"El Tratado de Armas es un documento bastante vacío"

La Asamblea General de la ONU aprobó el Tratado Internacional sobre el Comercio de Armas. Fuente:  AFP / East News

La Asamblea General de la ONU aprobó el Tratado Internacional sobre el Comercio de Armas. Fuente: AFP / East News

El 2 de abril la Asamblea General de la ONU aprobó por mayoría el Tratado Internacional sobre el Comercio de Armas, el primer documento vinculante jurídicamente que sienta unas normas únicas para el mercado del armamento. Irán, Siria y Corea del Norte votaron en contra del documento y Rusia se abstuvo. El director del departamento de Asuntos de Seguridad y Desarme del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa, Mijaíl Uliánov, que dirigía la delegación rusa en las negociaciones sobre el Tratado, comenta qué aspectos del documento no agradan a Moscú.

¿Por qué Rusia se abstuvo de votar el Tratado?

Es un tema bastante delicado para Rusia, considerando que nuestro país es uno de los mayores exportadores de armamento del mundo.  Naturalmente, estamos analizando cuidadosamente el desarrollo de los acontecimientos, sin prisa. Nuestra posición no tiene una base ideológica, como sucede con muchos países, que creen verdaderamente que en cuanto se apruebe el Tratado en el mundo todo cambiará a mejor. Nosotros tenemos un punto de vista más sobrio y racional al respecto. 

¿No cambiará a mejor?

El Tratado tiene algunos puntos positivos. En particular, la creación de sistemas nacionales de control del comercio de armas con los países donde no existe este tipo de sistemas, que son muchos. Por esta razón, el armamento a menudo se desvía al comercio ilegal, fomentando el crimen, el terrorismo y los conflictos armados. Cuando el Tratado entre en vigor, todos los países que no hayan creado estos sistemas se verán obligados a hacerlo. Con el tiempo, esta medida puede tener un efecto positivo.

¿Cuáles son los contras del Tratado?

A nosotros nos causa cierta decepción el hecho de que el Tratado, que declara tener buenos objetivos, parece ser un documento bastante vacío. Tiene muchas consignas, pero poco concreto.

No hemos sido capaces de conseguir que el documento contenga una norma que prohíba el suministro de armas a usuarios no estatales o no autorizados. Y estos son, por decirlo suavemente, los compradores de armas menos fiables.

Por ejemplo, la oposición siria, a la que Francia, Gran Bretaña y otros países se disponen a suministrar armas.

Por ejemplo. No es casualidad que, a pesar de que nuestra propuesta contaba con un amplio apoyo, finalmente no hubo consenso respecto a ella. Es posible que algunos deseen contar con la posibilidad de suministrar armas a los grupos rebeldes de los países con regímenes que les resulten incómodos.

Además, en el Tratado no existe ningún punto sobre la reexportación, algo que podría limitar el flujo del comercio ilegal. Hemos conseguido que el texto incluya un artículo especial sobre la prevención del desvío del armamento al mercado ilícito. Pero este artículo tampoco dice nada concreto.

La Asamblea General de Naciones Unidas ha aprobado el Tratado sobre el Comercio de Armas. 154 votos a favor; tres en contra (Irán, Corea del Norte y Siria) y 23 abstenciones (entre ellas Rusia, China e India y numerosas naciones latinoamericanas). Busca impedir que armas convencionales sean usadas en ataques contra población civil o edificios que alberguen civiles, como colegios y hospitales. El mayor exportador del mundo, EE UU ha dado la bienvenida al tratado.

En un principio la Asamblea General de la ONU se impuso la tarea de establecer las más altas directrices internacionales en el ámbito de las transferencias de armas. En la realidad, el Tratado establece unas directrices mínimas. 

¿Cuál es la razón de ello?

La dificultad de encontrar denominadores comunes. En las negociaciones han participado casi 200 países, y cada uno tiene sus prioridades e intereses. 

¿El Tratado impone más limitaciones a los exportadores o a los importadores de armamento?

Los exportadores aseguran que ellos sufren mayoritariamente las limitaciones. Al mismo tiempo, durante las intervenciones de los representantes de países importadores se subrayaba constantemente la idea negativa de que el Tratado impone una carga especial sobre los estados importadores. En mi opinión, hay algo de verdad en ambas opiniones.

Según las críticas, existe la posibilidad de que el nuevo tratado sea utilizado como un instrumento de presión política contra gobiernos enemigos. Cada país queda libre de firmar o no el tratado y ratificarlo, un proceso que podría llevar hasta dos años.

¿De qué dependerá ahora que Rusia se una a este Tratado?

De nuestro propio análisis. Estamos sopesando los pros y los contras de ello. 

Existe un punto que prohíbe el suministro de armas a regímenes que violen los derechos humanos.  ¿Significa esto que nuestras exportaciones a Siria podrían ser declaradas ilícitas?

La pregunta clave es: ¿quién se encargará de juzgarlo? Estas valoraciones a menudo están politizadas. Nosotros hemos acordado con muchos países que este tipo de valoraciones serán competencia de los propios países exportadores. 

¿Que cada uno se juzgue a sí mismo?

Sí. Esperamos que cada país se comporte de forma responsable a este respecto. 

¿Qué pasará con el Tratado tras su aprobación?

Para que entre en vigor deberá ser ratificado por 50 países. En mi opinión, esto sucederá muy pronto. Después comenzará su implementación.

Un año después de la entrada en vigor se celebrará una conferencia de los estados miembros para comentar la aplicación del Tratado. Es posible que algunos puntos necesiten ser reformulados. Pero no se podrán introducir enmiendas hasta dentro de seis años. 

¿Cabe esperar antes de esto cambios importantes en el mercado del armamento?

No lo creo. El Tratado no debería afectar al comercio legal. En lo que respecta al comercio ilegal, es un comercio demasiado amorfo. Es posible que aporte algo positivo, pero apenas tendrá un efecto importante en la prevención del desvío de armamento al mercado ilícito, al menos en un futuro inmediato. 

Versión reducida. Publicado originalmente en ruso en Kommersant.

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