Se han reunido en seis ocasiones en los últimos cuatro meses y a pesar de la sintonía personal no encuentran la solución al conflicto. Fuente: AFP / East News
Desde que el pasado mes de febrero, John Kerry fuera nombrado Secretario de Estado, el nuevo jefe de la diplomacia de EE UU se ha encontrado nada menos que seis veces con su homólogo ruso Serguéi Lavrov.
La mitad de estas reuniones han transcurrido 'al margen' de otros eventos internacionales: en Bruselas, en Londres y en Kairouan. En dos ocasiones los diplomáticos se cruzaron en Europa: una en Berlín y otra París. Además, Kerry viajó a Moscú a principios de mayo.
Los dos diplomáticos enseguida encontraron un lenguaje común. Hasta entonces, Serguéi Lavrov tan sólo había tenido semejante afinidad con Colin Powell, en la época de George Bush. Pero Powell fue pronto sustituido por Condoleezza Rice, con quien la relación era bastante fría. Con Hillary Clinton hubo un diálogo más fluido, aunque no faltaron ocasionales conflictos que a veces pasaban a ser de conocimiento público.
Kerry no se ha encontrado tan a menudo con ningún otro ministro de Exteriores. Tras Lavrov se encuentra el ministro turco, Ahmet Davutoğlu, con quien se ha visto en cuatro ocasiones.
Por su parte, el nuevo Secretario de Estado estadounidense ha adoptado una táctica en la que priman los encuentros cara a cara con sus homólogos. La primera reunión con Lavrov, celebrada en Berlín, siguió el protocolo tradicional: alrededor de una mesa grande, con dos equipos de negociadores, asesores y secretarios.
Sin embargo, en la segundo reunión, que tuvo lugar en la residencia del embajador de EE UU en Londres, Kerry se llevó Lavrov a dar un paseo por el jardín. Cuando a los 20 minutos los dos políticos regresaron a la residencia, ambos estaban riéndose.
En sus siguientes encuentros siguieron el mismo esquema, reuniéndose primero junto a la chimenea del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso en Moscú y, más tarde, en la habitación de un lujoso hotel en París.
Preparación para Ginebra 2
Sin embargo, a pesar del intenso diálogo, hasta ahora no han conseguido encontrar un punto de inflexión en un asunto clave para las ambos: la situación en Siria.
Kerry muestra una flexibilidad mucho mayor que su antecesora en el cargo, así es al menos de palabra. Mientras que Hillary Clinton prácticamente 'renegó' del comunicado firmado en Ginebra el junio del año pasado (casi al día siguiente después haberlo firmado), John Kerry lo alaba junto con Seguéi Lavrov.
Más aún, el día 7 del pasado mayo, Rusia y Estados Unidos promovieron una iniciativa conjunta para celebrar una segunda conferencia internacional para resolver el conflicto en Siria, la llamada Ginebra 2.
Moscú ya lo había propuesto anteriormente, pero hasta la llegada de Kerry al cargo, Washington no parecía verle ningún sentido a dicha propuesta.
Pero cuanto más tiempo pasa desde el día en el que Lavrov y Kerry anunciaron la convocatoria de la Segunda Conferencia de Ginebra, más incierto parece ser el futuro de esta iniciativa. Al principio, Estados Unidos esperaba inaugurar la Conferencia (suponiendo que ésta se alargaría mucho) antes del final del pasado mayo.
Según fuentes diplomáticas en Moscú, Washington había fijado como 'último plazo' las fechas de la cumbre del G8 en Irlanda del Norte, los próximo 17 y 18 de junio, aunque tampoco se cumplirán.
Todavía hace falta encontrar la respuesta a dos preguntas clave: ¿quién va a representar a la oposición siria en Ginebra 2? y ¿qué potencias regionales deberían ser invitadas a esta Conferencia? Rusia insiste en la participación de Irán, mientras que el Occidente se opone a ello.
Moscú acusa sobre todo a los países del Golfo Pérsico de dificultar la preparación de la conferencia y considera que hay acciones dirigidas a sabotearla. Por un lado, la presentación ante la Asamblea General y el Consejo de la ONU sobre Derechos Humanos de resoluciones que responsabilizan del derramamiento de sangre en Siria solamente al régimen de Bashar al-Assad y, por el otro, el levantamiento del embargo al suministro de armamento a los rebeldes por parte de la UE, que se suma a los canales de suministro de armas y equipos militares extranjeros.
Según la fuente diplomática rusa, Moscú está convencido de que “detrás de todo eso está la mano de los países del Golfo y, por alguna razón, Estados Unidos y otros países occidentales los respaldan”.
Por su parte, Occidente y los países del Golfo también expresan su descontento con Rusia, sobre todo debido al suministro de armamento ruso a Damasco, que incluye desde sistemas de misiles antiaéreos hasta cazas y misiles antibuque.
Ante cualquier pregunta incómoda sobre este asunto, los representantes rusos contestan que se trata de cumplir contratos firmados mucho antes del inicio del conflicto armado en Siria y que el armamento está destinado exclusivamente a combatir las amenazas externas.
Mientras tanto, en Siria sigue muriendo gente, y cuantos más muertos, más estrecho es el espacio para las maniobras e iniciativas políticas como la que ahora están promoviendo Lavrov y Kerry. Tanto más que, al parecer, por ahora su química personal no ha logrado superar el posicionamiento de sus respectivos países en la política exterior.
El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia llega a Argentina
Así, recientemente, el Ministro de Exteriores ruso se lamentaba de que, además de Catar y Turquía – los coautores de la dura resolución contra Assad en el Consejo de Derechos Humanos–, “también la delegación de los EE UU se mostró muy activa en la promoción de esta iniciativa del todo inútil”.
“Durante nuestro encuentro en París, llamé la atención de John Kerry sobre este asunto. Resultó que él no estaba al tanto de la situación y me prometió que lo investigaría”, dijo Seguéi Lavrov.
La reunión en París tuvo lugar el pasado 27 de mayo. La votación de la resolución se celebró el pasado día 29. El documento fue aprobado y EE UU, junto con Catar y Turquía. Aparentemente, Kerry no tuvo tiempo para investigar este asunto.
Elena Chernenko, columnista de la sección internacional del periódico Kommersant. Doctora en historia por la Universidad Estatal de Moscú M.V. Lomonósov.
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