (dedicada a los grandes viajeros que pisaron la península ibérica),
cuatro obras de teatro contemporáneo y unas cartas de Julio Cortázar.
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