El caso Snowden: fenómeno geopolítico o provocación

El caso del analista de la CIA Edward Snowden ocupa desde hace más de tres semanas las páginas centrales de los periódicos de todo el mundo. Cuanto más dura, más empieza a parecer no un escándalo político, sino una farsa.

 

Fuente: Reuters

Desde el principio apareció la sensación de una indudable desproporción entre los datos que Snowden ha filtrado, y los efectos políticos que esto ha provocado. 

Hay quien piensa que Snowden es, en cierta forma, una figura 'de paja' y que, además, ni él mismo llega a darse cuenta de su papel. 

"Sí, ha pedido asilo en Rusia. Quiere quedarse aquí (en Rusia) hasta que pueda volar a América Latina", reveló la vicedirectora de la ONG Human Rights Watch, Tatiana Lókshina, a la agencia Interfax. Edward Snowden, que desde el 23 de junio pasado se encuentra en la zona de tránsito del aeropuerto moscovita de Sheremétievo, ha pedido reunirse hoy con activistas rusos e internacionales por derechos humanos.

Simplemente, parece que a este analista de la CIA de segundo orden lo están utilizando quienes se oponen al actual presidente de EE UU Barack Obama, y quienes tenían muchas ganas de estropearle la cumbre del G8 en Irlanda del Norte

Y les ha salido bien, en parte. Hay razones para creer que, precisamente a causa del escándalo de las escuchas, Obama aplazó el anuncio de la propuesta de una futura reducción de armamento estratégico que se había estado planificando de forma manifiesta antes del G8. 

Como resultado, la propuesta de reducir el armamento, claramente pensada para llevar a Rusia y al presidente Vladímir Putin a un callejón sin salida propagandístico, perdió fuerza y fue fácilmente parada por Rusia. 

Por otra parte, sería un error decir que Snowden ha causado un golpe mortal a la reputación de Washington. Ha golpeado, sobre todo, a la reputación de Obama, quien se había presentado como el hombre que devolvería a la política norteamericana unos valores democráticos casi olvidados. 

La sorpresa hubiera sido menor si las escuchas a sus aliados las hubiera hecho la administración de George Bush hijo. Precisamente todos se esperaban algo así de aquella administración republicana. De Obama se esperaba otra cosa y por esta eso se le entregó un anticipo en forma de premio Nobel. 

Tampoco se puede decir que el escándalo haya provocado un daño estratégico a las relaciones de la UE con EE UU. ¿Es posible que alguien piense en serio que las elites europeas actuales iban a discutir con Washington porque este rastree minuciosamente su integridad como aliados? En última instancia, Washington tiene todo el derecho a hacerlo. 

Si el enfado hubiera ido en serio, difícilmente los países europeos hubieran buscado con tanta energía a Snowden en el avión del presiente de Evo Morales. 

La alianza estratégica entre EE UU y la UE se basa en una dependencia político-militar y económica de Washington tan fuerte que ni diez casos como el de Snowden podrían hacerla tambalear. 

Es de destacar que son precisamente los países de la UE y no Washington, que ha guardado un silencio cortés, quienes han organizado un escándalo internacional y han levantado en su contra parece que a toda Latinoamérica. 

Y diré más, el escándalo puede incluso serle útil a Washington. Si tenemos en cuenta las polémicas acciones de EE UU de los últimos tiempos (negociaciones con los talibanes, el desinterés en implicarse realmente en el conflicto sirio y el enfriamiento con Turquía), era como si el país fuese una especie de objeto fantasma al acabarían por dejar de prestar atención los círculos políticos, los medios de comunicación y los expertos.   

La epopeya de Snowden en el aeropuerto moscovita es muy instructiva. En realidad, todos y especialmente EE UU serían felices si algún país concediera a Snowden asilo político. Es decir, que lo acogiera y se convirtiera en objeto de la presión propagandística de Washington, en su foco para las  críticas. 

Lo curioso es que países como Venezuela, Bolivia y Cuba tienen todavía menos interés por Snowden que la UE: el consentimiento de estos dos primeros países a acoger al fugitivo no ha provocado el entusiasmo del exanalista. 

Snowden ha dejado pasar una decena de oportunidades de llegar a un país que difícilmente le entregaría a EE UU, centrando sus esfuerzos no se sabe por qué en recibir asilo allí donde era poco probable ya desde el principio. 

Una variante ideal sería que Rusia le concediera asilo a Snowden. Además, se ha creado la impresión de que varios canales, Wikileaks el primero, le han estado sugiriendo intensamente esta variante al exanalista. 

Esta impresión se fortaleció aun más cuando Snowden se presentó en un aeropuerto ruso y de una forma un tanto extraña 'perdió' su vuelo a Cuba, quedándose definitivamente colgado en Moscú. 

Es decir, Rusia no tuvo otra opción que dejar entrar en su territorio a “esta molestia”, tras haber estado dando pretextos. Ahora tiene que coexistir con la “molestia” y no tiene ninguna posibilidad de influir en la actividad informativa del “combatiente por la democracia”. 

El que Rusia haya accedido, por boca de Putin, a hacerlo solo en determinadas condiciones, básicamente con la condición de que cesen las actividades antiamericanas de Snowden, parece que ha causado desilusión en Washington. 

¿Qué conclusiones deben sacar los participantes en la historia de Snowden? El presente siglo de transparencia informativa es tal que es muy difícil que alguien se oculte tras el manto del secretismo. Incluso aquellos que creen que tienen ventaja tecnológica total. 

La sociedad de la información es peligrosa, es un arma de doble filo que a veces hiere sola sin permiso de su dueño. 

Dmitri Yevstáfiev es profesor de la cátedra de Comunicaciones Integradas de la Escuela Superior de Economía, columnista de la revista Índex bezopásnosti [Índice de seguridad] del Centro de Investigaciones Políticas de Rusia.

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