Las mil y una vidas de Luis Corvalán

Fuente: Archivo

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¿Qué tienen en común Edward Snowden y Luis Corvalán, el histórico dirigente del Partido Comunista chileno que denunció las atrocidades de Pinochet? A primera vista nada, pero ambos comparten “algo”: la solidaridad de Rusia. Recordamos ahora a Corvalán, el “Camarada Lucho”, quien conoció de cerca el país eslavo desde los primeros momentos en que su vida corrió peligro.

Muchos de quienes lo vieron en Santiago no lo reconocieron. Otros, tuvieron dudas. Era 1983 y una ola de rebelión contra la dictadura de Pinochet se extendía como un tsunami.

Sólo pensar que Luis Corvalán ingresara clandestino era una idea arriesgada. Pero el Secretario General del Partido Comunista estaba decidido a apoyar la lucha de masas que se desplegaba en las calles. Era su obsesión: volver a Chile.

Refugiados en Moscú

Treinta años después, el caso de Edward Snowden, exanalista de inteligencia norteamericano que filtró miles de documentos que dejan patente que Estados Unidos espía a distintas naciones del mundo, y el de Luis Corvalán se entrelazan en un mismo escenario.

Tanto la Rusia de Putin como la URSS de Brézhnev dieron refugio a estos dos perseguidos. Uno, Snowden, atacó al poder norteamericano donde más le dolía: su seguridad; el otro, Corvalán, realizó una campaña internacional contra quien fuera uno de sus “hijos predilectos”: Pinochet.    

De Snowden poco se sabe, pero todo indica que se quedará algún tiempo en suelo ruso. De Corvalán, uno de los líderes más emblemáticos del comunismo del siglo XX, se ha escrito mucho. Pero ¿creía usted saberlo todo acerca de este histórico personaje? En Rusia Hoy le mostramos algunos aspectos no tan conocidos de quien condujo al comunismo chileno en sus años más difíciles. 

Nos remontamos treinta años hacia atrás.   

Un “colombiano” en Chile

Las tres cirugías tuvieron un resultado envidiable. Se intervino su nariz y dentadura, se cambió su color de cabello y peinado, se le fajó e hizo cambiar su forma de caminar. Sólo entonces estuvo listo para adoptar su nueva personalidad.

“Luís Arturo Pérez”, colombiano, casado y de profesión psicólogo, de 1,60 metros de altura, pelo castaño oscuro y nariz afilada, estaba listo para ser el alter ego -de carne y hueso- de Luis Corvalán. Con tal identidad, el líder comunista ingresó y salió varias veces de su país sin la más mínima sospecha de las autoridades. 

Como remate, la inteligencia soviética transmitió por televisión una entrevista al político grabada meses antes y presentada como si fuera en directo. Las autoridades aeroportuarias chilenas nunca sospecharon que “Luis Arturo Pérez”, procedente de Argentina el 22 de agosto de 1983… era Corvalán.

El cirujano que le operó, Alexander Shmelev, murió tiempo después en su casa de campo en extrañas circunstancias, tal como se relata en el documental "Bisturí para personas importantes: cirugía secreta" (2012) de la realizadora rusa Elena Lapenkova y cuyas conclusiones se presentan por primera vez en español.  

El intercambio

“Nunca me reuní con (Vladímir) Bukosvki. Algunos órganos de  prensa de Europa Occidental trataron de entrevistarnos, asunto que rehusé porque podría ser mal utilizado”, contó Corvalán en una entrevista de 2008.  

A mediados de los 70, la presión internacional contra Pinochet por las violaciones a los derechos humanos no cesaba. Las relaciones diplomáticas entre la URSS y Chile eran inexistentes, por lo que sorprende que, en plena Guerra Fría, realizaran un “intercambio de prisioneros”.  Pero se hizo. 

Leonid Brézhnev, secretario General del Partido Comunista soviético, quería liberar a toda costa  al “Camarada Lucho”. Pinochet, por su parte, sabía que Corvalán era un político reconocido, por lo que no podía simplemente “sacarlo de escena”. 

Cómo surgieron las conversaciones es algo que no está del todo claro. Lo cierto es que el canje se produjo en Zúrich en 1976. Los soviéticos entregaron al disidente Vladímir Bukovski y el dictador chileno liberó a Corvalán, junto con otros opositores.  

Días moscovitas 

En Moscú se le brindó una bienvenida apoteósica. En el aeropuerto cientos de personas lo esperaban con pancartas y vítores. Más parecía la recepción de una estrella de rock que la de un dirigente político. Durante su estadía recibió reiteradas muestras de cariño y nunca dejó de valorar la solidaridad rusa.

Las más altas autoridades del Partido Comunista, partiendo por el mismo Brézhnev, le dieron una calurosa acogida y le hicieron entrega del“Premio Lenin de la Paz”, concedido en 1975.

Había sido en el campamento de prisioneros de Ritoque que Corvalán se había enterado, un año antes, del premio, mediante una radio ingresada clandestinamente en donde resonaba el programa “Escucha Chile” de Radio Moscú (hoy “La Voz de Rusia”).  

“Aquello significaba que la URSS daba alta importancia al Partido Comunista chileno. Ello ayudó en la denuncia de las atrocidades de la dictadura y a liberar a otros presos, además de demostrar que se observaban los acontecimientos de Chile”, cuenta Sergio Bitar, exministro de Minería de Allende. Como la mayoría de los, como les llamaba el pinochetismo, “jerarcas” de ese gobierno, desde fines de 1973 hasta mediados del año siguiente vivió meses de confinamiento en una solitaria isla al extremo sur de Chile. Entre ellos estaba Corvalán.   

Dawson: el rescate abortado

Quién sabe que hubiese sucedido si aquel plan se hubiese puesto en marcha, pero no es difícil conjeturar que las relaciones URSS-EE UU se habrían tensado al máximo.

Parece de película, pero no lo fue. El gestor de la idea, Nikolái Leonov, vicedirector del KGB en 1973, lo confirmó durante una visita a Chile en 1998. La idea apuntaba a un rescate de los prisioneros de la Isla Dawson casi al “estilo Rambo”.

El plan implicaba usar un barco comercial de carga que transportaría tres helicópteros con soldados para aplastar la resistencia de los centinelas de Dawson. “Pero cuando se le presentó el plan a la jefatura, nos miraron como si fuéramos medio locos y todos nuestros intentos fueron infructuosos”, contó Leonov.

Al ser consultado, Corvalán aseguró desconocer el proyecto. “No lo creo. Me parece una fantasía. En todo caso yo nunca supe nada y en Moscú nadie me comentó algo semejante. Bastaría conocer la topografía de la isla Dawson para desecharlo”.

Luis Corvalán nació en el pueblo de Pelluco el 14 de septiembre de 1916 y murió en Santiago el 21 de julio de 2010. En ambos casos… se reencontró con Chile.

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