Saíd Yalilí, el director de la delegación iraní. Fuente: Reuters
Los días 5 y 6 de abril se celebró en la ciudad de Almatí (Kazajistán) la última ronda de negociaciones entre Irán y una delegación del Grupo 5+1, formada por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (China, Rusia, EE UU, Francia y Reino Unido), y Alemania.
El viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov, señaló en conferencia de prensa tras el encuentro: “Las negociaciones del Grupo 5+1 con Irán son sin duda un paso adelante”.
Según Riabkov, ambas partes han expuesto sus exigencias concretas de una forma sincera, sin eufemismos ni uso excesivo de la retórica.
Catherine Ashton, alta representante de la diplomacia de la UE, que intervino en calidad de coordinadora de las negociaciones, respaldó esta valoración.
“Para mí uno de los aspectos más importantes ha sido poder presenciar por primera vez un intercambio de opiniones entre nuestra delegación y la suya (la de Irán). Hemos conseguido tratar cuestiones en todos sus detalles, realizar preguntas y recibir respuestas", declaraba Ashton.
Al parecer, estas negociaciones han satisfecho también a Estados Unidos, que, según una fuente de Los Angeles Times, tenía la intención de “involucrar a los iraníes en las negociaciones sobre los objetivos esenciales de nuestras propuestas”.
Sin embargo, existen pocos signos de que haya habido un auténtico acercamiento de posiciones. “No se ha podido lograr una comprensión mutua. Tenemos deberes que hacer”, declaraba Riabkov, señalando que ambas delegaciones tendrán cuestiones que discutir con sus respectivos gobiernos tras las negociaciones en Almatí.
A la pregunta de los periodistas sobre si interrumpirá Irán su actividad de enriquecimiento de uranio, Riabkov respondía: “No puedo desvelar los detalles del proceso de las negociaciones, pero estas son estimaciones, según mi punto de vista, bastante improbables”.
El director de la delegación iraní, Saíd Yalilí, se expresaba de forma un poco más concreta. “El pueblo iraní continuará defendiendo sus derechos”, declaraba. No obstante, Yalilí reconocía que detener el enriquecimiento “podría ser el elemento que permita crear y reforzar la confianza”.
“Si el resto de países respetan nuestro derecho al enriquecimiento de uranio y nuestra actividad pacífica en el programa nuclear, contribuirán en gran medida a avanzar en las negociaciones”, añadía Yalilí.
Esta es una clara señal de que Irán está dispuesto, como mínimo, a discutir la cuestión del cese del enriquecimiento de uranio que tanto preocupa al G5+1. A cambio, Teherán, aparte del reconocimiento de la legitimidad de su programa nuclear, exige que se retiren las sanciones impuestas tanto por decisión del Consejo de Seguridad de la ONU como por parte de Estados Unidos, la UE y otros países individualmente.
Aunque este sea un paso pequeño, es un paso adelante.
En la ronda de negociaciones anterior, celebrada en febrero, el G5+1 propuso un renovado plan de "intercambio", en el que entraban modificaciones en el programa nuclear de Irán y la retirada de sanciones. Durante el mes de marzo, expertos de ambas partes han estado desarrollando este plan.
Algunos medios de comunicación informaban, citando a fuentes diplomáticas, que Irán está considerando la propuesta de los mediadores internacionales consistente en una interrupción durante seis meses del enriquecimiento de uranio al 20%, a cambio de cierta flexibilidad en las sanciones. Además, Teherán parece estar contemplando la posibilidad de convertir las reservas de uranio al 20% en óxido de uranio, de uso exclusivo para fines médicos.
No obstante, se ha señalado que el país persa sigue manifestándose en contra de algunas propuestas de los mediadores, como la interrupción de todas sus operaciones en las instalaciones nucleares de Fordo (a excepción del enriquecimiento de uranio al 20%), la ampliación de la inspección de instalaciones nucleares por parte de expertos de la Agencia Internacional de Energía Atómica o la extracción al extranjeros de las reservas de uranio enriquecido al 20%.
Si Teherán acepta las propuestas del G5+1, las sanciones sobre el sector petroquímico y el comercio del oro serán retiradas parcialmente. Aunque las limitaciones a la exportación de petróleo y al sector bancario iraní seguirán vigentes, según señalan fuentes diplomáticas.
Este proceder refleja el enfoque de Rusia sobre esta cuestión: una reducción gradual de las sanciones a cambio de pasos conciliadores por parte de Irán en su programa nuclear.
La pregunta es, ¿hasta qué punto son realistas estas exigencias concretas? El director del Centro de Investigación Sociopolítica, Vladímir Evséyev, opina que si el objetivo es obligar a Irán a abandonar por completo el enriquecimiento de uranio al 20%, “se trata de un objetivo totalmente inalcanzable”. Según Evséyev, “únicamente podemos hablar de limitaciones en su actividad”.
Aunque en opinión del experto, en ningún modo se refiere al uranio altamente, es decir, por encima del 20%, considerado uranio altamente enriquecido. Evséyev recuerda que el país ya ha anunciado el uso que pretende dar a la energía atómica: será el combustible para submarinos atómicos.
El desenlace depende en gran medida de los resultados de las elecciones presidenciales en Irán. El registro de candidatos ya ha comenzado y el presidente actual, Mahmud Ahmadineyad, no puede presentarse, según la ley, para la siguiente legislatura.
En junio se celebrarán las elecciones y en agosto llegará al poder otro hombre quizás menos intransigente que Ahmadineyad. Será entonces, por lo visto, cuando Irán decidirá su respuesta a las propuestas del G5+1, así como la fecha de las nuevas negociaciones.
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