Fuente: G20 / Press Service
Mark Medish y Daniel Lucich, autores del informe Russia’s turn to steer the G20 [Vuelta de Rusia al timón del G20], destacan algunas de las cuestiones clave que están siendo discutidas en la fase preparatoria de la Cumbre de San Petersburgo y que deberían estar en el centro de los debates.
Por ejemplo, figura la cuestión de una reforma del gobierno del FMI, que sugiere aumentar el derecho de voto a los mercados emergentes cambiando la cuota de los países excesivamente representados en beneficio de los subrepresentados.
Otro gran reto al que se enfrentan las economías del G20 es cómo desarrollar una estrategia de gestión de la deuda y lograr un equilibrio entre la necesidad de austeridad fiscal y las ventajas del estímulo fiscal.
El G20 también tendrá que discutir sobre la diversificación de las monedas de reserva mundiales, la facilitación de acceso al financiamiento a largo plazo para proyectos de infraestructura a gran escala y la coordinación de esfuerzos para enfrentarse a crisis financieras como la ocurrida en Chipre.
Pero los autores del informe también expresan su preocupación con respecto a que no hay "objetivos concretos, ningún plan para qué debería ser o qué será el legado de la cumbre de San Petersburgo".
El 23 de mayo, al presentar el informe en la Escuela Superior de Economía de Moscú, Lucich dijo: "Las expectativas respecto a lo que puede hacer el G20 son muy bajas", y añadió que la legitimidad y la eficacia del G20 habían sido puestas en cuestión.
"El grupo puede ser demasiado difuso y variado para ponerse de acuerdo en muchas cosas, porque el máximo denominador común de los intereses es demasiado bajo para medidas significativas excepto en el contexto de la crisis mundial", dice el informe.
Queda por ver si Rusia puede tomar la iniciativa impulsando las cuestiones urgentes en la agenda del G20. "La presidencia rusa ha sido saludada en círculos de política internacional con una mezcla de escepticismo y de bajas expectativas", dice el informe.
Sin embargo, Alexánder Yakovenko, Embajador de la Federación de Rusia en el Reino Unido, ha argumentado que los objetivos de Rusia para su presidencia del G20 son bien fundados y razonables.
En un análisis para Rusia Hoy, el embajador Yakovenko identificaba las principales tareas para la presidencia del G20 y de Rusia como "iniciativas para estimular las instituciones de gobierno mundial a fin de tener una coordinación más estrecha de la política económica, para crear instrumentos eficaces a fin de eliminar los desequilibrios globales que han creado y así estimular el crecimiento en todas partes del mundo".
Según el embajador de Rusia, una de las iniciativas específicas de Rusia este año fue introducir un formato de reuniones conjuntas entre ministros de Finanzas y de Trabajo, "que esperamos contribuirán a la mejora de las condiciones de los mercados laborales en todo el mundo".
Durante la cumbre del G20 en San Petersburgo, Rusia quiere centrar la agenda especialmente en la reforma financiera, en particular en "las estrategias fiscales nacionales a medio plazo, la financiación de inversiones a largo plazo, la revisión de la reforma del FMI, el problema de las instituciones financieras "demasiado grandes para caer", la reforma de los mercados de derivados, las operaciones bancarias en la sombra, las agencias de calificación crediticia, los índices financieros, los planes de la OECD sobre la erosión de la base impositiva y la transferencia de beneficios, la inclusión económica y otros", dijo el embajador.
El cambio clave que Rusia está buscando es un cambio de cuotas en el FMI, que daría a los países BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y otros países en desarrollo una participación mayor en el funcionamiento de la institución financiera mundial. El embajador Yakovenko dijo que Rusia esperaba que el G20 acabara con un acuerdo respecto a las nuevas cuotas de voto para finales de 2013.
Pero Lucich y Medish dicen que los socios occidentales de Rusia son en su mayoría escépticos sobre las posibilidades de que se alcance una reforma significativa durante la presidencia rusa.
"En muchos sentidos es un país nuevo buscando su lugar en el ámbito internacional", está atravesando una crisis de identidad nacional y tendiendo al aislamiento, según Lucich y Medish.
