La reciente sanción del Consejo de Seguridad de la ONU ha provocado una reacción política en Corea del Norte que eleva la tensión en la zona. Fuente: AP
El pasado 7 de marzo, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó nuevas sanciones contra Corea del Norte. Entre otras medidas, se exige que los países miembros de las Naciones Unidas potencien el control de su espacio aéreo para dificultar, que aquellos aviones que presuntamente estén transportando materiales ilegales, puedan volar libremente.
Además, cualquier barco norcoreano que pase por los territorios de los países miembros de las Naciones Unidas, y que supuestamente transporte materiales prohibidos, deberá ser inspeccionado. En el caso de negarse a pasar el control previsto, se le denegará el derecho de entrada al puerto.
El documento emitido por la ONU obliga a los Estados miembros a impedir todas las transacciones bancarias, así como el transporte de grandes cantidades de dinero en efectivo a Corea del Norte. Asimismo, se prohíbe la creación de sociedades financieras mixtas y de franquicias de los bancos norcoreanos en territorio de los países miembros de la ONU.
También se prohíbe exportar al país joyas, piedras preciosas y semipreciosas, yates, coches de lujo y automóviles deportivos; prohibiciones éstas que parecen casi un gesto de burla contra la élite norcoreana, que constantemente reclama ayuda humanitaria internacional para la población de su país.
“Después de la adopción de esta resolución, Corea del Norte será objeto de algunas de las sanciones más duras que jamás haya impuesto Naciones Unidas. El alcance de estas sanciones es excepcional” – declaró la embajadora de EE UU en la ONU, Susan Rice.
Y, sin embargo, tampoco estas sanciones ofrecen una verdadera solución al problema de la bomba atómica de Corea del Norte.
El hecho es que el pasado 12 de febrero, Corea del Norte realizó una prueba nuclear subterránea. Según la opinión de los expertos militares rusos, esta vez, a diferencia de las dos anteriores, el ensayo no se limitó a probar un artefacto explosivo aislado, sino que se probó un prototipo de ojiva nuclear de mediana potencia transportable en aviones o misiles de medio alcance. Hace mucho que los norcoreanos tienen misiles balísticos en su poder. Más aún, en diciembre tuvo lugar un exitoso lanzamiento al espacio de un satélite artificial. También parece evidente que Corea del Norte ya posee la tecnología necesaria para construir misiles balísticos intercontinentales.
Todos estos hechos son un clavo más en el ataúd del ‘Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares’ y del ‘Régimen de Control de Tecnologías de Misiles’, que han sido la piedra angular de la política exterior de EE UU. Pyongyang acaba de equipararse a Washington, aunque sólo sea a nivel de estatus formal de ‘Estados nuclearmente armados’. Y desde luego, no va a renunciar a sus logros voluntariamente.
Por lo tanto, la llamada de la ONU a Pyongyang a reingresar en el ‘Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares’ y a reanudar la que se conoce como ‘negociación a seis bandas’ sobre la desnuclearización de la península coreana, es para Naciones Unidas el mismo estribillo de siempre, mientras que para Corea del Norte no son más que palabras vacías que se las lleva el viento.
Según el documento que el Ministerio de Asuntos Exteriores de Corea del Norte hizo público a finales del pasado enero, después del lanzamiento del satélite artificial, el país se niega rotundamente a seguir con las negociaciones sobre su programa nuclear. Negociaciones que, con mayor o menor éxito, se mantuvieron durante los últimos 10 años, a pesar de que desde el año 2009 fueron congeladas. Ahora “la desnuclearización de la península de Corea se ha vuelto imposible”, – declara el Ministerio de Asuntos Exteriores del país.
“Pyongyang ha anunciado con claridad meridiana que no va a discutir la desnuclearización del país; que Corea del Norte es un Estado nuclear y seguirá siéndolo hasta la desnuclearización completa del resto del mundo, lo cual no parece que vaya a suceder en un futuro próximo. Ésta es, pues, la realidad de la que hay que partir” – opina el director de los Programas de Investigación Coreanos del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias de Rusia, Gueorgui Toloraya.
No obstante, eso no significa que Corea del Norte no esté interesada en negociaciones, porque sí que lo está. Pero sólo quiere negociar con los EE UU, de los que Corea del Norte demanda que garanticen oficialmente la seguridad de la República Popular Democrática de Corea. No olvidemos que la guerra de Corea, en la que se enfrentaron Corea y los EE UU, todavía no se ha terminado formalmente, ya que nunca se firmó un tratado de paz definitivo. En su lugar, durante los últimos 60 años entre los dos países sólo opera un alto el fuego.
En realidad, el gobierno norcoreano había vuelto a insinuar este hecho una vez más cuando, a través del ex-jugador estadounidense de baloncesto, Dennis Rodman, que estaba de visita en el país, el ejecutivo norcoreano volvió a ofrecer a los EE UU la reiniciación de negociaciones directas. “Creo que él [Kim Jong Un] no busca la guerra con Estados Unidos. Él únicamente quiere que Obama haga una sola cosa: que le llame” – aseguró la ex-estrella de la NBA, después de reunirse con el joven líder de Corea del Norte.
La idea fue recibida sin entusiasmo en la Casa Blanca. El secretario de prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, declaró: “EE UU tiene canales de comunicación directa con la RPDC. Queremos animar a los líderes de Corea del Norte a escuchar a Obama y a cumplir con las obligaciones internacionales”.
Así que por ahora no habrá llamadas telefónicas. Pero habrá (o, mejor dicho, ya están teniendo lugar) maniobras militares conjuntas a gran escala de las fuerzas armadas de EE UU y de Corea del Sur.
La respuesta del país vecino del norte no se ha hecho esperar. Corea del Norte ha declarado que se reserva el derecho “a un ataque nuclear preventivo contra EE UU en caso de necesidad”. Además, “la RPDC derogará todos los acuerdos de no agresión alcanzados entre el Norte y el Sur”. Asimismo, Pyongyang cierra el canal de comunicación entre el Norte y el Sur, cerrando el principal paso fronterizo entre ambos países en Panmunjom”, dice el comunicado publicado por el Comité para la Reunificación Pacífica de la Madre Patria. La Agencia Telegráfica Central de Corea (ATCC) puntualizó que se han anulado “los acuerdos de no agresión”, “la declaración conjunta [de los países miembros de la negociación a seis bandas sobre el problema nuclear coreano] sobre la desnuclearización de la península coreana, que se ha convertido en papel mojado”, así como “la línea de comunicación directa entre el Norte y el Sur en Panmunjom”.
A primera vista, todo eso impresiona, pero lo más probable es que se trate de una maniobra preparativa para el desarrollo de un nuevo mecanismo de negociaciones. Aunque sea recurriendo a unos métodos muy arriesgados.
El jefe del Departamento de Corea y Mongolia del Instituto de Estudios Orientales de la Academia de Ciencias de Rusia, Alexánder Vorontsov, hace hincapié en el fuerte aumento de la tensión en la península coreana: “Hacer caso omiso de esta alarmante situación sería mostrarse corto de miras. Junto con esto, no debemos sucumbir ante los ánimos alarmistas ni tomar al pie de la letra las declaraciones y amenazas del régimen norcoreano. Sí, en efecto, en estos momentos está teniendo lugar un intercambio de declaraciones hostiles y se está haciendo uso de una retórica beligerante. Pero por ahora sólo es eso: retórica. Aunque estas manifestaciones de fuerza se basan, sin duda, en fundamentos serios, que tienen tendencia a agravarse aún más”.
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