"En Moscú existe la preocupación casi paranoica de que los Estados Unidos u Occidente 'quieran el fracaso de Rusia", señalan los autores del informe, recordando que el Kremlin ha acusado de que se ha montado un descontento público con el gobierno de Rusia en una supuesta injerencia occidental en los asuntos internos de Rusia.
En mayo del año pasado el presidente Vladímir Putin se saltó la Cumbre del G8 en Camp David "sin dar demasiadas explicaciones", indican los autores.
"Para todas las grandes potencias, la participación selectiva en foros multilaterales es un camino hacia el autoaislamiento", dice el informe. "Un gran riesgo para Rusia es que su tendencia actual hacia la creciente autarquía nacional y el aislamiento regional podría estar sobreestimando las capacidades internas del país para crecer y florecer".
Los expertos internacionales y los inversores son cautelosos ante el optimismo sobre las perspectivas de crecimiento en Rusia a menudo expresadas por prominentes políticos rusos, según los autores del informe.
El retroceso demográfico, la degradación del medio ambiente, el fracaso para encontrar otras áreas de diversificación aparte del petróleo y el gas, la falta de innovación en la economía, la corrupción desenfrenada, el sistema judicial susceptible a la influencia extrajudicial y un sistema bancario débil son algunos de los problemas generalizados del país.
Los autores concluyen que la tarea de Rusia a la cabeza del G20 es una prueba y una oportunidad y ofrecen un conjunto de recomendaciones sobre cómo Rusia debe dirigir la discusión de la agenda del G20. Ponen el énfasis en 'escoger las batallas correctas' y 'centrarse en las cuestiones en las que Rusia tiene poder de iniciativa y cierto control sobre los resultados'.
Los autores sugieren que Rusia debería solicitar mayor atención a los bienes comunes mundiales, como el clima, la seguridad alimenticia y el comercio.
"En 2004, la ratificación histórica de Rusia permitió que el protocolo de Kyoto entrase en vigor y sería conveniente para Rusia que ahora volviese a poner el tema del clima sobre el tapete del G20", dice el informe.
Rusia, el tercer mayor emisor de CO2 después de China y Estados Unidos, podría aprovechar su potencial renovable en energía geotérmica, hidráulica, solar y eólica, y reducir significativamente las emisiones de gas de efecto invernadero a un coste relativamente bajo.
Como importante exportador de grano, se recomienda a Rusia que avance en el tema de la seguridad alimenticia mediante grupos de debate del G20.
También se insta a que decida si utiliza su reciente adquirido estatus de país miembro de la OMC para impulsar acuerdos multilaterales o continuar trabajando a favor de soluciones regionales, como la Unión Aduanera de Bielorrusia, Kazajistán y Rusia.
"Rusia se encuentra ahora en el ecuador de su presidencia y queda poco margen para efectuar ajustes", afirman los autores. "Pero nunca es demasiado tarde para ideas frescas e inteligentes cambios de énfasis, por pequeños que sean, capaces de marcar una diferencia positiva cuando los líderes del G20 se reúnan en San Petersburgo".
"Creo que al juzgar lo que tendrá éxito el gobierno ruso tiene que decidir cuál es su objetivo", dijo Lucich en la presentación en Moscú.
Un destacado economista ruso, Serguéi Alexashenko, declaró. "Si el presidente Obama no aparece o si alguno de los líderes del G20 se niega a comparecer en un photo call, o estalla un escándalo de cualquier tipo, la cumbre será un fracaso. En los demás casos la cumbre debería considerarse un éxito", dijo con ironía.
Nikolái Zlobin, presidente del Centro de Intereses Globales, señaló que los gobiernos están buscando una nueva organización internacional que sustituya a la ONU, que se ha revelado incapaz de hacer frente a los desafíos más críticos de la actualidad. "Esta búsqueda puede llevar decenas de años y doy la bienvenida a cualquier intento de crear una organización de ese tipo. Si no hay necesidad del G20, éste acabará desintegrándose", dijo.
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